EXAMINARLO TODO QUEDAOS CON LO BUENO Y
RECHACEN LO MALO
Hermanos: El
Espíritu conoce perfectamente todo, hasta lo más profundo de Dios. En efecto,
¿quién conoce lo que hay en el hombre, sino el espíritu del hombre, que está
dentro de él? Del mismo modo, nadie conoce lo que hay en Dios, sino el Espíritu
de Dios. Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que
procede de Dios, para que conozcamos las gracias que Dios nos ha otorgado. De
estas gracias hablamos, no con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino
aprendidas del Espíritu y con las cuales expresamos realidades espirituales en
términos espirituales.
El hombre, con su
sola inteligencia, no puede comprender las cosas del Espíritu de Dios, porque
para él son una locura; no las puede entender porque son cosas que sólo se
comprenden a la luz del Espíritu. Pero el hombre iluminado por el Espíritu
puede juzgar correctamente todas las cosas, y nadie que no tenga el Espíritu lo
puede juzgar correctamente a él. Por eso dice la Escritura: ¿Quién ha
entendido el modo de pensar del Señor, como para que pueda darle lecciones? Pues
bien, nosotros poseemos el modo de pensar de Cristo. (1 Cor 2, 10-16)
Existen
dos clases de hombres, uno está hecho al natural y el otro es el hombre
espiritual. Uno se inspira en las cosas mundanas y el otro es iluminado por el
Espíritu Santo. Dos estilos de vida, uno vive en la carne y el otro es
conducido y determinado por el Santo Espíritu. La carne es una vida mundana,
pagana, es una vida sumergida en el pecado. Donde está el Espíritu Santo hay
vida espiritual, y donde hay vida espiritual hay espiritualidad cristiana que
nace del Bautismo o del Encuentro con Cristo que nos bautiza con Espíritu Santo
y Fuego. La vida espiritual comienza con la escucha de la Palabra, enviada por
Dios al corazón de los hombres para que creamos en su Amor, en su Perdón y en
su Libertad. Para que creamos en su Hijo y nos dejemos conducir por Él.
El
hombre espiritual es conducido por el Espíritu de Dios, y se hace, hijo de
Dios.(Rm 8, 14) Es portador de la fe, la esperanza y el amor, sede de otras
muchas virtudes que vienen de Dios, origen de todo lo bueno y de todo lo santo.
La espiritualidad cristiana no es tan sólo un aspecto de la vida, abarca toda
la totalidad de la vida: Mente, Cuerpo, Espíritu, Familia, Historia,
Relaciones, Deportes, Dinero, Trabajo, etc. La espiritualidad está en todo esto
y lo abarca todo.
Lo que el Espíritu
Santo nos enseña a discernir.
Lo primero es que no somos un algo, una cosa. Somos un alguien, una persona,
valiosa y digna. Una persona amada por Dios, creada a su Imagen y semejanza.
Redimida y santificada por Él.(Rm 4, 25) En segundo lugar nos enseña que somos
pecadores de nacimiento y podemos pecar y de hecho lo hacemos. Nos enseña a
distinguir entre lo bueno y lo malo, ambas cosas pueden venir de dentro, de
nuestro corazón. Después nos enseña a rechazar lo malo y hacer lo bueno. Lo malo
nos hace ser malos y esclavos del mal. Lo malo nos lleva a la muerte (Rm 6, 20-
23) Lo bueno nos hace generosos y nos hace hijos de Dios. Después nos enseña
compartir los dones de Dios que ha creado todo para todos. Compartir es servir,
es ayudar a otros a realizarse como lo que son, personas. Luego nos enseña que
somos personas sexuadas, hombre o mujer, tan valiosa es él como ella, y se
complementan mutuamente, el uno con la otra. Por todo lo anterior san Juan y
san Pablo nos exhorta a discernir lo que viene de Dios y lo que viene de otra
fuente. Lo que viene de Dios hay que aceptarlo y lo que viene de otra fuente,
sea cual sea, hay que rechazarlo.
"Queridos, no os fiéis de cualquier espíritu, sino
examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han
salido al mundo. Podréis conocer en esto el espíritu de Dios: todo espíritu que
confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no
confiesa a Jesús, no es de Dios; ese es el del Anticristo. El cual habéis oído
que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo. Vosotros, hijos míos, sois de
Dios y los habéis vencido. Pues el que está en vosotros es más que el que está
en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo y el mundo los
escucha." (1 de Jn 4, 1- 5)
"No extingáis el Espíritu; no despreciéis las profecías;
examinadlo todo y quedaos con lo bueno. Absteneos de todo género de mal. Que
El, el Dios de la paz, os santifique plenamente, y que todo vuestro ser, el
espíritu, el alma y el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la Venida de
nuestro Señor Jesucristo."(1 Ts 5, 19- 21).
Algo que Dios quiere para nosotros: "Mirad que nadie
devuelva a otro mal por mal, antes bien, procurad siempre el bien mutuo y el de
todos. Estad siempre alegres. Orad constantemente. En todo dad gracias, pues
esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros."(1 Ts 5,
15- 18)
La espiritualidad mundana, los
hombres que viven al natural, son amados y queridos por Dios y los llama a la
salvación. “Dios quiere que todos los hombres se salven y que lleguen al cocimiento
de la verdad” (1 de Tim 2. 4) Nos busca hasta encontrarnos (Lc 15, 4) “Nos
habla al corazón” (Os 2, 16) “Nos seduce” (Jer20, 7) “Nos llama a la conversión”
(Mt 11, 28) “Nos llama a pasar de la muerte a la vida” (Lc 9, 23) “Nos llama a
amarlo y a seguirlo para ser discípulos suyos” (Jn 15, 13) “Nos llama a creer
en él y a bautizarnos en su Nombre:
"«¿Qué hemos de hacer, hermanos?» Pedro les contestó:
«Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de
Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu
Santo; pues la Promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y para todos los
que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro.» Con otras muchas
palabras les conjuraba y les exhortaba: «Salvaos de esta generación perversa.»"(Hch 2, 37- 40) El
llamado es para todos, pues todos son amados de Dios y redimidos por Cristo. “Y
son justificados por la fe de Cristo que nos amó y se entregó por nosotros (Rm
5, 1: Ef 5, 2)
La conversión cristiana termina con la muerte, por eso, mientas
vivamos cultivemos las Obras de la fe y trabajemos nuestro cambio del Pecado a
la Gracia: "Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos
mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es
la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto."(Rm 12,
2) Lo anterior significa: “Tomar la firme determinación de amar y seguir a
Cristo Jesús” para ser hijos de Dios, discípulos, apóstoles y servidores de
Cristo, por voluntad de Dios (Ef 1, 1).
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