GUARDAOS DE LA LEVADURA DE LOS FARISEOS, QUE ES LA HIPOCRESÍA.

 

GUARDAOS DE LA LEVADURA DE LOS FARISEOS, QUE ES LA HIPOCRESÍA.

"En esto, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros, se puso a decir primeramente a sus discípulos: “Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.” (Lc 12, 1)

La hipocresía es la falsedad que demuestra una persona en sus acciones o en sus palabras, fingiendo o pretendiendo cualidades o sentimientos que, en realidad, no tiene. La palabra, como tal, proviene del griego ὑποκρισία (hypokrisía).

La hipocresía como pecado o como vicio está íntimamente relacionada con otros vicios: “La malicia, la mentira, la envidia, la hipocresía y la maledicencia” (1 Pe 2, 1) El hipócrita puede hablar palabras veraces y reales, pero con mala intención. Como en el caso de los escribas y fariseos con Jesús: "Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra. Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: «Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?» Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis?"  (Mt 22, 15- 18) Nadie había hablado de Jesus tan bien como los escribas y fariseos, pero la intención era malintencionada, querían manipularlo.

El hipócrita dice una cosa y hace otra. Predica el amor pero, él no lo practica. Pone cargas sobre los hombres de los demás pero, él ni con un dedo lo toca. Jesús que los conoce dice de ellos: "Entonces Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame "Rabbí".(Mt 23, 1- 7)

Todo lo hacen para que la gente los vea. Para quedar bien con los demás, esperan recompensa de ellos. Su religión parece que es puro “Protagonismo.” Hemos de entender que no todos eran así, pero, si muchos de ellos. Sólo que los fariseos no han desaparecido, hoy siguen existiendo: pastores, sacerdotes y laicos. Cada vez que decimos algo que no practicamos, somos hipócritas. Cada vez que exigimos lo que nosotros no damos, somos hipócritas. Cada vez que hacemos las cosas para quedar bien y recibir recompensa, somos hipócritas. Cada vez que hablamos para manipular las intenciones de las personas, somos hipócritas. Y san Pablo nos dice: “Amen sin fingimiento” (Rm 12, 9) Los amores humanos son condicionados, son fingidos, llevan hipocresía. El Relativismo está lleno de hipocresía. Bueno lo que me es útil, lo que me deja placer, lo que me hace rico, todo lo que me sirve y sirve a mis intereses, por eso amo con fingimiento y pretendo manipular a los que se me atraviesan. Tanto en el Relativismo como en el Individualismo, está la maldad, la mentira, la envidia, la hipocresía y la maledicencia. Por eso san Pablo nos ha dicho: "El fin de este mandato es la caridad que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera." (1 Tim 1, 5)

Para combatir la hipocresía hemos de caminar en la Verdad. La Verdad que nos hace libres (Jn 8. 32). El Amor nos lleva a la Verdad y ésta nos lleva a la Vida y a la Libertad y la Justicia. Entonces vamos logrando una “Vida Nueva.” Nuestras palabras serán amables, limpias  y veraces. Nuestras actitudes serán de personas sinceras, honradas, íntegras, leales y fieles. Tendremos los mismos sentimientos, los mismos pensamientos, las mismas preocupaciones, los mismos intereses y las mismas luchas que Cristo Jesús (Flp 2, 5) Seremos capaces de cumplir los Mandamientos de Cristo Jesús, con Amor y Verdad. (Jn 13, 34- 35) Recordemos que el amor echa fuera el odio y la envidia. La verdad echa fuera la mentira y la hipocresía, y la vida echa fuera la muerte y las esclavitudes.

El Camino para sanarnos de la hipocresía y sus aliados, es Jesús: Camino, Verdad y Vida. (Jn 14, 6) El Camino es el Amor: "Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él." (1 Jn 4, 7- 9)

El amor nos lleva a la verdad, razón por que san Pablo nos ha dicho: "Por tanto, desechando la mentira, hablad con verdad cada cual con su prójimo, pues somos miembros los unos de los otros. Si os airáis, no pequéis; no se ponga el sol mientras estéis airados, ni deis ocasión al Diablo. El que robaba, que ya no robe, sino que trabaje con sus manos, haciendo algo útil para que pueda hacer partícipe al que se halle en necesidad. No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen. No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la redención. Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre vosotros. Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo." (Ef 4, 25. 32)

El que camina en la verdad, se va haciendo libre, libre, de todo lo que hace daño y que impide que el reino de Dios crezca en nosotros. Libre para amar y para servir, sin fingimiento, sin amores fingidos. El amor es como Jesús nos amó a nosotros. Tal como lo dice la Palabra de Dios: "El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SENOR para gloria de Dios Padre. Así pues, queridos míos, de la misma manera que habéis obedecido siempre, no sólo cuando estaba presente sino mucho más ahora que estoy ausente, trabajad con temor y temblor por vuestra salvación." (Flp 2, 6- 12)

Trabajar con temor y temblor para nuestra salvación equivale a seguir a Jesús, hacerse pobres espiritualmente como él, para enriquecer a otros con nuestra pobreza. Es un “Despojaos del hombre viejo” para “Revestirnos del Señor, Jesús.”



 

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