LAS PERSONAS NECESITAN SER LLAMADAS CONTINUAMENTE A CULTIVAR UNA RELACIÓN CON CRISTO


Las personas necesitan ser llamadas continuamente a cultivar una relación con Cristo

Iluminación. «No todo el que me diga: “Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. (Mt 7, 21) ,¿Por qué me llamáis: “Señor, Señor”, y no hacéis lo que digo? (Lc 6, 46)

La enseñanza de Jesús: Se presentaron donde él su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta él a causa de la gente. Le anunciaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte.» Pero él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen.» (Lc 8, 19- 21) Para el Señor Jesús nadie entra al Reino de su Padre por los lazos de la carne o de la sangre. El Señor nos presenta una “Salvación” gratuita e inmerecida, pero, no barata. Ni parientes, ni familiares, ni amigos, nadie se debe de sentir que está palanca. Ni devociones, ni rezos, ni conocimientos bíblicos o teológicos son suficientes para entrar al Reino de Dios.

Jesús en su primera predicación en la ciudad de Cafarnaúm lo proclamó con la fuerza del Espíritu Santo: Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.» (Mc 1, 14- 15) Convertíos y creed en la Buena Nueva, es lo mismo, significa “Creer en Jesucristo” esta es la voluntad de Dios: “Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros tal como nos lo mandó.” (1 de Jn 3, 23) Todo el que cree en Jesús, también confía en él, lo obedece, lo ama, le pertenece, lo sigue y lo sirve, es decir lleva una vida consagrada al Él. Por la fe en Cristo somos hijos de Dios, discípulos y servidores de Cristo (Gál 3, 26. 27). Muchos son los que viven engañados, tal como lo dice Pablo: “Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y de la astucia que conduce engañosamente al error, antes bien, siendo sinceros en el amor, crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo,” (Ef 4, 14- 15)

Esto es importante: el Apóstol no predica un cristianismo “a la carta”, según sus gustos; no predica un Evangelio según sus ideas teológicas preferidasno se sustrae al compromiso de anunciar toda la voluntad de Dios, también la voluntad incómoda, incluidos los temas que personalmente no le agradan tanto. Nuestra misión es anunciar toda la voluntad de Dios, en su totalidad y sencillez última. Pero es importante el hecho de que debemos predicar y enseñar —como dice San Pablo—, y proponer realmente toda la voluntad de Dios. (Benedicto XVI. Lectio Divina en el encuentro con los párrocos y sacerdotes de la diócesis de Roma, 10 de marzo de 2011)

Escuchemos al Señor Jesús decirnos una verdad lapidaria: “Muchos me dirán aquel Día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” Y entonces les declararé: “¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!” (Mt 7, 22- 23). Este conocimiento de Dios al hombre y de éste a Dios es amoroso, de entrega mutua y recíproco que tiene su origen en Dios que nos amó primero y nos entregó a su Hijo para sacarnos del reino de las tinieblas y llevarnos al reino de la luz; al reino de su amado Hijo (1 Jn 4, 10; Col 1, 13) La fe es para un cristiano, la respuesta de amor al amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús; la fe sobre todo es “hacer la voluntad de Dios manifestada en Cristo y en cada ser humano. ”La fe cristiana es amor, es disponibilidad para servir, aunque no te dejen. ”La fe es donación y entrega en servicio por amor a los demás, especialmente a los más débiles. El apóstol Santiago nos dice:   Por eso, desechad toda inmundicia y abundancia de mal y recibid con docilidad la Palabra sembrada en vosotros, que es capaz de salvar vuestras almas.  Poned por obra la Palabra y no os contentéis sólo con oírla, engañándoos a vosotros mismos. (Snt 1, 21- 22)

Si alguno se cree religioso, pero no pone freno a su lengua, sino que engaña a su propio corazón, su religión es vana. La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo. (Snt 1, 26- 27

La voluntad de Dios, no es la adhesión a una institución religiosa, sino, la adhesión a una Persona, aquel que nos amó y se entregó por nosotros (Ef 5, 1- 2) Para luego aceptar su Evangelio como “Norma no normada” para nuestra vida, y aceptar, su Misión y su Destino como la delicia de nuestro corazón. Y decir con san Pablo: Y poderoso es Dios para colmaros de toda gracia a fin de que teniendo, siempre y en todo, todo lo necesario, tengáis aún sobrante para toda obra buena. (1 Cor 9, 8) “Para mí la vida es Cristo y la muerte es ganancia” (Flp 1, 21) El primer servicio que los cristianos pueden dar al género humano es anunciar el Evangelio. Ya que la fe nace y crece de los que se escucha la Palabra de Cristo (Rm 10, 17) El anuncio y el testimonio del Evangelio son el primer servicio que los cristianos pueden dar a cada persona y a todo el género humano, por estar llamados a comunicar a todos el amor de Dios, que se manifestó plenamente en el único “Redentor del mundo, Jesucristo”.

El hombre que ha escuchado la esencia el Evangelio: “Dios te Ama” Te ama incondicionalmente, pero, por la “vida que llevas” no puedes experimentar su amor. Estas palabras cambiaron mi manera de pensar acerca de Dios y de mí mismo. Yo creía que Dios era poderoso, rico, lejano y castigador. Amaba a los buenos y condenaba a los malos. Como yo era malo a mí Dios no me amaba. Por el otro lado, “Yo valía por lo que tenía” porque tengo menos que muchos otros, yo valgo menos que ellos, pero, tengo más que los que tienen menos que yo. Esa experiencia de encuentro con el Señor sucedió por los caminos de la vida, en una autopista, lo leí, en parte trasera de un vehículo en momentos que iba lleno de ira y bufaba maldiciones. “Dios te ama” “A ti como eres, pero por la vida que llevas no puedes experimentar su amor”. Mi vida era de pecado, de alcohol, drogas, lujuria y de muchos otros vicios. Después, me dio una sed de leer la Palabra de Dios. Leyendo la Biblia encontré las palabras de Pablo: “El pecado nos priva de la gloria de Dios” (Rm 3, 23) “Y el salario del pecado es la muerte, pero, Dios nos da la vida en Cristo Jesús” (Rm 6, 23) “Jesucristo, el Salvador del mundo, ha nacido para morir por nuestros pecados y ha resucitado para darnos vida eterna” (cf Rm , 25) “Por la fe de Jesucristo hemos sido justificados, salvados y santificados” (cf Rm 5, 1) Esta fe y nuestra salvación es “un don gratuito e inmerecido de Dios a la Humanidad” Jesús lo proclamó: “Vengo para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10)

Por el encuentro con Cristo, Buen Pastor, nuestra vida ha sido dividida en dos: antes de conocer a Cristo y después de conocer a Cristo. Antes era tinieblas, después, sé es Luz, y los hijos de la luz son la verdad, la bondad y la justicia (cf Ef 5, 1- 8) El apóstol Pablo lo había dicho en la misma carta de los efesios: “Os digo, pues, esto y os conjuro en el Señor, que no viváis ya como viven los gentiles, según la vaciedad de su mente, sumergido su pensamiento en las tinieblas y excluidos de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su cabeza los cuales, habiendo perdido el sentido moral, se entregaron al libertinaje, hasta practicar con desenfreno toda suerte de impurezas” (Ef 4, 17- 19) Que nadie se engañe a sí mismo y que nadie se deje engañar por hombres movidos por la malicia humana (Ef 4, 14) Pues esa no es palabra de Cristo del cual hemos aprendido:  “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. «Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.” (Mt 5, 17- 20) Para Cristo Jesús, el sentido de los Mandamientos, es el amor y el servicio a Dios y a los hombres.

Creer y conversión es llenarse de Cristo. Es revestirse de Cristo, despojándose a la vez, del hombre viejo, de las tinieblas del pecado y de toda corrupción (Ef 4, 24; Rm 13, 11- 14; 2 Pe 1, 4) Es la voluntad de Dios huir de los vicios y revestirse de las virtudes. (Col 3, 5- 9: 12- 14) Para que podamos manifestar la “Obra de Dios” que ha realizado en nuestra vida para hacer de todos los creyentes una “Nueva Creación” (cf 2 Cor 5, 17) Por la acción del Espíritu Santo y nuestra respuesta hemos sido liberados de la esclavitud del Mal, de los apegos y de la esclavitud de la Ley. Nos reconciliamos por Cristo y en Cristo con Dios y con los hombres (cf Ef 2, 11ss) Nos hemos sido transformados en hijos de Dios y en hermanos (Gál 3, 26- 27; Mt 23, 9) Y nos han promovido como discípulos misioneros de Cristo como administradores de la multiforme gracia de Dios (1 Cor 4,1)

“Por esto, misericordiosamente investidos de este ministerio, no desfallecemos. Antes bien, hemos repudiado el silencio vergonzoso no procediendo con astucia, ni falseando la Palabra de Dios; al contrario, mediante la manifestación de la verdad nos recomendamos a nosotros mismos a toda conciencia humana delante de Dios. Y si todavía nuestro Evangelio está velado, lo está para los que se pierden, para los incrédulos, cuyo entendimiento cegó el dios de este mundo para impedir que vean brillar el resplandor del Evangelio de la gloria de Cristo, que es imagen de Dios. No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús.” (2 Cor 4, 1- 5)

Hay que ayudar a las personas a establecer y alimentar la relación vital con Jesucristo. Las personas necesitan hoy ser llamadas de nuevo al objetivo último de su existencia. Necesitan reconocer que en su interior hay una profunda sed de Dios. Necesitan tener la oportunidad de enriquecerse del pozo de su amor infinito. Es fácil ser atraídas por las posibilidades casi ilimitadas que la ciencia y la técnica nos ofrecen; es fácil cometer el error de creer que se puede conseguir con nuestros propios esfuerzos saciar las necesidades más profundas. Ésta es una ilusión. Sin Dios, el cual nos da lo que nosotros por sí solos no podemos alcanzar, nuestras vidas están realmente vacías. Las personas necesitan ser llamadas continuamente a cultivar una relación con Cristo, que ha venido para que tuviéramos la vida en abundancia (cf. Jn 10,10). La meta de toda nuestra actividad pastoral y catequética, el objeto de nuestra predicación, el centro mismo de nuestro ministerio sacramental ha de ser ayudar a las personas a establecer y alimentar semejante relación vital con “Jesucristo nuestra esperanza” (1 Tm 1, 1). (Benedicto XVI. Discurso en la celebración de las Vísperas y encuentro con los Obispos de Estados Unidos, 16 de abril de 2008)









Publicar un comentario

Whatsapp Button works on Mobile Device only

Start typing and press Enter to search