¿O NO SABÉIS QUE VUESTRO CUERPO ES SANTUARIO DEL ESPÍRITU SANTO, QUE ESTÁ EN VOSOTROS Y HABÉIS RECIBIDO DE DIOS, Y QUE NO OS PERTENECÉIS?
¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de
Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el santuario de Dios, Dios le
destruirá a él; porque el santuario de Dios es sagrado, y vosotros sois ese
santuario. (1 Cor 3, 16-17) ¿Cómo se destruye el templo de Dios? San Pablo nos
dice que el templo lo destruye el pecado del cual vienen los defectos de carácter,
pecados capitales, vicios. Malicia… “¡Huid de la fornicación! Todo pecado
que comete el hombre queda fuera de su cuerpo; mas el que fornica, peca contra
su propio cuerpo.” (1 Cor 6, 18) El pecado rompe la comunión con Dios y con los
hombres, tal como lo describe el Apóstol: El pecado paga con la muerte (Rm 6,
23; Ef 2, 2-3) El apóstol San Pedro lo confirma al decirnos: Rechazad, por tanto,
toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de
maledicencias. (1 Pe 2, 1)
Entró Jesús en el Templo y echó fuera a todos los que
vendían y compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los
puestos de los vendedores de palomas. Y
les dijo: «Está escrito: = Mi Casa será llamada Casa de oración. = ¡Pero
vosotros estáis haciendo de ella una = cueva de bandidos!» = (Mt 21, 13- 14)
Jerusalén y el Templo eran el “Centro religioso de los judíos” El lugar por
excelencia para dar culto a Dios. El orgullo de Israel era el Templo al que
Jesús le llama “Cueva de ladrones” porque habían convertido la “religión del
Templo en un negocio.” Encuentro el “texto
paralelo de San Mateo en San Juan: Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos
fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los
cambistas y les volcó las mesas; y dijo
a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi
Padre una casa de mercado.» Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito:
= El celo por tu Casa me devorará. (Jn 2, 15- 17)
“Quitad esto de aquí” ¿Qué es lo quiere que quitar? Jesús,
movido por el celo de Dios quiere purificar el corazón de todo hombre, de todos
los tiempos. Quiere purificar el corazón de los ídolos, los vicios, las impurezas.
Lo hace con la fuerza del Espíritu Santo: Mira
que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta,
entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo. (Apoc 3, 20) Entra en nuestro
corazón tres armas poderosas para limpiar nuestro corazón: La espada del
Espíritu (La palabra de Dios), el Amor y el perdón y el conocimiento y la
fidelidad. Jesús no quema procesos, no hace travesías, ni nos ahorra etapas ni
cuenta con palancas. Él es la verdad, el Amor y la Justicia, y quiere que todos
seamos protagonistas de nuestra salvación, gratuita, pero no barata.
El primer regalo que hace Jesús al pecador es la Palabra de
Dios. Por tanto, la fe viene de la predicación, y la predicación, por la
Palabra de Cristo. (Rm 10, 17) A los que han cre´do en su Palabra les exhorta
diciendo: “Si os mantenéis en mi
Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la
verdad os hará libres” (Jn 8, 31- 32) Escuchar la palabra y obedecerla es “entrar
en el reino de Dios” Con esa presencia en nuestro corazón comienza la Obra del
Padre en nuestro corazón: “El cambio en la manera de pensar sobre Dios y sobre
el hombre” “Cambia nuestra manera de sentir y de vivir” “Estamos ya en el
camino de la fe” y con alegría nos vamos despojando del hombre viejo. Con los
ojos fijos en Jesús podemos decir: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”
(cf Flp 4, 13) La fe se hace confianza que nos hace decir: “Yo sé en quien he
puesto mi confianza, no quedaré defraudado” ( cf 2 Tim 1, 12) La confianza va
llenando el alma del creyente de esperanza para caminar con alegría y optimismo
en la Verdad que nos hace libres, y conducirnos, hacia el amor, a Dios y a los
hombres.
Escuchemos a un Testigo del Camino decirnos: Nosotros,
por el contrario, que somos del día, seamos sobrios; = revistamos la coraza =
de la fe y de la caridad, = con el yelmo = de la esperanza = de salvación. (1
Ts 5, 8) Tres armas poderosas; armas de Luz. Caminos que nos llevan a Dios y
medios para que los dones de Dios vengan a nosotros, Tal como lo dice el
Apóstol: Por eso, también yo, al tener noticia de vuestra fe en el Señor Jesús
y de vuestra caridad para con todos los santos, no ceso de dar gracias por
vosotros recordándoos en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor
Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de
revelación para conocerle perfectamente; (Ef 1, 15- 17) Las tres son los dones
de Dios en Cristo para que construyamos el “Templo de Dios que es cada uno de
los que han permitido en sus vidas que Cristo realice la Obra del Padre en
nuestros corazones: “Tenemos presente ante nuestro Dios y
Padre la obra de vuestra fe, los trabajos de vuestra caridad, y la tenacidad de
vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor.” (1 Ts 1, 3)
Qué hermosa la enseñanza del Apóstol para comprendamos el
modo de construir nuestra casa de oración: Por eso doblo mis rodillas ante el
Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, para que
os conceda, según la riqueza de su gloria, que seáis fortalecidos por la acción
de su Espíritu en el hombre interior, que Cristo habite por la fe en vuestros
corazones, para que, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con
todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y
conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que os vayáis
llenando hasta la total Plenitud de Dios. (Ef 3, 14- 19) La presencia de los
tres: El Padre, el Espíritu Santo y el Hijo en nuestro interior realizando la
Obra del Padre, con razón san Irineo dijo que los manos del Padre son el
Espíritu Santo y el Hijo, Cristo Jesús. El Espíritu de Cristo Jesús hizo decir
a San Pablo: ¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de
Dios habita en vosotros? (1 Cor 3, 16)
El Evangelio de Jesucristo nos exhorta a tomar la decisión de
seguir a Cristo y hace de Él, el centro de nuestra vida. Dos textos, uno de
Juan y otro de Lucas nos animan a trabajar con firme determinación en la
construcción del templo espiritual que debe de ser cada uno de los cristianos: Jesús les habló otra vez diciendo: «Yo soy la luz
del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz
de la vida.(Jn 8, 12) «He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y
¡cuánto desearía que ya estuviera encendido! (lc 12, 49) La Luz de Jesús es
vida, es amor y es poder. Con su Luz me puedo conocer y reconocer mis defectos
y mis vicios. Y con el Fuego, quema y purifica todo lo que deshumaniza y
despersonaliza para que pueda crecer en fe, esperanza y caridad. Y haga de mi
vida una ofrenda que sea grata y agradable a Dios. “Os exhorto, pues, hermanos,
por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima
viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual.” (Rm 12, 1)
Tres cosas son inseparables en el recorrido de la fe: el esfuerzo, la renuncia y en
sacrificio. Con la Gracia de Dios y con mis esfuerzos voy adquiriendo una Voluntad,
firme, férrea y fuerte para amar. Sin esfuerzos no hay renuncias. La renuncia
por amor me hace conocer la libertad y las virtudes para echar fuera los
vicios. La clave de la unidad de los tres: esfuerzos, renuncias y el
sacrificio, son manifestación del Amor. Si con la ayuda del Espíritu Santo nos
enamoramos de la persona de Cristo Jesús y de todo lo que Él ama, dejamos de
enamoramos de todo aquello que antes nos esclavizaba y oprimía, nuestros vicios
y nuestros ídolos. Escuchemos las palabras de San Pablo, que como gritos de
guerra han de entrar hasta lo más profundo de nuestro ser: Despojaos,
convertíos, apartaos, levantaos, fortaleceos, alegraos y ofreceos. ( Ef 4, 23- 24; 2 tim 2, 22; Ef 5, 14; Ef 6, 10; Col 1, 12)) Para que
podamos ser el “sacrifico vivo, santo y agradable a Dios” (Rm 12, 1)
Huye de las pasiones juveniles. Vete
al alcance de la justicia, de la fe, de la caridad, de la paz, en unión de los
que invocan al Señor con corazón puro. Evita las discusiones necias y
estúpidas; tú sabes bien que engendran altercados. (2 Tim 2, 22- 23)
La noche está avanzada.
El día se avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y
revistámonos de las armas de la luz. Como en pleno día, procedamos con decoro:
nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de
rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os
preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias. (Rm 13, 12- 14)
No os mintáis
unos a otros. Despojaos del hombre viejo con sus obras, y revestíos del hombre
nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la
imagen de su Creador”
(Col 3, 9, 10).
Bendito sea el Dios y
Padre de nuestro Señor Jesucristo quien, por su gran misericordia, mediante la
Resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado a una
esperanza viva, a una herencia incorruptible, inmaculada e inmarcesible,
reservada en los cielos para vosotros, a quienes el poder de Dios, por medio de
la fe, protege para la salvación, dispuesta ya a ser revelada en el último
momento. ( 1 Pe 1,
3- 5)
Acercándoos a él,
piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios. También
vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio
espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales,
aceptos a Dios por mediación de Jesucristo. (1 Pe 2, 4- 5)
Las piedras vivas son las virtudes cristianas que Pablo
enumera como entrañas de Humildad, mansedumbre, misericordia, amor, perdón;
(Col 3, 12s) justicia y santidad (Ef 4, 24) Fe, esperanza y caridad (1 Ts 1, 3; 5, 8; Ef 1,
15- 17) Sin olvidar otras armas poderosas como la Oración, la Palabra, la
verdad, la sinceridad, la bondad, la justicia, la honestidad….
En la lucha del bien contra el mal, entre el ego y el amor, la
verdad contra la mentira y de la muerte contra la vida, el Señor Jesús, nos
hace la invitación de caminar con él: Decía a todos: «Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien
quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la
salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él
mismo se pierde o se arruina? (Lc 9, 23- 25)
Volviendo a San Pablo nos damos cuenta que no estamos solos: “Ya
que somos colaboradores de Dios y vosotros, campo de Dios, edificación de Dios.
Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como buen arquitecto, puse el
cimiento, y otro construye encima. ¡Mire cada cual cómo construye! Pues nadie
puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo.” (1 Cor 3, 9-11) Poner
nuestro fundamento, eqivale hacer “la Opción fundamental por Jesucristo”
Tomando la determinación firme de seguir por amor su huellas: “La Opción es el
tronco del árbol, las actitudes son las ramas y los frutos las virtudes, fruto
de la fe” (Gál 5, 22) Es como árbol plantado a las orillas del agua, que a la
orilla de la corriente echa sus raíces. No temerá cuando viene el calor, y
estará su follaje frondoso; en año de sequía no se inquieta ni se retrae de dar
fruto. (Jer 17, 8).
¡Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni
en la senda de los pecadores se detiene, ni en el banco de los burlones se
sienta, mas se complace en la ley de Yahveh, su ley susurra día y noche! Es
como un árbol plantado junto a corrientes de agua, que da a su tiempo el fruto,
y jamás se amustia su follaje; todo lo que hace sale bien ¡No así los
impíos, no así! Que ellos son como paja que se lleva el viento. Por eso, no resistirán en el Juicio los impíos, ni los pecadores
en la comunidad de los justos Porque Yahveh conoce el camino de los
justos, pero el camino de los impíos se pierde. (Slm 1)
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