LOS ROSTROS DE DIOS MANIFESTADOS EN CRISTO JESÚS
OBJETIVO: Ayudar a remover las falsas concepciones de
Dios y a tener claridad sobre el
verdadero rostro de Dios para poder tener un conocimiento y una comunión auténticas con Él, consigo
mismo, con los demás y con la naturaleza.
Iluminación: Le dijo Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y
nos basta.» Respondió Jesús: «¿Tanto tiempo hace que
estoy con vosotros y no me conoces, Felipe?
El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.
¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»? ¿No crees que yo estoy en el Padre
y que el Padre está en mí?
Las palabras que os digo
no las digo por mi cuenta;
el Padre que permanece en mí
es el que realiza las obras. (Jn 14, 8-9)
1
Imágenes falsas de Dios.
¿Podemos tener un Dios a nuestra medida? Quien
tenga una falsa imagen de Dios, no dudamos en afirmar que también tiene una
falsa imagen del hombre y una falsa imagen de la vida. Piensa con criterios
torcidos, invierte el orden de las cosas, ignora el sentido de su existencia,
no sabe vivir. Escuchemos a algunas
personas decir: Diosito te va a
castigar; mostrando una imagen dicen
a un niño: este es diosito; diosito
ama a los buenos pero castiga a los
malos. Muchísimas son las personas
que tiene una falsa idea de Dios. Para ellas Dios es:
1. Un Dios autoritario, juez implacable,
castigador que espera que los pecadores mueran para mandarlos al infierno. Para
estas personas cualquier cosa negativa que les sucede es un castigo de Dios.
2. Un Dios policía que se pasa el tiempo buscando
a quien cometa un pecado para castigarlo o mandarlo a la cárcel.
3. Un Dios abuelito, bonachón y paternalista que
nos quiere mucho y nos da todo lo que le pidamos, nunca nos niega nada.
4. Un Dios farmacéutico, que solo lo buscamos en
tiempo de crisis, cuando llega la enfermedad, los problemas, etc. Cuando nos va
bien ni siquiera nos acordamos de él.
5. Dios tapa huecos, un rellenador de baches,
pero sin la menor intención de realmente creer en Él.
Empecemos recordando la frase
del prologo de san Juan: “A Dios nadie lo ha visto” (cf. Jn 1,1-18). En un
momento esencial de su desarrollo, la
Biblia ha dicho: “No te fabricarás escultura imagen alguna de
lo que hay arriba en los cielos, abajo en la tierra o en los mares por debajo
de la tierra” (cf Dt 5, 8; Ex. 20,4). No se pueden hacer imágenes de Dios
porque su verdadera imagen es el ser humano, por eso, amar a Dios significa
amar a los hermanos descubriendo en ellos su presencia.
2 ¿Podemos
los hombres conocer a Dios?
Cuando Pedro confiesa que Jesús
es el “Hijo de Dios vivo, el Cristo de Dios” Mt 16, 16), Jesús le dice: “Dichoso
tu, Simón hijo de Juan, porque eso no te lo ha revelado la carne, sino mi Padre
que está en los cielos” (Mt. 16, 17ss). La afirmación de Jesús nos dice que es
posible conocer a Dios. El mismo se nos da a conocer, se nos revela y se nos
manifiesta. Qué hermoso es creer en la respuesta que Jesús le da a Felipe: “Le dijo Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»
Respondió Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces,
Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: «Muéstranos
al Padre»?” (Jn 14, 8-9)
Decir que Dios tiene rostro es
decir que Dios existe, que Dios es, y es decir que Dios se manifiesta y actúa.
Nosotros por la Revelación
sabemos cuál es el objetivo para nuestra vida: Conocer, amar y servir a Dios en esta vida, y después, la Gloria.
Este conocimiento de Dios brota de la gracia que nos da la certeza de que Dios
nos ama y nos transforma para que nosotros también lo amemos, es decir, lo
veamos con los ojos del amor que nos ha dado, Jesucristo, mediante el don de su
Espíritu. El Espíritu Santo nos da la certeza de que Dios es un Padre misericordioso;
es Amor y Perdón. Pero vayamos al Evangelio y leamos una de las tres parábolas
de la misericordia divina que nos presenta el Evangelio de Lucas. (Lc. 15,
11ss). En Jesucristo Dios nos ha manifestado su Amor, su Perdón, su Santidad y su Libertad.
3 Los Rostros del Dios de la Biblia.
1. Dios es Padre.
El ser Padre es
el primer rostro de Dios. Padre es el Nombre personal de Dios que Jesús nos ha
revelado en el Nuevo Testamento: “Padre,
les he revelado tu Nombre” (Jn. 17, 6). Dios es Padre porque es Creador y
fuente de vida. “Escucha Israel, el Señor que te creo te dice: no tengas miedo,
yo te conozco y te llamo por tu nombre…” (Is. 43, 1-5) San Pablo en la carta a
los Efesios nos dice: “Me pongo de rodillas delante del Padre de quien recibe
su nombre todo familia, tanto en el cielo como en la tierra” (Ef. 3, 14). Dios
es nuestro Padre porque nos ha llamado a cada uno por su nombre, es decir, nos
llamó, movido por su amor, a la
existencia: “Me formó en el seno materno”; pero el texto que mejor nos explica
la paternidad de Dios nos dice de un amor muy viejo: “Bendito sea Dios, Padre
de nuestro Señor Jesucristo que nos ha bendecido desde el cielo….” ”Desde
antes de la creación del mundo Dios nos eligió en Cristo para estar en su
presencia, santos e inmaculados en el amor”; “y nos destinó a ser adoptados como hijos suyos mediante
Jesucristo” (Ef. 1, 3-5).
En la carta a los Gálatas nos dice la Sagrada Escritura :
“Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu que clama en nosotros: “ABBA
PADRE”. (cfr. Gál. 4, 6). El Mismo Jesús
Nuestro Señor nos dice: “Todos ustedes son hermanos” (Mt. 23, 8). Ese es el
Gran Deseo de Dios tener una familia en la cual todos se sientan sus hijos, se
reconozcan como hermanos; familia en la que ha de haber una solicitud mutua,
una reconciliación continua y un compartir sin límites.
2. Dios es Amor. (1Jn. 4, 7-20).
Dios
es Amor. (1 de Jn. 4,16) No se trata de confundir a Dios con un amor
cualquiera, sino de identificarlo con aquel Amor que hemos descubierto en Jesús
y que nos llevó a entregar la vida por sus hermanos.
El amor es el segundo rostro
de Dios. “Dios es amor, y conocer a Dios es amarnos los unos a los otros. Pues
todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios” (1 de Jn. 2, 29). El amor es
una gracia que nos antecede, no la hemos inventado nosotros, sino don del mismo
Dios de gracia. El amor no es algo que nosotros hacemos, no podemos crear el
amor. El amor es limpio, puro y divino. El amor de nuestro Padre celestial es
además, incansable e incondicional, está siempre disponible a salir en busca de todos,
de buenos y de malos.
En la Parábola del hijo pródigo
vemos que el Padre toma la iniciativa para salir al encuentro del hijo menor
que regresa, y hace una fiesta en su honor, pero también, su amor de padre
bueno, lo hace salir en busca del hermano mayor que lleno de celos se niega a
entrar en la casa y encontrarse con su hermano que ha vuelto a Casa. “Hijo mío, todo lo mío es tuyo”. (Lc. 15,
31) Lo que cuenta no es saber que Dios
es amor y nos ama, sino el de tener experiencia de su amor. Esta experiencia de
encuentro con Dios nos lleva a una doble certeza: la certeza de que Dios nos
ama y la certeza de que también nosotros lo amamos, porque el Mandamiento nos
dice: “Amar al prójimo es amar a Dios” (1 Jn. 4,11-12) “Y el que ama a Dios que
ame también a su prójimo”.
3. Dios es Perdón.
El Perdón es el
tercer rostro de Dios. Para Dios perdonar es amar. Es crearnos de nuevo. Dios
nos perdona porque es misericordioso y tiene misericordia para con todos los
pecadores. Dios nos perdona porque nos
ama. En el Padre Nuestro nos invita a dar perdón a quienes nos hayan ofendido.
Jesús en la cruz oró por quienes lo crucificaban y los disculpó ante su Padre,
diciendo: “perdónalos Padre porque no saben lo que hacen”. El Señor Jesús hace hasta el último momento
de su vida lo que Él había enseñado con sus Palabras. ¿No nos había enseñado a amar
aún a los enemigos: “Ama a tu enemigo y ora por quien te persigue” (cf Mt 5, 44;
Lc 6, 27ss) Frente al pecado del hombre Dios manifiesta su Poder perdonando,
dando de su misericordia a los pecadores que se decidan a volver a la “Casa del
Padre”. No hay pecado que Dios no perdone cuando existe el arrepentimiento.
Escuchemos a Dios hablarnos en la Sagrada Escritura.
V Dios perdona al
pecado que se acusa (Sal. 32, 5) Es un Padre que perdona todo a sus hijos (Sal.
103, 8-14) Es el Dios de los perdones (Neh. 9, 17) Y de las misericordias (Dn.
9,9)
Por otro lado
el mismo Señor nos enseña en la oración del Padre Nuestro que Dios no puede
perdonar al que no perdona, y que para implorar el perdón de Dios hay que
perdonar al propio hermano. (Lc. 11, 4)
4. Dios es Libertad
“Donde está el
Espíritu del Señor allí está la libertad”
(2 Cor. 3, 17). No confundamos la libertad con el libertinaje; éste
deshumaniza y despersonaliza. El Espíritu Santo, no es espíritu de esclavitud,
sino de libertad, de valentía que nos hace amar a Dios y acercarnos a todos los
hombres para con valentía anunciarles el Evangelio de Cristo. “Hermanos, habéis
sido llamados a la libertad” (Gál. 5, 13) Esa es nuestra vocación. Para ser
libres nos liberó Cristo de la esclavitud del pecado (Gál. 5,1). San Juan en su
Evangelio nos muestra el camino de la libertad; dice a los que han abrazado la
fe: “Permanezcan unidos a mi Palabra y conoceréis la verdad y la verdad os hará
libres” (Jn. 8, 31-32).
Libres ¿de
qué? Libres de la esclavitud del pecado
que nos hace llevar una vida arrastrada.
El Creyente es libre en cuanto que en Cristo ha recibido ya el perdón y el poder
de vivir en la intimidad del Padre sin las ataduras del pecado, de la muerte y
de la ley. Libres ¿para qué? Libres para conocer la verdad, para servir al
Señor y amar a los hermanos. Libres para ser amos y señores de las cosas, de
nosotros mismos; para caminar con los pies sobre la tierra, con dominio propio,
con dignidad.
El hombre fue
creado por Dios por amor, con amor y para amar…pero la verdad es que solo, y en
la medida que seamos libres, podemos conocer, manifestar y dar el amor de Dios
a los demás. La experiencia del amor de Dios es el motor de arranque de la vida
cristiana y de la vida familiar. Solo el amor llena los vacíos del corazón
humano y orienta nuestra vida hacia la Verdad , la Justicia y la Solidaridad.
Dios siempre
nos ama y llena nuestra vida de manifestaciones amorosas, liberadoras y
gozosas. Todo lo bueno que tenemos y que hacemos nos habla del amor
incondicional de Dios para cada una de sus criaturas. Nada ni nadie queda fuera
del amor que Dios nos tiene. Él, nos manifiesta su bondad por medio de nuestros
seres queridos, de nuestros amigos, familiares y por medio de acontecimientos.
Por lo tanto, nos hace instrumentos de su amor, y como si fuéramos canales de
su gracia, por nuestro medio Dios ama a los enfermos, a los pobres, a los débiles…
4
¿Cómo es el
Amor de Dios?
En Dios el amor es donación,
entrega, promoción, servicio… para que el hombre al tener de lo suyo se
realice, dándose y entregándose a los demás para ayudarlos a realizarse como
personas importantes y valiosas. Para entender como es el amor de Dios tenemos
que abandonar criterios rancios y torcidos sobre Dios, sobre el hombre y sobre
la vida. La experiencia de Dios en nuestra existencia nos da una nueva mirada y
una nueva comprensión de la realidad: Vernos y pensarnos como Él nos ve y nos
piensa; valorarnos y aceptarnos como Él nos valora y nos acepta para que
podamos amarnos como Él nos ama. La experiencia de Dios nos dice como es el
amor que Dios nos tiene.
- Personal y
universal a la misma vez. Ama cada uno de nosotros y ama todos
los hombres. Nadie es excluido del amor de Dios. Cristo vino y murió por
todos, buenos y malos, pobres y ricos, negros y blancos, hombres y
mujeres.
- Incansable
e incondicional: Dios no se cansa de amarnos como tampoco nos
pone condiciones. Con amor paciente busca sin cansarse a las ovejas
perdidas, y las busca hasta encontrarlas (cf Lc 15, 4). Los amores humanos
son condicionados, utilitaristas y pragmáticos, en Dios en cambio, su amor
es incondicional. Nos ama, a pesar de que hagamos cosas malas, y, aún
sabiendo que lo vamos a rechazar (cf Rom 5, 6).
- Eterno e
infinito: no tiene límites y no cambia, nos ama siempre y hasta siempre
(cf Jer 31, 3). El corazón de Dios es como un mar inmenso de amor. No
podemos abarcarlo ni tocar fondo, pero su voluntad es que los hombres nos
sumerjamos en el mar de su amor, nademos en él y nos empapemos con su
gracia.
Dios quiere dar al hombre un
corazón grande en el cual habite la bondad, la justicia, la paz, el gozo…Solo
cuando Dios ensancha nuestro corazón podemos salir de nosotros mismos para ir
al encuentro del amor…aceptando que somos dones de Dios para el Mundo, para la Iglesia , para la sociedad…El
hombre se realiza en la medida que camine en la vida con un corazón lleno de
amor, como fuerza que lo hace darse y entregarse como don de Dios para los
demás.
¿Será suficiente con saber
que Dios es amor y nos ama? ¿Perdona el Señor nuestros pecados, aún a pesar de
nuestra voluntad? ¿Qué es lo que impide que experimentemos el amor que Dios nos
tiene?
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