SOMOS PECADORES LLAMADOS A SER UNA NUEVA CREACIÓN.

 


SOMOS PECADORES LLAMADOS A SER UNA NUEVA CREACIÓN.

¿Qué diremos, pues? ¿Qué debemos permanecer en el pecado para que la gracia se multiplique? ¡De ningún modo! Los que hemos muerto al pecado ¿cómo seguir viviendo en él? ¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. (Rm 6, 1- 4)

Se hemos resucitado con Cristo, es porque primero morimos con él. Y si morimos con él, es porque estábamos vivos, habíamos  nacido de Dios por la fe en Cristo Jesús (Jn 1, 12; Rm 10, 17) El bautismo es el sacramento de la fe, según el mandato de Jesús a sus discípulos: Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.(Mc 16, 15- 16) Por el bautismo participamos de la Pascua de Cristo. Nos incorporamos y nos revestimos de Cristo (Gál 3, 26- 27) Por so Pablo nos invita a poner nuestra mirada en lo Alto:

“Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios. Poned vuestro corazón en las cosas del cielo, no en las de la tierra.” (Col 3, 1-2) Las cosas del cielo son las virtudes cristianas, los dones del Espíritu Santo, la vida en Cristo, el Reino de Dios… Así lo dice el apóstol Santiago: La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz; y su fruto es la justicia. (St 3, 17-18)

 Busquemos los frutos de la Luz que son la bondad, la verdad y la justicia (Ef 5, 9) Busquemos revestirnos de Cristo: “pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección.” (Col 3, 12- 14)

“Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él.” (Col 3, 3- 4) Ese día escucharemos las palabras de Cristo: “Venid benditos de mi Padre a participar de la alegría de su Señor” “Y a tomar posesión del Reino que mi Padre les tiene reservado desde antes de la creación del mundo” (cf Mt 25, 34) Porque habéis participado de mi Pascua, de mi muerte y de mi resurrección. Podemos decir con alegría las palabras del libro de la sabiduría:  “Aprendí la sabiduría sin malicia, reparto sin envidia, y no me guardo sus riquezas. Porque es un tesoro inagotable para los hombres: los que lo adquieren se atraen la amistad de Dios, porque el don de su enseñanza los recomienda.” (Sb 7, 13-14)

Podemos cantar con san Pablo: Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación. Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios! (2 de Cor 5, 17- 20) La reconciliación viene del perdón de los pecados por la fe en Jesucristo, y en el perdón se da el Nuevo Nacimiento, somos una nueva Creación, hemos entrado en su Pascua. Hemos entrado en la Nueva Alianza, cuyo signo es el Espíritu Santo. Ahora le pertenecemos a Cristo, lo amamos y le servimos: somos sus discípulos. Somos y pertenecemos a la Familia de Dios: somos sus hijos y hermanos de los demás.

¿Qué hacer ahora? Rechacemos lo viejo, el pecado: Rechazad, por tanto, toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias.(1 de Pe 2,1) Huye de las pasiones juveniles. Vete al alcance de la justicia, de la fe, de la caridad, de la paz, en unión de los que invocan al Señor con corazón puro. (2 de Tim 2, 22) Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.» (Lc 9, 62) Pa´ tras, ni pa´ agarrar impulso.

«No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino. «Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla; porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran.(Lc 12, 32- 36)

A esto le llamamos amar y seguir a Cristo: Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? (Lc 9, 23- 25)

Digamos con Pablo: con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí. No tengo por inútil la gracia de Dios, pues si por la ley se obtuviera la justificación, entonces hubiese muerto Cristo en vano. (Gál 2, 19- 21)

 

 

 



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