EL KERIGMA PREDICADO ES EL PRIMER ANUNCIO APOSTÓLICO

 


 EL KERIGMA PREDICADO ES EL PRIMER ANUNCIO APOSTÓLICO

Iluminación: «Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado.»(Hch 2, 36)

El Kerigma es el primer anuncio apostólico predicado por los Apóstoles. Mensaje poderoso que atravesaba los corazones de hombres y mujeres para llevarlos a la fe en Jesucristo, y por la Fe a la Esperanza que se desplegaba hacia la Caridad. Asistidos con la Fuerza del Espíritu Santo daban el Kerigma de manera sencilla, a modos de un cuento. Escuchemos a Pedro decirnos el día de Pentecostés:

«Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazoreo, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, a éste, que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; a éste, pues, Dios le resucitó librándole de los dolores del Hades, pues no era posible que quedase bajo su dominio (Hec 2, 22- 24)

Lo resumían con tres verdades que son puestas como el fundamento, origen y contenido de la fe: Jesucristo es el Hijo de Dios, fue muerto, ha resucitado y es Cristo y Señor. Es la Palabra que se hizo hombre y puso su Morada entre nosotros (Jn 1, 14) Nació pobre y vivió pobre, para enriquecernos con su pobreza (2 de Cor 8, 9) Fue bautizado en el río Jordán por Juan el Bautista para ser Ungido con el Espíritu Santo. Ungido para ser Cristo y Mesías. Fue llevado al desierto para prepararse para la Misión que Dios le había encargado, la liberación de los hombres. Luchó contra el Poder del mal, y lo venció y lo ató para luego irse a invadir los terrenos del Diablo para liberar a los oprimidos por el Maligno. (Mt 4, 1- 10; Jn 10, 38)

Durante su vida pública predicó su Palabra para sembrar en el corazón de los hombres el reino de su Padre. Hizo milagros y exorcismos como pruebas de que el reino del mal había llegado a su fin, para dar comienzo a  la época de la Gracia, al Reino de Dios. Llamó a los doce Apóstoles para estar con él, Les enseñó el camino del amor y del servicio, para un día ser enviados con Poder a predicar su Evangelio. Al final de sus días, los poderes de este mundo se unieron para matarlo: el poder político, el poder económico y el poder religioso llenos de envidia y de odio lo mataron por medio de gente malvada. Así lo predicaban los Apóstoles:

El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole de un madero. La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión, el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen. (Hch 5, 30-32)

Jesús murió para el perdón de los pecados y resucitó para darnos vida eterna y para darnos el don del Espíritu Santo. Jesús entregó su vida, derramó su sangre para pagar el precio de rescate y sacarnos del pozo de la muerte y llevarlos al reino de la Luz (Col 1, 13- 14) Jesús es nuestro redentor, el que pagó el precio de rescate por nuestra salvación.

Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: “Jefes del pueblo y ancianos, puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, para saber cómo fue curado, sépanlo ustedes y sépalo todo el pueblo de Israel: este hombre ha quedado sano en el nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores, han desechado y que ahora es la piedra angular. Ningún otro puede salvarnos, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos”. (Hec 4, 8- 12).

Jesús nuestra Salvador y es nuestra Salvación. Es la Piedra Angular que fue despreciada, rechazada y crucificada, pero, que Dios la ofrece a los asesinos de su Hijo como Salvación, gratuita e inmerecida para que todo el que crea en él se salve. Dios se venga perdonando y salvando a sus enemigos.

Los temas del Kerigma:

1)     El amor de Dios a todos los hombres. Dios es amor.

2)      El pecado y sus consecuencias. El salario del pecado es la muerte.

3)      Jesucristo, la respuesta de Dios al hombre pecador. Nuestro Salvador.

4)      La fe en Jesucristo y la conversión. El que crea y se convierta se salva.

5)      El Señorío de Cristo. Es el camino para destruir los ídolos y aceptar su divinidad.

6)      Las Promesas del Espíritu Santo que viene a actualizar en nosotros la Obra de Cristo.

7)      La Comunidad, Servidora, en Comunión, en Participación y en Misión.

El sentido del Kerigma es llevarnos al conocimiento amoroso de Cristo para ser parte viva de su Cuerpo y de una Comunidad fraterna, solidaria y servicial, la Comunidad de Cristo conducida por el Espíritu Santo a la Intimidad con Dios y al encuentro con los hombres para iluminarlos con la Luz del Evangelio e invitarlos a participar de la Salvación, gratuita e inmerecida, pero, no barata.

El no conocer el Kerigma, es no conocer la Palabra de Cristo, nuestros rezos, devociones y nuestros servicios pueden estar el peligro de no ser válidos, por la ausencia de una fe sincera que brota y nace de la escucha y obediencia de la Palabra de Dios (Rm 10, 17) La fe y el amor a Dios y a los hombres son inseparables (Gal 5, 6) Y son la señal que estamos caminando en la Verdad que nos hace libres (Jn 8, 32) Y que hemos pasado de la muerte a la vida (1 de Jn 3, 14).

Por eso la Iglesia tiene como su principal Misión dar el Kerigma, para que todos estemos kerigma tizados, por el primer anuncio apostólico. Anunciar a un Cristo vivo, vivificante y vivificador. A un Cristo resucitado que es el Señor y Dios de la Iglesia y del Universo (Jn 20, 28)

 

 

 

 

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