DICHOSOS LOS POBRES DE ESPÍRITU PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS.

 


DICHOSOS LOS POBRES DE ESPÍRITU PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS.


Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas. (Cf. Ef 4, 23-24)

Jesús, como permanece para siempre, tiene un sacerdocio eterno. De aquí que tiene poder para llevar a la salvación definitiva a cuantos por él se vayan acercando a Dios, porque vive para siempre para interceder por ellos. Y tal era precisamente el sumo sacerdote que nos convenía: santo, sin maldad, sin mancha, excluido del número de los pecadores y exaltado más alto que los cielos. No tiene necesidad, como los sumos sacerdotes, de ofrecer víctimas cada día, primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo. Esto lo hizo una vez por todas, ofreciéndose a sí mismo. (Hb 7, 24-27)

Jesús es sacerdote porque es el intercesor por sus hermanos y se ofreció a sí mismo, como víctima viva, santa y agradable a Dios. Toda su vida fue sacerdotal, desde su Nacimiento hasta su muerte. Pablo describe su vida como un servicio a Dios y a los hombres: "El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz." (Flp 2, 6- 8)

“Y tal era precisamente el sumo sacerdote que nos convenía: santo, sin maldad, sin mancha, excluido del número de los pecadores y exaltado más alto que los cielos.” ¿Qué características podemos ver en el Sumo y Eterno Sacerdote? La primera es la pobreza: “Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza.” (2 de Cor 8,9) Veamos el Sermón de la Montaña y en cada bienaventuranza encontramos un perfil del Rostro de nuestro Sacerdote: Jesús es “Dichoso porque  es el pobre y de él es el reino de los cielos (Mt 5, 3). Es un anawin, uno de los pobres de Dios, abierto siempre a la confianza de la providencia del Padre. Pertenece al pequeño resto, al resto fiel (Sof 3, 12- 14) Esa fue su forma de pensar, de vivir de orar, de servir, haciendo de la Voluntad de su Padre, la delicia de su corazón (Jn 4, 34)

En segundo lugar Jesús dijo: Dichoso el “manso” por que heredará la tierra. La mansedumbre implica fuerza y serenidad para vencer toda agresividad y vencer con amor al odio. Esto en concordancia lo que él mismo Jesús dijo: “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados y yo les daré descanso” (Mt 11, 28) Es lo que se vió en la Pasión de Jesús, lo llenaron de burlas, lo abofetearon lo escupieron, y él respondió con paz y serenidad, sin palabras. Con el bien venció al mal (Mt 26, 67; Rm 12, 21) Con esto Jesús les comprobó que él era manso de corazón.

En tercer lugar Jesús en aquel monte dijo: Dichoso el que esta triste “porque Dios lo consolará. Nos preguntamos: ¿Alguna vez Jesús estuvo triste? Cuando le dice a la gente: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo, y sí, uno come de este pan, vivirá para siempre” (Jn 6, 51) Muchos de sus discípulos, lo dejaron y lo abandonaron y ya no andaban con él (Jn 6, 66) Jesús se siente abandonado, y esto le produce tristeza. Ante la tumba de su amigo Lázaro, Jesús lloró (Jn 11, 35) Como también compartió las lágrimas de la viuda de Naím /Lc 7, 12- 15) Pero es en Getsemaní donde Jesús manifiesta mejor el sentimiento de tristeza: “Padre, si quiere aparta de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad (Lc 22, 42) Jesús padece tristeza y entiende la tristeza de los demás.

En cuarto lugar Jesús declara dichoso al humilde “porque heredará la tierra,” Es lo que vemos en la vida de Jesús que prefirió nacer en pesebre porque no hubo lugar en una posada. Jesús nació pobre, vivió pobre y murió pobre. Fue enterrado en un sepulcro prestado, menos mal que fue por un poco tiempo. Una humildad que nunca empequeñeció su conciencia, como tampoco lo hizo abrazar la contingencia, todo siguiendo para hacer la voluntad de su Padre.

En quinto lugar Jesús llama dichoso al “cumplidor de la voluntad de Dios.” En forma de hambre y sed de Justicia. Cómo él mismo lo dirá: Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre. Voluntad que era padecer el Pasión y su muerte de cruz (Flp 2, 8) “Hambre y sed de su Palabra”

En sexto lugar Jesus llama dichoso al “misericordioso porque Dios tendrá misericordia de él.” Jesús tuvo su corazón lleno de entrañas de misericordia y de compasión. “Se compadecía al ver a las multitudes al haberlas habitadas y agobiadas (Mt 9, 36) Jesús todolo hace por compasión sanó a los ciegos que estaban sentados junto al camino (Mt 20) Sanó a un leproso que le pidiera que lo limpiara (Mt 8. 2- 3) Jesús no es indiferente ante el sufrimiento de los demás hace suyo su problema y su dolor.

En séptimo lugar Jesús llamo dichoso al “limpio de corazón, porque él verá a Dios.” Jesús hace referencia a la pureza de corazón, a la recta intensión y a la pureza de costumbres. Jesús hace referencia  a la limpieza de conciencia, a la autenticidad que él defendió en su vida y enseñanza, hasta su muerte. A Jesús nadie lo pudo acusar de haber estafado, engañado o enredado. Nunca nadie lo acusó de haber manipulado o haber utilizado a alguien (Ni el Sanedrín pudo acusarlo de esto)

En octavo lugar Jesús llama dichoso al “Pacifico, por que será llamado hijo de Dios” El saludo de Jesús para sus discípulos es siempre “La Paz sea con Ustedes.” La paz es armonía, es calma es serenidad. (Jn 14, 27) Una paz que es armonía que brota del corazón, del interior de la perdona y que se trasmite a los demás por sí misma, venciendo así las aflicciones del mundo (J 16, 33) Jesús fue desde su nacimiento el Príncipe de la paz (Is 9, 5).

Por último, Jesús declara dicho al “perseguido, porque será suyo el reino de los cielos” Jesús toda su vida fue perseguido durante su vida pública por los fariseos, saduceos y herodianos que lo acechaban constantemente para discutir con él y desacreditarlo. Lo espiaban para ponerlo a prueba para tener de que acusarlo y entregarlo a los tribunales. Era incómodo para mucha gente y querían eliminarlo, no sólo a Jesús, sino también a su Mensaje. (Mt 22, 16; Mt 26, 55. 59; Mc 8, 11. 28; Luc 20, 20; Jn 8, 5- 6; Jn 11, 50)

Eso es lo que Jesucristo enseñó humanamente  a los demás: ser fuertes, firmes y resistir valientemente. Al final de sus días dijo: “Nadie me quita la vida, sino que yo la doy libremente” (Jn 10, 18)

Jesús es nuestro Sumo Sacerdote: ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia para rendir culto a Dios vivo! (Heb 9, 14) Jesús encarnó las bienaventuranzas para dejárnoslas como modelo de vida para todos sus discípulos. Lo lograremos en la obediencia a la Palabra de Dios. (Jn 14, 23)

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