POR QUE USTEDES NO CREEN QUE YO SOY MORIRÁN EN SU PECADO

 


POR QUE USTEDES NO CREEN QUE YO SOY MORIRÁN EN SUS PECADOS

En aquellos días, los hebreos salieron del monte Hor en dirección al Mar Rojo, para rodear el territorio de Edom; pero por el camino, el pueblo se impacientó y murmuró contra Dios y contra Moisés, diciendo: “¿Para qué nos sacaste de Egipto? ¿Para qué muriéramos en el desierto? No tenemos pan ni agua y ya estamos hastiados de esta miserable comida”. Entonces envió Dios contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. El pueblo acudió a Moisés y le dijo: “Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti. Ruega al Señor que aparte de nosotros las serpientes”. Moisés rogó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió: “Haz una serpiente como ésas y levántala en un palo. El que haya sido mordido por las serpientes y mire la que tú hagas, vivirá”. Moisés hizo una serpiente de bronce y la levantó en un palo; y si alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce, quedaba curado. Nm 21, 4-9

 

El desierto geográfico es una tierra inhabitable e inhóspita. De día es muy caliente y de noche es muy fría. En una tierra llena de animales ponzoñosos. Para la literatura tardía de los judíos el desierto es el lugar de la “Victoria de Dios.” Cómo también es el lugar donde habitan los demonios. Allá es llevado el pueblo, más tarde los profetas y después Jesucristo. Por el camino, el pueblo se impacientó y murmuró contra Dios y contra Moisés, diciendo: “¿Para qué nos sacaste de Egipto? ¿Para qué muriéramos en el desierto? No tenemos pan ni agua y ya estamos hastiados de esta miserable comida.”

El alimento miserable es el Maná que Dios les daba día a día. Estaban fastidiados y murmuraban contra él. Lo mismo que hoy día muchos murmuran contra el Pan de Cristo, la eucaristía, ya no nos dice nada, es pan desabrido, lo cómo y no me hace algo. Ya no me sirve o nunca me ha servido. Entonces envió Dios contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. Pablo nos dice: "Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo. Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y muchos débiles, y mueren no pocos." (1 de Cor 11, 27- 30)


El pueblo reconoce sus pecados y pide perdón a Dios y a Moisés. Ruega a Dios por nosotros. Y Moisés rogó por el pueblo. Y Dios le respondió: “Haz una serpiente como ésas y levántala en un palo. El que haya sido mordido por las serpientes y mire la que tú hagas, vivirá”. Moisés hizo una serpiente de bronce y la levantó en un palo; y si alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce, quedaba curado.

 

La serpiente de bronce levantada en un palo, era figura de Cristo que le dijo al pueblo: “Cuando yo sea levantado en alto, atraeré muchos hacia mi.” (Jn 12, 32)  Para que sean sanados de las mordidas de las serpientes que son las concupiscencias de la carne. El pecado paga con la muerte (Rm 6, 23) Dios en cambio nos da la vida en Cristo Jesús:”Nos perdona, en virtud de la sangre de Cristo” (Flp 1, 7) “Y lava nuestras conciencias de los pecados que llevan a la muerte” (Heb 9, 14)

Ver significa creer en Jesús. Como también creer significa ir a Jesús: Creer que nos amó y se entregó por nosotros para que nuestros pecados sea perdonados. Creer en la persona de Jesús y en su enseñanza: "Jesús gritó y dijo: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; y el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas."(Jn 12, 44, 46)

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Yo me voy y ustedes me buscarán, pero morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden venir”. Dijeron entonces los judíos: “¿Estará pensando en suicidarse y por eso nos dice: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden venir’?” Pero Jesús añadió: “Ustedes son de aquí abajo y yo soy de allá arriba; ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Se lo acabo de decir: morirán en sus pecados, porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados”. (Jn 8, 24)

¿Qué tengo que hacer para salvarme? Creer en la divinidad de Jesús: “Yo Soy” El Nombre que Dios reveló a Moisés en la zarza ardiente. Creer que Jesús es Emmanuel, Dios con nosotros, entre nosotros y en favor de nosotros. Jesús es la Palabra que se hizo hombre y puso su Morada entre nosotros (Jn 1, 14) Jesús porque era Dios tenía autoridad sobre el pecado, la muerte, la enfermedad, la naturaleza y sobre los malos espíritus. Porque Jesús y su Mensaje, es el mismo ayer, hoy y siempre (Heb 13, 8) Jesús desde su nacimiento, en vida y crucificado, resucitado y glorificado es: “Mi Señor y mi Dios” (Jn 20, 28)

 Jesús prosiguió: “Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta; lo que el Padre me enseñó, eso digo. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada”. Después de decir estas palabras, muchos creyeron en él. (Jn 8, 21-30)

“Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta.” Jesús crucificado está manifestando el Amor infinito de Dios a los hombres. “Nos amó hasta el extremo” (Jn 13, 1) “Se hizo obediente hasta la muerte de Cruz (Flp 2, 8) “Murió por nosotros” y en nuestro lugar. No nos humilló y no nos juzgo, se humilló a sí mismo y abrazó la Cruz por amor. Desde la Cruz Jesús dice a la humanidad: “Yo Soy” Crean en mí porque los amo: “Yo Soy Rey” Tal como se lo había dicho a Pilatos. Y Dios desde la cruz, nos dejó a su Madre (Jn 19, 25s) “Pidió a su Padre perdón por los pecados de los hombres” (Lc 23, 34) Y entregó su espíritu por la humanidad: “Entregó su espíritu.”

Jesús desde la cruz es débil, es frágil, está clavado, está atado y con sus brazos extendidos abraza a todos para decirnos que nos ama, a todos sin excepción. "Pero él me dijo: «Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza». Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo." (2 de Cor 12, 9).

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