NO TENEMOS UN SACERDOTE INCAPAZ DE COMPADECERSE DE NUESTRAS DEBILIDADES

 


NO TENEMOS UN SACERDOTE INCAPAZ DE COMPADECERSE DE NUESTRAS DEBILIDADES

“Vemos a Jesús coronado de gloria y de honor por haber padecido la muerte. Así, por amorosa dignación de Dios, gustó la muerte en beneficio de todos. Pues como quisiese Dios, por quien y para quien son todas las cosas, llevar un gran número de hijos a la gloria, convenía ciertamente que perfeccionase por medio del sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación.” (Hb 2, 9b-10)

"Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?»" (Lc 24, 25- 26) Jesús ahora está sentado a la derecha del Padre, está sentado en el poder de su divinidad. En su vida histórica padeció, sufrió y murió en favor de muchos, su sufrimiento fue el camino de su perfección. Por amor se hizo obediente hasta la muerte de Cruz (Flp 2, 8) Ahora todo es sometido a los pies de Cristo: "Bajo sus pies sometió todas la cosas y le constituyó Cabeza suprema de la Iglesia, que es su Cuerpo, la Plenitud del que lo llena todo en todo"(Ef 1, 22- 23)

"En él también vosotros, tras haber oído la Palabra de la verdad, el Evangelio de vuestra salvación, y creído también en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la Promesa, que es prenda de nuestra herencia, para redención del Pueblo de su posesión, para alabanza de su gloria." (Ef 1, 13- 14) Todos, hombres y mujeres que hemos creído en la Persona de Jesús y hacemos de su Evangelio la Norma de nuestra vida, estamos sentados a la derecha del Padre en la unión con Cristo Jesús. "Pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amo, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo - por gracia habéis sido salvados - y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús, a fin de mostrar en los siglos venideros la sobreabundante riqueza de su gracia, por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús."(Ef 2, 4- 7)

Todo es por Gracia de Dios manifestada en Cristo: Sumo y Eterno Sacerdote que se ofreció como víctima en el altar de su corazón para el perdón de nuestros pecados. “Teniendo un sumo sacerdote que penetró y está en los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, mantengamos firme la fe que profesamos. No tenemos un sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, al contrario, él mismo pasó por todas las pruebas a semejanza nuestra, fuera del pecado.” (Hb 4, 14-15) “La Palabra se hizo hombre y puso su Morada entre nosotros” (Jn 1, 14) "Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza."(2 de Cor 8, 9) La Pobreza de Jesús es su Encarnación, hacerse uno de nosotros. La riqueza de Jesús es ser el Hijo de Dios, el Hermano Universal y el Servidor de los hombres. Su pobreza es fuente de nuestra riqueza, la de Cristo.

“Tal era precisamente el sumo sacerdote que nos convenía: santo, sin maldad, sin mancha, excluido del número de los pecadores y exaltado más alto que los cielos. No tiene necesidad, como los sumos sacerdotes, de ofrecer víctimas cada día, primero por los propios pecados y luego por los del pueblo. Esto lo hizo nuestro Señor Jesucristo una vez por todas, ofreciéndose a sí mismo.”  (Hb 7, 26-27)

Cristo por su Pascua, su muerte y resurrección, ha sellado la Nueva y Eterna Alianza para dar a luz al Nuevo Pueblo de Dios: "Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz vosotros que en un tiempo no erais pueblo y que ahora sois el Pueblo de Dios, de los que antes no se tuvo compasión, pero ahora son compadecidos." (1 de Pe 2, 9- 10)

“Cristo se presentó como sumo sacerdote de los bienes futuros y entró de una vez para siempre en el santuario. Entró a través de una Tienda de Reunión más sublime y perfecta, no fabricada por mano de hombre, es decir, no perteneciente a este mundo. Y entró no con sangre de machos cabríos ni de novillos, sino con su propia sangre, obteniendo para nosotros una redención eterna.” (Hb 9, 11-12) La redención hace referencia al Sacrificio perfecto de Cristo Jesús: “Sabiendo que habéis sido rescatados de la conducta necia heredada de vuestros padres, no con algo caduco, oro o plata, sino con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo,"(1 de Pe 1, 18- 19)

Jesús, para santificar con su propia sangre al pueblo, padeció la muerte fuera de la ciudad. Salgamos, pues, hacia él fuera del campamento, cargando con su oprobio. Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que vamos buscando la futura. Por medio de él ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el tributo de los labios que van bendiciendo su nombre. (Hb 13, 12-15) Nuestro sacrifico espiritual, nace del corazón y se hace con Amor: "Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual. " (Rm 12, 1) “Aceptar la voluntad de Dios y someternos a ella.”

Digamos con el apóstol san Pablo: "En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí. No tengo por inútil la gracia de Dios, pues si por la ley se obtuviera la justificación, entonces hubiese muerto Cristo en vano."(Gál 2, 19- 21)

“Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.” (1Ts 5, 23)

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