OFREZCAMOS CONTINUAMENTE A DIOS SACRIFICIOS POR MEDIO DE JESUCRISTO.

 


OFREZCAMOS CONTINUAMENTE A DIOS SACRIFICIOS POR MEDIO DE JESUCRISTO.

Hermanos: Ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, el sacrificio de alabanza, es decir el homenaje de los labios que bendicen su nombre.
No se olviden nunca de practicar la generosidad y de compartir con los demás los bienes de ustedes, porque estos son los sacrificios que agradan a Dios. Obedezcan con docilidad a sus pastores, pues ellos se desvelan por ustedes, sabiendo que tienen que rendir cuentas a Dios. Así podrán ellos trabajar con alegría y sin quejarse, pues lo contrario no sería para ustedes de ningún provecho. Que el Dios de la paz, el que, mediante la sangre de una alianza eterna, resucitó de entre los muertos al pastor eterno de las ovejas, Jesucristo, nuestro Señor, los enriquezca a ustedes con toda clase de dones para cumplir su voluntad y haga en ustedes todo lo que es de su agrado, por medio de Jesucristo, a quien sea dada la gloria por los siglos de los siglos. Amén. (Heb 13, 15-17. 20-21)

¿De qué sacrificios estamos hablando? Ya que Jesucristo ofreció al Padre un sacrificio perfecto por toda la humanidad, y según mucho ya no podemos ofrecer más sacrificios a Dios, pero la Escritura nos invita hacerlo, hablamos entonces de sacrificios espirituales que en Cristo podemos ofrecernos al Padre Celestial.

El primer sacrificio lo encontramos en el salmo que nos dejó David, el rey arrepentido del pecado del adulterio y por el crimen de Urías: "El sacrificio a Dios es un espíritu contrito; un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias." (Slm 51, 19) Dios recibe con los brazos abiertos al pecador arrepentido y lo perdona, y con el perdón le da su Gracia para que sea un hombre nuevo, perdonado, reconciliado y salvado (2 de Cor 5, 17) Y, ¿Ahora qué sigue? La primera carta de Juan nos dice que después de romper con el pecado (1 de Jn 1, 8), ahora:”Guarda mis mandamientos” ( de 1 de Jn 2, 3)

El libro del Eclesiástico nos habla de tres sacrificios que son muy gratos a Dios: "Observar la ley es hacer muchas ofrendas, atender a los mandamientos es hacer sacrificios de comunión. Devolver favor es hacer oblación de flor de harina, hacer limosna es ofrecer sacrificios de alabanza. Apartarse del mal es complacer al Señor, sacrificio de expiación apartarse de la injusticia. No te presentes ante el Señor con las manos vacías, pues todo esto es lo que prescribe el mandamiento. La ofrenda del justo unge el altar, su buen olor sube ante el Altísimo.” (Eclo 35, 1- 5)

Un Culto sin amor está vacío como la fe sin obras es estéril (Snt 2, 14) Como un Culto de sólo cantos, rezos, alabanzas, bailes, levantan de manos y dan de gritos, dice el profeta Isaías, “me tapo los ojos para no verlos y los oídos para no escucharlo, porque sus manos están manchadas de Sangre:

"lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mi vista, desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda. Venid, pues, y disputemos - dice Yahveh -: Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán." (Is 1, 16- 18)

El Culto a Dios fundado en la Alianza Nueva pide de un Sacrificio, el de Cristo, que hoy día es Sacramental y de un sacrificio que es espiritual, nuestro sacrificio.  Después de ofrecer nuestro arrepentimiento al Señor y recibir el perdón de nuestros pecados, nuestro sacrificio de comunión consiste en “Guardar los Mandamientos” para no volver a la tumba del pecado que nos lleva a la muerte. (A misa vamos a dar culto a Dios, ofrecemos el Sacrificio de Cristo, su muerte y su resurrección, junto con nuestro sacrificio espiritual, sin sacrificio no hay culto)

Estamos en el proceso, ahora ofrezcamos, el sacrificio de alabanza que consiste en la práctica de las obras de la Misericordia, ser generosos, caritativos, desprendidos de nuestros bienes para extender la mano y practicar la caridad. Esta es la señal que hemos pasado de la muerte a la vida (1 de Jn 4, 8). “El que practica la justicia se hace justo como él es Justo” (1 de Jn 2, 29) Y el que ama conoce a Dios y ha nacido de él” (1 de Jn 4, 7).

El tercer sacrificio que nos presenta esta lectura está unido al primero del salmo: Sacrificio de reparación que consiste en morir al pecado, en negarse a sí mismo para vivir para Dios (Rm 6, 10) Es la lucha entre el bien y el mal, hay que despojarse de las tinieblas para revestirse de Luz (Rm 13, 12- 14) Es el estar siempre despojándose de hombre viejo para revestirse de Jesucristo resucitado. Es un proceso de espiritualidad, vivir en la Gracia de Dios para ser gratos a él. No es lo mismo estar en pecado mortal que estar en comunión con Jesús. Lo que rompe la comunión con él es el pecado: “la malicia, la mentira, la envidia, la hipocresía, las maledicencias (1 de Pe 2, 1)

Jesús nos da Luz con su Palabra: "«No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!"(Mt 7, 21- 23).

Pablo, el apóstol, nos habla que unido a los sacrificios anteriores, nos dice como deben vivir las Nuevas Comunidades que ahora viven en Cristo: "Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual."(Rm 12, 1) El culto espiritual requiere y necesita de un sacrificio espiritual que viene de dentro, de un corazón limpio, de una fe sincera y de una conciencia recta (1 de Tim 1, 5) Que se ha lavado en la sangre de Cristo de los pecados que levan a la muerte (Heb 9, 14).

¿Qué ofrecemos a Dios? un sacrificio vivo, no muerto. Cristo está vivo y resucitado en nuestro corazón. Un sacrificio santo, porque pertenecemos al Cuerpo de Cristo  que es santo. Agradable a Dios porque hay vida y poder, tenemos fe, porque sin fe nada es agradable a Dios (Heb 11, 6) Ya no ofrecemos toros ni machos cabríos o animales cebados, ahora ofrecemos el sacrificio de Cristo  nuestro sacrificio. Como sacerdotes que somos por el bautismo, ofrecemos una víctima que somos nosotros mismos, y nos ofrecemos, en el altar de nuestro corazón. Sacrificio interior que se ofrece por amor y que se manifiesta en el exterior en buenas obras, en entrega, en donación y servicios. Obras en Cristo que son agradables a Dios por nuestra comunión con él en Cristo Jesús.

Estamos en el proceso, la conversión no ha terminado, pero estamos viviendo en la espiritualidad de la Luz, bíblica y cristiana: "Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto. En virtud de la gracia que me fue dada, os digo a todos y a cada uno de vosotros: No os estiméis en más de lo que conviene; tened más bien una sobria estima según la medida de la fe que otorgó Dios a cada cual."(Rm 12, 2- 3)

La comodidad en la fe es un vicio que le sirve al hombre viejo. “Tomen la determinación de seguir a Cristo, para que conozcan la voluntad de Dios y se sometan a ella.” Y no se crean más ni mejores que los demás. Todos somos iguales, hijos de Dios y hermanos de los otros. Somos Familia de Dios. 

En todo hagamos la Voluntad de Dios por medio de Jesucristo,nuestro Salvador, Maestro y Señor. 


 

 

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