LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA ES UNA VIDA CONDUCIDA POR EL ESPÍRITU SANTO

 


LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA ES UNA VIDA CONDUCIDA POR EL ESPÍRITU SANTO

Aguardad con paciencia, hermanos, hasta la manifestación del Señor. Ved cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra. Lo va aguardando pacientemente, hasta que la tierra reciba las lluvias tempranas y las tardías. Aguardad también vosotros con toda paciencia, fortaleced vuestros corazones, porque la manifestación del Señor está ya cerca. Mirad que el juez está a las puertas.  (St 5, 7-8. 9b)

El amor es paciente, tolerante y servicial (1 de Cor 13, 4) Cuando se disminuye el amor desaparece la paciencia y aparece el enojo y la agresividad. Aparece entonces la malicia, la mentira, la envidia, la hipocresía y la maledicencia (1 de Pe 2, 1) Se necesita de las lluvias tanto las tempranas como las tardías. Las aguas son la Palabra de Dios que viene a empapar la tierra: "Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié."(Is 55, 10- 11)

Cultivar la paciencia es cultivar el barbecho del corazón (Jer 4, 3) Cultivar el corazón es fortalecerlo con la energía, el vigor y el poder de Dios (Ef 6, 10) Esto pide Oración, que equivale a remover la tierra y aflojarla para que las plantitas se enraícen. Palabra y oración nos llevan al crecimiento en la fe, la confianza, la esperanza y el amor. Dios se manifiesta, Pablo siembra y Apolo riega, pero es Dios el que hace crecer (1 de Cor 3, 6) Dios tan sólo pide: “Trabaja y protege” (Gn 2, 15) Los frutos llegan, pero no de un día para otro, pide su tiempo. Hay un día para sembrar y un día para cosechar (Ecle. 3, 2) Lo que hemos de tener presente es que si se siembra con mediocridad, eso cosechará y el que siembra con abundancia cosechará en abundancia. (2 de Cor 6) “Y el que no siembra, nada cosechará.”

El que siembra el bien cosecha el bien y el que siembra el mal cosecha el mal. Por eso Pablo recomienda a los padres que eduquen a sus hijos en la fe y en el amor (Ef 6, 4) “Lo que se siembra eso es lo que se cosecha.” Lo que se siembra es la Palabra de Dios y lo que se riega es la Palabra de Dios. La fe y el amor vienen de la escucha y la obediencia de la Palabra de Dios (Rm 10, 17) La Oración es un fruto de la fe. “Familia que reza unida permanece unida,” La unidad es fruto de la fe, unida al crecimiento del conocimiento de Dios (Ef 4, 13) Que nos anima a cultivar el barbecho de nuestro corazón, cultivando las virtudes. Virtudes como la prudencia, la justicia, la fortaleza, la templanza, la piedad, el amor fraterno y la caridad (2 de Pe 1, 5- 8) Quien tenga estas cosas abunda en el conocimiento de Dios.

La siembra bien cultivada y bien cuidada equivale a una lucha. "Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes." (Ef 6, 11- 13) Las armas de Dios son la Palabra del Espíritu y la Oración, la Confesión y la Eucaristía, la Comunidad, las Obras de Misericordia y el Apostolado. El barbecho del corazón hay que cuidarlo, poniéndole una muralla a su alrededor. Muralla que equivale a revestirse de Cristo (Rm 13, 14)

El agua es la Palabra de Dios, lo que se siembra y lo que se riega es la Palabra de Dios. "Es como árbol plantado a las orillas del agua, que a la orilla de la corriente echa sus raíces. No temerá cuando viene el calor, y estará su follaje frondoso; en año de sequía no se inquieta ni se retrae de dar fruto."(Jer 17, 8) En cambio el árbol malo, nos dice el Salmo 1: "¡No así los impíos, no así! Que ellos son como paja que se lleva el viento. Por eso, no resistirán en el Juicio los impíos, ni los pecadores en la comunidad de los justos."(Slm 1, 4- 5) El mismo Jesús en la parábola de los dos árboles nos dejó claro:

"Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis."(Mt 7, 16- 20) Pablo nos habla de las obras del hombre viejo y de los frutos del hombre nuevo:

"Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu." (Ga 5, 19- 25)

Las obras son las de la carne, y los frutos son los del Espíritu. Depende a quien le sirvamos a Dios o al señor de las tinieblas: "Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma. La fornicación, y toda impureza o codicia, ni siquiera se mencione entre vosotros, como conviene a los santos. Lo mismo de la grosería, las necedades o las chocarrerías, cosas que no están bien; sino más bien, acciones de gracias. Porque tened entendido que ningún fornicario o impuro o codicioso - que es ser idólatra - participará en la herencia del Reino de Cristo y de Dios. Que nadie os engañe con vanas razones, pues por eso viene le cólera de Dios sobre los rebeldes. No tengáis parte con ellos. Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor. Vivid como hijos de la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad. Examinad qué es lo que agrada al Señor," (Ef 5, 1- 10)

La espiritualidad cristiana es una vida conducida por el Espíritu Santo. Hay vida espiritual donde hay Espíritu Santo. Mientas que la carne es una vida mundana, pagana, vida de pecado.

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