EL MARTIRIO DE ESTEBAN HA SIDO EL PRIMER FRUTO DE LA PASCUA DE JESÚS.

 


EL MARTIRIO DE ESTEBAN HA SIDO EL PRIMER FRUTO DE LA PASCUA DE JESÚS.

¿Quién fue san Esteban?

Es el Proto mártir de la Iglesia, el fruto de la Pascua de Jesús. Fruto de la primera evangelización de los Apóstoles que nos muestra el destino y la misión de Jesús. Especialmente en justicia y en misericordia. Justicia a Dios y justicia a los hombres. Misericordia a la Iglesia y a todos los hombres especialmente sus verdugos. Cómo hijo de la primera evangelización, recibió el Kerigma de Pedro y los demás apóstoles:

"«Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazoreo, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, a éste, que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; a éste, pues, Dios le resucitó librándole de los dolores del Hades, pues no era posible que quedase bajo su dominio;" (Hch 2, 22- 24)

Como respuesta a la Palabra de los Apóstoles, Esteban recibió el bautismo: "Al oír esto, dijeron con el corazón compungido a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué hemos de hacer, hermanos?» Pedro les contestó: «Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo; pues la Promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro.» Con otras muchas palabras les conjuraba y les exhortaba: «Salvaos de esta generación perversa." (Hch 2, 37- 40)

Y recibió la catequesis de la mano de los mismos Apóstoles: "Los que acogieron su Palabra fueron bautizados. Aquel día se les unieron unas 3.000 almas. Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones. El temor se apoderaba de todos, pues los apóstoles realizaban muchos prodigios y señales. Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común;"(Hch 2, 41- 44)

¿Qué enseñaban los Apóstoles? Lo mismo que Jesús les había enseñado a ellos. A dar testimonio de la Verdad, del Amor y de la Vida. Les enseño como ser testigos de la Justicia y de la Misericordia. Les enseño el arte de amar, de sevrir y de compartir su vida por el Reino de Dios.

En un tercer momento, la Iglesia crecía en calidad y en cantidad y aparecen los Diáconos:  «No está bien que nosotros descuidemos la palabra de Dios por atender al servicio de las mesas. Elegid, pues, hermanos, de entre vosotros, a siete hombres llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes podamos encomendar este servicio. Nosotros, por nuestra parte, nos dedicaremos a la oración en común y al ministerio de la palabra.» Y pareció bien esta proposición a toda la comunidad. (Hch 6, 2b-5ª) Esteban fue uno de los siete Diáconos o servidores de la Iglesia. Dios le tenía reservado el don del martirio, ser testigo de Cristo Jesús.

El relato de su martirio.  

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y de poder, realizaba grandes prodigios y señales entre la gente. Algunos judíos de la sinagoga llamada “de los Libertos”, procedentes de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no podían refutar la sabiduría inspirada con que hablaba. Al oír estas cosas, los miembros del sanedrín se enfurecieron y rechinaban los dientes de rabia contra él.

Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios, y dijo: “Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios”. Entonces los miembros del sanedrín gritaron con fuerza, se taparon los oídos y todos a una se precipitaron sobre él. Lo sacaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearlo. Los falsos testigos depositaron sus mantos a los pies de un joven, llamado Saulo.

Mientras lo apedreaban, Esteban repetía esta oración: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Después se puso de rodillas y dijo con fuerte voz: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”. Diciendo esto, se durmió en el Señor. (Hch 6, 8-10; 7, 54-60)

El Espíritu Santo es el que da testimonio de Jesús (Hch 1, 8) Sus palabras son amables, limpias y veraces, un joven llamado Saulo las escuchó. Palabras llena de justicia y de misericordia: “Señor Jesús recibe mi espíritu” y “Señor, no les tomes en cuenta este pecado.” Palabras dirigida al Señor al que Esteban miraba de pie a la derecha del Padre. Palabras que nos recuerda las de Jesús desde la Cruz: Padre, perdónales porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34) “Y se durmió en el Señor.” Pasó e la muerte a la vida, los cielos estaban abiertos para él.

El testimonio de Jesús de Esteban no fue estéril. Pablo miró su rostro resplandeciente, como el de un ángel. Escuchó sus palabras dirigidas a Jesús. Lo miró caer bajo el peso de las piedras, sin perder su paz, su gozo, su amor. Algo que repercutía en el pensamiento de Saulo, el testimonio de Esteban estaba trabajando en la psicología de Saulo. Miraba su rostro, sus palabras y sus acciones. Palabras que llegaban al corazón del futuro apóstol. Podemos decir que la conversión de Saulo tiene algo del testimonio de Esteban.

Oremos: Concédenos, Señor, imitar las virtudes de san Esteban, cuya entrada en la gloria celebramos; y, así como él supo rogar por sus mismos perseguidores, sepamos nosotros amar a nuestros enemigos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén


 

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