TENGO EN CONTRA TUYA QUE YA
NO TIENES EL AMOR DE ANTES.
‘Conozco tus obras, tu esfuerzo y tu paciencia; sé que
no puedes soportar a los malvados, que pusiste a prueba a los que se llamaban
apóstoles sin serlo, y descubriste que eran unos mentirosos. Eres tenaz, has
sufrido por mí y no te has rendido a la fatiga. Pero tengo en contra tuya que
ya no tienes el mismo amor que al principio. Recuerda de dónde has caído,
arrepiéntete y vuelve a proceder como antes.” (Apoc 2, 2- 5)
¿Cómo fue el amor del principio? ¿Recuerdas las palabras
y las acciones de Dios para seducirte? (cf Jer 20, 7) Recordar es volver a
vivir lo pasado. Volver a experimentar el amor que Dios te manifestó para
conquistarte. “Dios te ama a ti así como eres, pero, por la vida que llevas no
puedes experimentar su amor.” Esto es actual. Entre Dios y mi persona estaba mi
pecado que me priva de la Gracia de Dios (Rm 3, 21) Dios me ama y yo soy
pecador, amado por Dios. Su amor fue más grande que mis pecados y me venció y
yo me deje vencer. Y Dios fue entrando en mi pobre corazón para hacer de él una
casita, y desde dentro conducirme hacia la Casa de Padre, la Iglesia, la Comunidad
fraterna, solidaria y servicial.
Pude ver mis primeros cambios. La manera de pensar hacia
las mujeres, hacia los pobres, hacia mí mismo, hacía Ti, Padre misericordioso y
compasivo, hacia la vida. Cambiabas mi manera de pensar, de sentir y de vivir. Recuerdo
mis primeros cambios, especialmente en la manera de hablar. Recuerdo mis
encuentros contigo, experimenté tu amor y tu perdón. Mi decisión de creer en ti
y el seguirte, rompiendo con el mundo, con mi pecado, haciendo la “Opción fundamental”
por Ti, como manifestación de mi amor hacia tu persona. Recuerdo mis primeros
pasos hacia el desierto, mis primeras pruebas y mis primeras tentaciones, Tú
estabas conmigo para liberarme, para sacarme victorioso. ¿Cómo no recordar los
días y las noches en el desierto? Todo aquello fue una verdadera “Luna de miel.”
Te sentabas en mi mesa y me compartías de tu amor, de tu paz y de tu gozo. La
verdad es que me sedujiste, y yo, me dejé seducir.
Pero Tu querías que yo creciera, que caminara por los
caminos de Dios: la donación, la entrega y el servicio. Comenzaron las pruebas
y me sacaste victorioso, pero, poco a poco fui cayendo en la rutina, en el
activismo y volví mi mirada hacia la izquierda y hacia la derecha, y deje de
mirarte a Ti, te perdí de vista (Heb 12, 2) Y comencé a vaciarme, y a hundirme
cómo Pedro, (Mt 14, 22- 23) y comencé a comer polvo. Trabajaba para tu causa, pero,
con la mano en el arado y mirando hacia atrás (cf Luc 9, 61) Apareciendo
entonces nuevas actitudes y nuevas acciones que no brotaban de la Comunión
contigo, y mis frutos fueron malos (Mt 7, 17-18) La verdad es que Tú no obligas
a nadie hacer el bien o a rechazar el mal, Nos has dado el “Libre albedrío.”
Podemos amarte o podemos odiarte.
Recuerda de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a
proceder como antes. ¿Dónde he caído? ¿Cómo he caído? De bache en bache caí en
el vacío de amor, vacío de valores, vacío de Dios. Y apareció en mí el aburrimiento,
la agresividad, el aislamiento y la pérdida del sentido de la vida. Pero, qué
hermoso es saber y recordar tus palabras: “Yo estaré contigo hasta el final”
(cf Mt 28, 20) Tú me buscas siempre, hasta encontrarme (Lc 15, 4) Hoy escucho
tu palabra liberadora: “Levántate, toma tu camilla y vete a Casa” (Mc 2, 11) No
me rechazas, hoy hablas a mi corazón diciéndome: “Ponte en medio, y extiende tu
mano” (Mc 3, 5) Para que compartas el don, que tienes para los demás, para que
con tu mano alimentes a mi pueblo. “El don de la fe, la esperanza y el amor” y
los otros dones que Yo te he dado para tu realización y para la realización de
los demás. Tu vocación es el servicio que se hace por amor para Evangelizar.
Arrepentirse es volver a las manos de Dios con un corazón
dolido y arrepentido por haber pecado y por haber mirado hacia atrás como lo
hizo la mujer de Lot. “Levanta tu cabeza porque tu liberación se acerca.” Me
espera Jesús con sus brazos extendidos para darme la fiesta del perdón: "lavaos, limpiaos, quitad vuestras
fechorías de delante de mi vista, desistid de hacer el mal, aprended a hacer el
bien, buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al
huérfano, abogad por la viuda. Venid, pues, y disputemos - dice Yahveh -: Así
fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren
rojos como el carmesí, cual la lana quedarán. Si aceptáis obedecer, lo bueno de
la tierra comeréis."(Is 1, 16- 19)
La
fiesta del perdón se celebra en el Paraíso de Dios, para comer los frutos del “Árbol
de la Vida” (Apoc 2, 7) Qué no es otro que la Cruz de Cristo, hay que abrazarla
con amor para seguir a Cristo, “morir con él y resucitar con él” (Rm 6, 3-5;
Gál 5, 24)) Esto es vivir la “Pascua de Cristo, el Señor. Entonces Jesús
enciende nuestros corazones con el fuego de su Amor (Lc 12, 49; Jn 8, 12) Ahora
con la Luz de Cristo podemos volver a ser “Luz del mundo y sal de a tierra (Mt
5, 13ss) En lucha contra el hombre viejo, contra el Ego y contra todos los
vicios.
"Que
al cansado da vigor, y al que no tiene fuerzas la energía le acrecienta. Los
jóvenes se cansan, se fatigan, los valientes tropiezan y vacilan, mientras que
a los que esperan en Yahveh él les renovará el vigor, subirán con alas como de
águilas, correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse. (Is 40, 29- 31)Lo
anterior es posible cuando estamos la firme determinación de seguir a Cristo.
Con nuestros esfuerzos, nuestras renuncias y sacrificios espirituales, nada se
pierde, hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados, es la Cruz que nos
lleva a la Pascua, todo es hostia viva, santa y agradable a Dios (Rm 12, 1)
Ánimo, todo es posible para Dios, por eso Pablo dijo: “Todo lo puedo en aquel
que me fortalece” (Flp 4, 13)
Renovaos
y fortaleceos en la Gracia de Dios que es Amor, Perdón y Compasivo para todos,
pero, especialmente por aquellos que lo buscan de todo corazón. El que lo busca
de todo corazón lo encuentra, porque Él se deja encontrar (Jer 29, 13)
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