LA FE VIVE
EN LA SINCERIDAD Y SIN ELLA ESTÁ VACÍA. (cf Snt 2, 14)
La fe tiene enemigos, entre ellos encontramos la soberbia, la mentira, la hipocresía, entre otros muchos (1 de pe 2, 1) La fe que viene de la Palabra de la Verdad (R,m 10, 17) está llamada a ser sincera para hacer del hombre un ser íntegro, responsable, libre y capaz de amar. La fe sincera, si, realmente lo es, está unida a un corazón limpio y a una conciencia recta (1 Tim 1, 5) Y se manifiesta en la Fortaleza, en el Amor y en Dominio propio (2 de Tim 1, 7)
Por eso, podemos afirmar que el camino de la fe nos lleva a un proceso de humanización para reconocenos personas valiosas importantes y dignas. Poseedores de una dignidad igual para todos hombres y mujer. La mentira, enemiga de la fe, nos lleva a ser acepción de personas. Divide entre pobres y ricos, entre sabios e incultos, entre hombres y mujeres, que gobernados por el lema: “Cuánto tienes , cuanto vales.” Mentira que hace de la Humanidad una “ciudad líquida,” conformista y totalitarista, enemigos de la realización humana. Escuchemos la palabra de la verdad decirnos como es el hombre de la fe, Jesús de Nazaret, Autor y Consumador de nuestra fe (Heb 12,2)
"Entonces
los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en
alguna palabra. Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a
decirle: «Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con
franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las
personas. Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?»"(Mt
22, 15- 17) Jesús es Maestro que enseña la Verdad y el Amor y no hace acepción
de personas, a todas valora por igual, a todos ama, acepta y respeta. Por eso
pudo decirnos: "Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él:
«Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y
conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.»"(Jn 8, 31- 32)
Este
es el camino para llegar a tener una fe sincera y un corazón limpio: Escuchar
la Palabra y obedecerla para ser discípulos de Jesús, conocer la verdad que nos
hace libres del pecado para poder tener la libertad que nos hace hijos de Dios
(Gál 5, 1) Es un “despojarse del traje de tinieblas para revestirse de Luz, de
Jesucristo” (Rm 13, 12-14) Jesús nos diría: “Ceñíos vuestros lomos y enciendan
las lámparas” (Lc 12, 35) con palabras de Pablo decimos: “Aborrezcan el mal y
amen apasionadamente le bien” (Rm 12, 9) Lo que equivale a decir: “Rompan con
el pecado para que puedan hacer la voluntad de Dios (1 de Jn 1, 8; Jn 4, 34) La
voluntad de Dios es creer en Cristo Jesús, su Hijo muy amado, Manifestación de
la Voluntad de Dios. Creeren Jesús es confiar, amar y obedecerlo. Escuchemos la
Madre decirnos: “Haced lo que él os diga” (Jn 2, 5)
“Permanezcan
en mi Palabra” y conocerán los hijos de la Verdad que son hijos de la fe y de
amor para vivir una vida consagrada a la Verdad, Dios es la Verdad (Jer 10,
10). La verdad es la madre de todas las Virtudes que son vigor, poder y fuerza
de Dios que se enraízan y crecen en nuestros corazones como en su propia casa: "que
Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y
cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la
anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo,
que excede a todo conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total
Plenitud de Dios."(Ef 3, 17- 19)
Las
raíces de la fe son el amor, la humildad, la mansedumbre y la misericordia (Col
3, 12) Raíces que engendran en nosotros un corazón fuerte. Aparece en nuestra
vida el don de fortaleza, del dominio propio, la sencillez del corazón y la
santidad, es decir una fe firme, férrea y fuerte para vencer el mal, al mundo,
al maligno y a la carne (Ef 2, 1- 3) La fe viva hace que el hombre viva con la
puerta abierta con la disponibilidad a salir fuera, en camino de éxodo y para
servir a sus hermanos. Aparece el “amor fraterno” Casita del Espíritu Santo,
donde su mueve a sus anchas, para guiarnos a Cristo para que vivamos en la “Intimidad
con Dios” dedicados al servicio de os hermanos. Después el camino de la fe
sigue el camino hacia arriba, donde la fe aparece como confianza, obediencia,
pertenencia a Cristo. Todo aquel que le pertenece, también lo ama y lo sirve, está
dentro de la Nueva Alianza.
Todo
lo anterior es posible con la GRACIA de Dios: “el Amor de Dios derramado en
nuestro corazón con el Espíritu Santo que Dios ha derramado en nuestro corazón”
(Rm 5, 5) Permitamos que el Divino Espíritu actualice en nuestra vida la Obra
redentora que Cristo realizo en la Historia. Seamos dóciles al Espíritu y dejémonos
conducir por Él. (Rm 8, 14) La Obra del Espíritu Santo es hacer que el mundo crea
en Jesús, para que creyendo, se salve y se santifique.
Recordemos
como creyentes que somos: “No todo el que me diga Señor, Señor, entra en el
Reino de los Cielos” (cf Mt 7, 21) Sólo están los que “Creen y se convierten”
(Mt 4. 17; Mc 1, 15) Los que se atreven entrar por la puerta estrecha (Mt 7, 14)
Es decir, los que se esfuerzan, renuncias y se sacrifican para despojarse de
todo lo que es incompatible para luego hacerse sinceros, íntegros y honestos
como hijos de la Verdad que nos lleva al Amor, a la Libertad y a la Justicia.
Esta
es la Obra que el Espíritu Santo, ayudado por nuestras decisiones, realiza en nuestra
vida. La GRACIA de Dios y nosotros trabajamos en nuestra liberación para llegar
a ser discípulos y apóstoles de Cristo Jesús, y juntos con Él realizar la Obra
del Padre en favor de todos los hombres: "Jesús se acercó a ellos y les
habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y
haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he
mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del
mundo.»"(Mt 28, 18- 20)
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