LA PALABRA DE DIOS PARA ESTE DOMINGO 2 DE OCTUBRE

 


La Palabra de Dios para el domingo 2 de Octubre.

 

Primera lectura. ¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio, sin que me escuches, y denunciaré a gritos la violencia que reina, sin que vengas a salvarme? ¿Por qué me dejas ver la injusticia y te quedas mirando la opresión? Ante mí no hay más que asaltos y violencias, y surgen rebeliones y desórdenes.

La época de Habacuc eran tiempos muy difíciles, de poder, riqueza y lujos para unos cuantos y de miseria, pobreza, hambre, muerte, miedos y angustia para muchísimos. Los ejércitos de los caldeos vencían a los asirios, tan malos y opresores, uno como el otro. Para los pueblos sólo cambiaban de dueño, de opresor. El pueblo de Israel, pueblo idolatra, no conocían las Escrituras por eso se refugiaban en los ídolos. Por eso el profeta Habacuc pide auxilio a Dios. Vuelve a pedirle, le expone la situación que existe: violencia, injustica, opresión asaltos, rebeliones y desordenes. ¿Hasta cuándo Señor?

 

Llega la respuesta de Dios:  El Señor me respondió y me dijo: "Escribe la visión que te he manifestado, ponla clara en tablillas para que se pueda leer de corrido. Es todavía una visión de algo lejano, pero que viene corriendo y no fallará; si se tarda, espéralo, pues llegará sin falta. El malvado sucumbirá sin remedio; el justo, en cambio, vivirá por su fe".( Hab 1, 2-3; 2, 2-4) La visión habla de los tiempos de Jesús, el Mesías. “El que crea y se convierta se salvará y el que no crea y no se convierta no se salvará (Mc 16, 16)

 

Mientras llega la visión, el pueblo de Israel tiene que ir al exilio, año 587, el templo será destruido la ciudad será quemada, muchos morirán y muchísimos irán al destierro, porque le han cerrados los oídos al Señor y se han negado a convertirse a la Ley de Dios. El exilio, tierra de servidumbre, de opresión y de esclavitud, no había templo, ni culto, ni sacrificio, ni rey ni patria. 70 años después, el año 536, vuelve a reconstruir el templo y la ciudad, se reinstala el culto y se renueva la Pascua. Pero el pueblo no cambia y vuelve a pasar de mano, el año 333 cae en manos de los griegos y más tarde en manos de los romanos. En medio de opresiones y explotaciones, el pueblo encarna la “esperanza mesiánica”  que el día del Mesías, todo será renovado.

 

La segunda lectura: Querido hermano: Te recomiendo que reavives el don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. Porque el Señor no nos ha dado un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de moderación. No te avergüences, pues, de dar testimonio de nuestro Señor, ni te avergüences de mí, que estoy preso por su causa. Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos por la predicación del Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios. Conforma tu predicación a la sólida doctrina que recibiste de mí acerca de la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. Guarda este tesoro con la ayuda del Espíritu Santo, que habita en nosotros. (2 Tm 1, 6-8. 13-14)

El don de Dios es la Gracia, es el tesoro, es lo más grande que el hombre puede poseer. Guárdalo, consérvalo y compártelo con otros, no lo despilfarres, no lo eches en saco roto. No tengas miedo y no te avergüences del Evangelio. La gracia es fortaleza, amor y templanza o dominio propio. Para que sea protagonista en la lucha contra el mal, que no sea un simple espectador. Tienes las armas para que luches. La fe, la esperanza y el amor, son la Gracia de Dios que se reciben por la escucha de la Palabra y por la recepción de los sacramentos (Rm 10, 17; Gál 3, 26, 27)  Las tres están unidas en tu corazón con el Espíritu Santo que Dios te ha dado (Rm 5, 5) Guarda este tesoro con la ayuda del Espíritu Santo, que habita en nosotros. La palabra de

 

El relato evangélico: En aquel tiempo, los apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". El Señor les contestó: "Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decir a ese árbol frondoso: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', y los obedecería. ¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo: 'Entra en seguida y ponte a comer'? ¿No le dirá más bien: 'Prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú'? ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su obligación? Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: 'No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer' ". (Lc 17, 5-10)

La petición de los apóstoles, es también la petición de toda la Iglesia. La fe es un don de Dios. La fe es una vida, es un poder, es un Alguien, es una persona llamada Cristo. El que tiene a Cristo tiene el don, tiene la vida y tiene el poder que Dios ha enviado a nuestros corazones. Si nuestra fe está viva, tenemos vida espiritual. Una fe viva, quema, ilumina, contagia, nos enseña los caminos de Dios. No hablamos de una fe vacía, muerta que es la que no tiene obras o frutos (Snt 2, 14)

Jesús al hablar de la fe no habla de cantidad sino de calidad, para él la fe es: escucharla, levantarse y caminar hacia la tierra que mana leche y miel, es decir paz y dulzura espiritual, por eso dice: Proyéctate, no te estanques y no te desvíes. La fe es mirar a Jesús y seguirlo. Es confiar, es obedecer, es amar, es pertenecerle y servirlo, porque fuera de Cristo no hay salvación (Hch 4, 12) Por eso la fe es comprometerse con él a favor de los otros, los hombres para anunciarles la fe, para que creyendo en Cristo se salven.

 

La respuesta de Jesús a los apóstoles: "Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decir a ese árbol frondoso: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', y los obedecería.” ¿Quién podrá plantar árboles en el mar? Es un dicho semítico que significa: Cambia tu manera de pensar, para que cambie tu manera de sentir y cambie tu manera de vivir. Pasar de una manera de pensar negativa, pesimista, derrotista a una manera de pensar positiva, optimista y creativa que pueda ayudar a decir: “Todo lo puedo en Cristo Jesús que me fortalece” (Flp 4, 13) Para que podamos comprometernos con el Reino de Dios y poder entonces servir a Dios para salvar y liberar a los hombres. “Todo es posible para el que cree, para el que confía en Dios, lo obedece y lo ama.

¿Quién puede amar y servir a Dios? El que guarda sus Mandamientos, guarda su Palabra y pone en práctica las Virtudes que son la energía, la fuerza y el poder de Dios que están en la fe, la esperanza y en la caridad. Es decir en la Gracia de Dios. Seamos servidores fieles, sin queja y sin lamento. Sin buscar intereses personales, porque allí hay maldad. El que trabaja para el Reino de Dios, para el Señor, al terminar sus tareas, lo que puede decir: Hice lo que puede hacer ayudado con la Gracia de Dios, por mí mismo, soy un siervo inútil. Y entonces podré escuchar: “Ven siervo bueno y fiel a participar de mi alegría”.

 

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