PARA JESÚS QUE CONOCE EL INTERIOR DEL HOMBRE

 


PARA JESÚS QUE CONOCE EL INTERIOR DEL HOMBRE

 

En el cielo se trabó una gran batalla: Miguel y sus ángeles pelearon contra el dragón. El dragón y sus ángeles lucharon ferozmente, pero fueron vencidos y arrojados del cielo para siempre. Así, el dragón, que es la antigua serpiente, la que se llama Diablo y Satanás, la que engaña al mundo entero, fue precipitado a la tierra, junto con sus ángeles. Entonces yo, Juan, oí en el cielo una voz poderosa, que decía: “Ha sonado la hora de la victoria de nuestro Dios, de su dominio y de su reinado, y del poder de su Mesías, porque ha sido reducido a la impotencia el que de día y de noche acusaba a nuestros hermanos, delante de Dios. Pero ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el testimonio que dieron, pues su amor a la vida no les impidió aceptar la muerte. Por eso, alégrense los cielos y todos los que en ellos habitan”. (Apoc 12, 7-12)

Dios reveló a los Ángeles el misterio de su Verbo que un día se haría hombre y que ellos tenían que servirlo y adorarlo. Luzbel, el ángel de luz se opuso a los Planes de Dios diciendo: “No serviré.” Se trabó en el cielo una gran batalla entre Miguel y sus ángeles y el dragón y sus ángeles que fueron vencidos y arrojados del cielo para siempre. El Diablo que significa el que divide y Satanás que es el que pone obstáculos, es el que acusa y el que engaña, puso su sede en la tierra donde es el “príncipe de las tinieblas.” Aunque fue vencido y arrojado fuera, la lucha sigue. Ahora es la lucha del bien contra el mal. ¿Quién ganará? Gana aquel al que le demos nuestro voto, nuestro corazón. Esta lucha es ahora en nuestro interior, no somos espectadores, somos protagonistas. Satanás pone obstáculos para impedir que seamos personas originales, responsables, libres, capaces de amar y capaces de servir unos a los otros. Nos embota la mente, endurece el corazón, nos hace abandonar la moral y nos lleva hasta el desenfreno de nuestras pasiones, nos lleva a dominio del hombre viejo con su séquito de vicios.(Ef 4, 18- 23) 

Cristo vino al mundo a reconquistar esta porción del Reino de Dios que había caído en las garras de Satanás. Desde su nacimiento fue atacado y perseguido para destruirlo. Huyen a Egipto sus padres con el Niño (Mt 2, 13- 15) Después vuelve y se instala en Nazaret y vive sometido a sus padres (Lc 2, 41-52) A los 30 años de edad baja al río Jordán para ser bautizado por Juan donde fue ungido con el Espíritu Santo para realizar la Misión de liberar a los hombres del dominio del mal (Lc 3, 16; Col 1, 13) El Espíritu Santo lo impulso al desierto para preparase para la Misión (Mt 4, 1- 11; Lc 4, 1-13) Al final del desierto luchó contra Satanás que lo venció y lo ató para luego irse a invadir los terrenos del Diablo y destruir sus obras y para liberar a los oprimidos por el Maligno (Mt 4, 11- 13; Lc 4, 1- 13; Hch 10,38)

Toda la vida de Jesús fue una lucha contra el Diablo y sus huestes. Al final de su vida los poderes de este mundo se unieron para darle muere y vencerlo. Los poderes del mundo, el poder político, el poder económico y el poder religioso, al frente y bajo la dirección del Diablo le dieron muerte, pero, lo que no sabían que Cristo con su muerte estaba venciendo al Maligno para con su Sacrificio pagar el precio de rescate y sacarnos del pozo de la muerte, del reino de las tinieblas y llevarnos al Reino del Hijo de su Amor (Col 1,13- 14) Cristo con su muerte es el Vencedor del pecado, del mundo y del Malo. Y con su resurrección venció a la muerte para darnos “Vida eterna.”

La lucha sigue. El demonio parece que no tiene vergüenza y sabiendo que ha sido vencido, sigue luchando para ver que se lleva entre las patas. “Se viste con ángel de luz, para engañar, se aparece como bueno. Jesús lo llamó el padre de toda mentira, es un asesino (Jn 8, 44) Ahora pelea y lucha contra los hijos de la Iglesia. “Pero ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el testimonio que dieron, pues su amor a la vida no les impidió aceptar la muerte.” Con sus ángeles o servidores meten miedo, confunden, dividen, oprimen y matan. Se engalanan y se visten de luz para presentar sus ideologías para oponerse a los Planes de Dios. Persiguen y matan a los servidores de Cristo. La Lucha sigue y pareciera que están venciendo a los buenos que padecen y sufren el odio de los opresores.

La lucha es entre el bien y el mal; entre el ego y el amor; entre los vicios contra las virtudes. La lucha es entre el Evangelio y las ideologías. ¿Quién ganará? Gana aquel que es mejor alimentado. Existen dos mesas ante la faz del mundo: la mesa del Señor y la mesa de los demonios. ¿En cuál mesa estás sentado? La incredulidad crece y avanza, la fe pareciera que disminuye y se acaba. Muchos abandonan la Iglesia, la Palabra, los Sacramentos y abandonan los buenos hábitos, las virtudes. Van quedando vacíos de Dios, del amor, de la Verdad y de la Vida, para llenarse de odio, de mentira y de muerte. Sirviendo a los vicios como son la pereza, la avaricia, la lujuria, la comodidad, la gula, el alcohol, la droga, etc. Por eso Pablo nos exhorta a levantarnos y a caminar hacia Cristo, el único Salvador: "Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto."(Rm 12, 2)


El relato evangélico: En aquel tiempo, cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: “Éste es un verdadero israelita en el que no hay doblez”. Natanael le preguntó: “¿De dónde me conoces?” Jesús le respondió: “Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera”. Respondió Natanael: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel”. Jesús le contestó: “Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver”. Después añadió: “Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”. (Jn 1, 47-51)

Para Jesús que conoce el interior del hombre, Natanael era un hombre que caminaba en la Verdad, por eso era íntegro, honesto y honrado. Un hombre según el corazón de Dios. Su corazón era sencillo, por eso no tenía doblez, es decir, no era hipócrita, no era de corazón doble. Había sido educado en la fe y en el amor a Dios y al prójimo. No tenía corazón de fariseo. Los fariseos buscaban los primeros lugares, buscaban el dinero como el pan de cada día, buscaban quedar bien y que en todo les fuera muy bien (Mt 23, 1- 9)


 “¿De dónde me conoces?” Te miré debajo de la higuera. La higuera hace referencia a la religión de Natanael, no era estéril, no estaba vacía, ni estaba muerta (Snt 2, 14) El futuro apóstol de Jesús era un hombre piadoso: vivía en comunión con Dios y con el prójimo. “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel”. La boca habla de lo que hay en el corazón (Lc 6, 45) El Espíritu Santo inspiró a Natanael a hacer su confesión de fe sobre Jesús: “Tú eres el Hijo de Dios, el rey de Israel.” Mayores cosas has de ver”. Después añadió: “Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.” Los ángeles de Dios son sus enviados, sus servidores al servicio de los hijos de Dios. Son nuestros amigos, nos acompañan, nos guían, nos motivan y nos ayudan en la lucha del bien contra el mal.

 

Publicar un comentario

Whatsapp Button works on Mobile Device only

Start typing and press Enter to search