TÚ ERES RESPONSABLE DEL BIEN O DEL MAL QUE HAGAS.

 


TÚ ERES RESPONSABLE DEL BIEN O DEL MAL QUE HAGAS.

"La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:¿Por qué andáis repitiendo este proverbio en la tierra de Israel: Los padres comieron el agraz, y los dientes de los hijos sufren la dentera? Por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, que no repetiréis más este proverbio en Israel. Mirad: todas las vidas son mías, la vida del padre lo mismo que la del hijo, mías son. El que peque es quien morirá. El que es justo y practica el derecho y la justicia, no come en los montes ni alza sus ojos a las basuras de la casa de Israel, no contamina a la mujer de su prójimo, ni se acerca a una mujer durante su impureza, no oprime a nadie, devuelve la prenda de una deuda, no comete rapiñas, da su pan al hambriento y viste al desnudo, no presta con usura ni cobra intereses, aparta su mano de la injusticia, dicta un juicio honrado entre hombre y hombre, se conduce según mis preceptos y observa mis normas, obrando conforme a la verdad, un hombre así es justo: vivirá sin duda, oráculo del Señor Yahveh."(Ez 18, 1- 9)

Comienza en la Historia de la salvación una nueva etapa que existía desde un principio pero que no se había entendido: “El Personalismo Moral” Antes el pecado de los abuelos o de los padres era pagado en los hijos o nietos. Desde ahora el “Que peque morirá” Retiren de sus labios el proverbio: ¿Por qué andáis repitiendo este proverbio en la tierra de Israel: Los padres comieron el agraz, y los dientes de los hijos sufren la dentera? Todos y cada uno es responsable de sus acciones, buenas o malas. Con palabras de Pablo “El salario del pecado es la muerte” (Rm 6, 23) El que peca morirá, pero su pecado influye en los demás. Todos sufren, pero uno es el que muere. Hablamos de una muerte espiritual: vacíos de Dios, de amor y de valores. El pecado nos hace enemigos y esclavos de las personas, de las cosas y de las ideologías. El pecado es una ofensa a Dios porque le hacemos daño a los que el Señor ama.

Existe el doble principio: “Aborrezcan el mal y amen apasionadamente el bien” (Rom 12, 9) Para que puedan amarse sin fingimiento, lo contrario es tener un corazón doble, es ser fachada, protagonismo, hipocresía. No hay fe sincera, ni corazón limpio ni se tiene una intención recta (1 Tim 1, 5) Nuestra religión es un parche y queremos guardar nuestro vino en odres viejos (Mc 2, 21- 22) Todos somos llamados a la conversión que consiste en despojarse del traje de tinieblas y en revestirse de luz, en justicia y santidad (Ef 4, 23- 24; Rom 13, 12-14) “Huyan de las pasiones de su juventud y dedíquense a buscar la verdad, la bondad, la justicia y la santidad. (2 Tim 2, 22; Ef 4, 24)

No se puede servir a dos amos o señores. No se puede mezclar el bien con el mal. No se puede mezclar el agua caliente con la el agua fría, resultará tibia. "Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca."(Apoc 3, 15- 16) La fe es personal y a la vez es comunitaria, pero la respuesta es personal. El Señor te ama a ti así como eres, tal vez por la vida que llevas no puedes experimentar su amor. “Vuélvete al primer amor” (Apoc  2, 5) La conversión es la Obra de Dios y nuestra respuesta: “Me la llevaré al desierto, le hablaré al corazón, le mostraré el valle de Akor y le mostraré sus viñas” (Os 2, 16,ss) A la acción de Dios el hombre responde, secunda las mociones del Espíritu reconociendo su pecaminosidad, arrepintiéndose y buscando el rostro de Jesús para que sus pecados sean perdonados y reciba el don del Espíritu Santo.

Ahora, después del Encuentro con Jesús comienza el  crecimiento en la fe que nos lleva a seguir a Cristo por lo que es y no por lo que él tiene. Guardamos los Mandamientos, su Palabra y practicamos el Bien. Tú decides, hacer el bien o decides hacer el mal, eres libre para hacerlo. El Señor no te forza, tan sólo te dice: “Conmigo contra mí, el que no junta desparrama” (Mt 12, 30) “Si tu quiere puedes amarme y seguirme” (Cf Lc 9, 23) “Si me amas guarda mis Mandamientos” (Jn 14, 21) “Si me amas guarda  mis Palabras” (Jn 14, 23)”Si me amas abandona tus guaridas y tus nidos” (Lc 9, 58). El seguimiento a Cristo Jesús no depende de los otros, es decisión tuya. Los otros pueden influir con su testimonio y orando por ti, pero tú tienes la última palabra. Eres responsable del llamado que Dios te hace.

El llamado está en cuatro palabras: No hagas cosas malas, haz cosas buenas, arrepiéntete y alégrate por haber obedecido las tres primeras palabras. Cuando el corazón se atrofia no se pueden escuchar estas palabras, pero Dios la Biblia a tu alcance para que la escuches y la pongas en práctica para que sea dichoso (cf Lc 11, 28).


Apocalipsis, 3 - Bíblia Católica Online

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