PORQUE NO HE VENIDO A LLAMAR A JUSTOS, SINO A PECADORES.

 

PORQUE NO HE VENIDO A LLAMAR A JUSTOS, SINO A PECADORES.

Lecturas de hoy viernes primero de julio.

"Escuchad esto los que pisoteáis al pobre y queréis suprimir a los humildes de la tierra, diciendo: «¿Cuándo pasará el novilunio para poder vender el grano, y el sábado para dar salida al trigo, para achicar la medida y aumentar el peso, falsificando balanzas de fraude, para comprar por dinero a los débiles y al pobre por un par de sandalias, para vender hasta el salvado del grano?» Sucederá aquel día - oráculo del Señor Yahveh - que yo haré ponerse el sol a mediodía, y en plena luz del día cubriré la tierra de tinieblas." (Amós 8. 4- 8. 9)

Hoy, el profeta de la justicia, habla contra  los comerciantes del reino del Norte. Eran personas muy ricas con un aspecto religioso que engañaba a muchos. Pagaban los sacrificios pero no se convertían al Señor y no guardaban los Mandamientos. No practicaban justicia, ni a Dios ni al prójimo. No ponían en práctica la palabra de Miqueas: "«Se te ha declarado, hombre, lo que es bueno, lo que Yahveh de ti reclama: tan sólo practicar la equidad, amar la piedad y caminar humildemente con tu Dios.»" (Miq 6, 8) “Jesús nos dirá siglos después: no pueden servir a dos señores, con alguno se queda mal” (Mt 6, 24) Siendo creyentes eran también ateos prácticos. Su religión era puro protagonismo, era pura fachada. Por eso escuchemos al profeta de Dios decirles:

“Escuchad esto los que pisoteáis al pobre y queréis suprimir a los humildes de la tierra.” Oprimían a los pobres, eran opresores  y eran sanguinarios. Vivían en la mentira que dice: ¿Cuánto tienes, cuánto vales? Su culto era vano y vacío. Eran amantes del dinero. Su religión no era agradable a Dios (Heb 11, 6) ¿Qué les faltaba? Le faltaba la Moral bíblica: “Rechazar el Mal y hacer el Bien, para que su religión no sea fingida (Cf Rm 12, 9)  Para que su culto y su vida religiosa sea agradable a Dios. Les faltaba escuchar al profeta decirles: "Y al extender vosotros vuestras palmas, me tapo los ojos por no veros. Aunque menudeéis la plegaria, yo no oigo. Vuestras manos están de sangre llenas: lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mi vista, desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda." (Is 1, 15- 17)  les faltaba escuchar al apóstol Santiago decirnos: "La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo." (Snt 1, 27)

Esperan con ansia que pasara las fiestas religiosas y el mismo sábado para abrir sus negocios y vender a sus anchas. El sábado lo guardaban desde el viernes a las seis de la tarde hasta el sábado a las seis. Ansiaban la hora de abrir sus negocios para correr a cambiar los precios y las medidas: «¿Cuándo pasará el novilunio para poder vender el grano, y el sábado para dar salida al trigo, para achicar la medida y aumentar el peso, falsificando balanzas de fraude, para comprar por

 

dinero a los débiles y al pobre por un par de sandalias, para vender hasta el salvado del grano?»

A los débiles y los pobres eran sus mejores clientes. Los compraban con dinero y por un par de sandalias. Les daban crédito y luego los ahorcaban. Si no tienes dinero para pagar, entonces tráeme a tu esposa o a tu hija, o tu mismo ya me perteneces, eres mi esclavo, y de esta manera, por un par de sandalias compraban a los hombres. Sus acciones deshonestas estaban con tra el séptimo Mandamiento: “No robarás” y contra el décimo Mandamiento: “No codiciaras los bienes ajenos”. Por eso Dios que conoce los corazones les dirá por boca del profeta:

"Trocaré en duelo vuestra fiesta, y en elegía todas vuestras canciones; en todos los lomos pondré sayal y tonsura en todas las cabezas; lo haré como duelo de hijo único y su final como día de amargura. He aquí que vienen días - oráculo del Señor Yahveh - en que yo mandaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Yahveh. Entonces vagarán de mar a mar, de norte a levante andarán errantes en busca de la Palabra de Yahveh, pero no la encontrarán."

Dios derrama un espíritu de arrepentimiento pero el Pueblo no se convierte, va a ir al exilio a otro país. Es un Pueblo de cabeza dura. Derrama un hambre y sed de oír la Palabra de Dios. La buscaran pero no la encontraran, porque no la buscan de todo corazón (Jer 29, 13) Sucede como en los tiempos del Nuevo Testamento que nos dice la Palabra de Dios: "Poned por obra la Palabra y no os contentéis sólo con oírla, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno se contenta con oír la Palabra sin ponerla por obra, ése se parece al que contempla su imagen en un espejo: se contempla, pero, en yéndose, se olvida de cómo es. En cambio el que considera atentamente la Ley perfecta de la libertad y se mantiene firme, no como oyente olvidadizo sino como cumplidor de ella, ése, practicándola, será feliz."(Snt 1, 22- 25)

"«Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca." "Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina.»" (Mt 7, 24- 27)

Dios es el mismo ayer, hoy y siempre, su pedagogía es la misma, al que escucha su Palabra y lo obedece, se manifiesta y hasta de nuestros corazones su morada. Y al que no, se queda vacío, en caos, en tinieblas.

El relato evangélico.

 "Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme.» El se levantó y le siguió. Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?» Mas él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.»" (Mt 9, 9- 13)

Mateo era un judío que tenía uno de los mejores trabajos: Recaudador de impuestos. Un trabajo al que muchos ambicionaban, tenía muy buena plaza. Era considerado por los judíos como un pecador público. De seguro como un ladrón, como un explotador. Le quitaba dinero a la gente para Roma y para él. Jesús se le acerca, lo mira, y lo llama: “Sígueme”. Él se levantó y le siguió. Dejó la mesa, abandonó su trabajo que le dejaba mucho dinero y se fue tras las huellas de Jesús. Luego hace una comida para despedir a todos sus amigos y compañeros de trabajo. Su invitado especial es Jesús con sus discípulos. A la fiesta estaban muchos publicanos, considerados como pecadores públicos.

Pronto comienza la crítica y la murmuración de los judíos que no podían entrar a la casa de publicano porque se hacían impuros: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?» ¿Qué clase de maestro tienen ustedes? No sigue las tradiciones de nuestros mayores: no es más que un pagano, un impuro como todos esos que están sentados con él. Los discípulos no responden, no saben que decir, es Jesús el que les dice: “No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal.” El médico de almas y de cuerpos ha venido a buscar lo que estaba perdido, a los enfermos, a los débiles a los pecadores, por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos. (Heb 2, 11) Y abrazó su cruz por amor para que tengan vida.

Jesús nos enseño con parábolas, pero su misma vida es una parábola: Se sienta a la mesa con pecadores para enseñarnos que los pecadores y publicanos son llamados a sentarse a la Mesa celestial en la Casa del Padre. Se hace amigo de ellos para luego ayudarles hacerse amigos de su Padre celestial. Por eso, porque los ama, los busca hasta encontrarlos (Lc 15, 4)  Lo hermoso es dejarse encontrar por Jesús. El encuentro con él es liberador y es gozoso, porque nos da de lo suyo, su vida, su amor, su espíritu Santo. Él nos invita, nos seduce, pero nunca forza a nadie a creer en él.  Escuchemos como nos invita: "«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»"(Mt 11, 28- 30) Nos invita a intercambiar nuestras miserias con su misericordia. Entregarle nuestras cargas de pecado y a recibir su carga que es el amor. Sólo a la luz del encuentro con Jesús podemos entender sus palabras que son luz y fuego en nuestros corazones.

Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio.

 


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