MARÍA HA ELEGIDO LA PARTE BUENA QUE NO LE SERÁ QUITADA.

 

MARÍA HA ELEGIDO LA PARTE BUENA QUE NO LE SERÁ QUITADA.

"Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.»" (Lc 10, 38- 42)


"Yendo ellos de camino, entró en un pueblo.” El pueblo era Betania que significa la “Casa de los pobres”. Ahí estaba la casa de Marta. Ella recibió en su casa a Jesús y a sus discípulos. Tenía dos hermanos: Lázaro y María. María de Magdala. Lo más seguro es que cada uno de los tres hermanos tenían su propia familia. Pero esta vez estaban presentes, con un invitado tal especial: Jesús y sus discípulos. Juntamente con algunos vecinos. Betania quedaba cerca de Jerusalén como a dos kilómetros y medio. (Jn 11, 18) Jesús amaba a los tres hermanos y seguido los visitaba.

“María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra.” Después que Jesús llego a la casa de Marta, de seguro que comieron algunas frutas como higos y dátiles, para luego, aprovechar el momento para darles su Palabra a todos los que estaban en la casa. Se sentó para hablarles, a su alrededor estaba la gente, la casa estaba llena, al frente de Jesús, sentada en el suelo sobre alguna carpeta, María, escuchaba a Jesús, al Maestro. ¿De qué les hablaría Jesús a la gente? Tal vez les hablaba de lo que le iba a pasar en Jerusalén, del Mandamiento Nuevo. Tal vez del arte de servir o de compartir. María escuchaba en su corazón las palabras de Jesús. Se sentía amada y querida por el Maestro. De seguro que su corazón le ardía al escuchar las palabras de Jesús.

“Mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres.” Los quehaceres de la cocina. De Seguro preparaba los alimentos para Jesús, los doce y otros invitados. Era activa y servicial, pero necesitaba ayuda. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» Quizá era la única mujer que estaba entre los oyentes. Ahí está muy sentadota, dile que me ayude. Se está haciendo tarde y la comida no está preparada. Jesús le respondió:

“«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.»"

Te preocupas y te agitas por muchas cosas. Lo que haces está bueno, pero hay algo mejor: escuchar la Palabra de Dios. y Tu hermana lo ha elegido y nadie se lo podrá quitar. María en la escucha de la Palabra de Jesús quedó embarazada con la fe, la confianza, la esperanza y el amor (Rm 10, 17) Se enamoró de Jesús, de su Palabra, de la oración y de la Obra de Jesús. Se hizo discípula de Jesús y fue la Apóstol de los Apóstoles. (Mt 28, 10)

Dos hermanas, dos estilos de vida pastoral: “La contemplación y la actividad.” ¿Cuál es la más importante? ¿Cuál es primero? Lo primero es la contemplación: la escucha de la Palabra y de Dios y la Oración. Después viene la actividad. “Contemplativos en la acción” Todo cristiano, todo servidor de Cristo está llamado a ser un contemplativo en acción. Ser uno sin lo otro nos llevaría a un activismo vacío y estéril o a un iluminismo vacío de su verdadero contenido: Jesús. Sería como Cruz sin resurrección o ésta sin la cruz. Sería un fatalismo drástico, pura cruz; y resurrección sin cruz, será puro iluminismo. Jesús nos enseñó el arte de amar y de servir a Dios y a los demás. Juntamente con el arte de orar: “Vigilad y orad para no caer en tentación” (Mt26, 41)

Trabajar en nuestra liberación y en nuestra salvación para cultivar las virtudes y las bienaventuranzas para crecer en el amor que pide esfuerzos, renuncias y sacrificios. “El reino de Dios está en tensión y es de los que lo arrebatan” (cf Mt 11, 12) “El que no trabaja que no coma” (2 de Ts 3, 10) Y el primer mandamiento de la Biblia: “Cultiva y protege” (Gn 2, 15)

Oren y trabajen para que tengan hambre de Dios, y él, camine con nosotros, caminemos con él para que sea nuestra guía, nuestro defensor, consolador y nuestro maestro. Como contemplativos oramos y escuchamos la Palabra de Dios como Jesús oraba, porque estaba en Comunión con Dios. Noches enteras de oración con su Padre, por eso pudo decirnos: oren porque el crecimiento depende de Dios y no de ustedes (1 de Cor 3, 6), y porque vuestra lucha no es con personas de carne y hueso, sino contra seres espirituales que tienen autoridad sobre este mundo tenebroso (Ef 6, 10) “Oren para no caer en la tentación” (Mt 6, 13)

Orad y trabajad para que sean contemplativos en acción. Y podamos caminar con Jesús haciendo en todo la voluntad de Dios, saliendo fuera en camino de éxodo, con él, y con los otros, para aceptarlos como hermanos y profundizando en la Misión que se nos ha encargado: “Cargar con las debilidades de los demás.” Esto es capaz si estamos dispuestos a morir por Jesús y con Jesús. 

¿Podemos preguntarnos: ¿De dónde viene la vida espiritual? ¿Cómo llega a nosotros? Ni se compra ni se vende. Viene a nosotros cuando el Padre nos envía una Palabra y la escuchamos como María en el corazón.(Rm 10, 17) En la escucha de la Palabra y la oración ponemos el fundamento de la “casa espiritual”. El Fundamento es Cristo (1 de Cor 3, 11) Cristo es nuestra Roca: El amor, la verdad y la vida (Jn 14, 6) La Justicia y la Santidad (Ef 4, 24) Casa construida sobre la Palabra y los Sacramentos. Esta casa tiene futuro, nada ni nadie podrá destruirla, pero cuando la casa está construida sobre la arena, es decir, construida sobre los sentimentalismos y emocionalismos, esta casa no tiene futuro (Mt 7, 24.ss)

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