AHÍ FUERA ESTÁN TU MADRE Y TUS HERMANOS QUE DESEAN HABLARTE.

 

AHÍ FUERA ESTÁN TU MADRE Y TUS HERMANOS QUE DESEAN HABLARTE.

"Todavía estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera y trataban de hablar con él. Alguien le dijo: «¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte.» Pero él respondió al que se lo decía: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»"(Mt 12, 46- 50)

María la madre de Jesús estuvo presente en los momentos esenciales de su Hijo. Desde, la anunciación (Lc 1, 38), la visitación, (Lc 1, 40) el nacimiento, (Lc 2, 7) la presentación,(Lc 2, 26s) cuando lo encuentran después de tres días en medio de los doctores de la ley, (Lc 2, 47)en su primer milagro, (Jn 2, 5s) en el apogeo de la misión de Jesús (Mt 12, 46) y junto a su cruz (Jn 19, 25)Hoy se encuentra en el apogeo de la misión. Viene desde Nazaret. La alegría de la madre es ver su Hijo haciendo la voluntad de Dios, realizando su obra. Había mucha gente, que no se podía entrar en la casa, por eso le mandan decir que fuera está su madre y sus hermanos.

«¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte.» La respuesta de Jesús pareciera que ignora a su madre que la pone en segundo o tercer lugar. Pero la verdad es que Jesús aprovecha la oportunidad para enseñarnos una verdad del Reino de Dios. Al que nada ni nadie entra por los lazos de la carne. Nadie puede entrar de la mano de algún pariente o familiar. Que tengo un tío o tía muy religioso. Qué mis padres rezan mucho y son muy buenos. Qué tengo una hermana que es religiosa. Pablo nos dice: Nada que sea carne o sangre entra en el reino de Dios (1 de Cor 15, 50) ¿Cuál es la verdad de Jesús?

«¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre. ¿Cuál es la voluntad de Dios? Que crean y se conviertan. Creer y convertirse (Mc 1, 15) Es el único medio para entrar al Reino de Dios. Creer en Jesucristo y amar a los hermanos (1 de Jn 3, 23) Discípulo es aquel que escucha las palabras de Jesús y las pone en práctica. Lo acepta como su Maestro, no para un tiempo, sino para toda la vida. El discípulo hace de la Palabra de Jesús la “Norma y la delicia de su vida.” "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo."(Apoc 3, 20)

El discípulo de Jesús acepta las directrices de su Maestro: Dejar las guaridas de las zorras y los nidos de las aves (Lc 9, 58) Es decir rompe con la vida mundana, vida pagana y vida de pecado (1 de Jn 2, 15) para seguir a Cristo y dar su vida por él. Aquellos oyentes que estaban en la casa, de seguro se sintieron muy bien con las palabras que Jesús dijo en favor de ellos: “Estos son mi madre y mis hermanos.” Podemos hacernos una pregunta: ¿Dónde estaban estos discípulos cuando Jesús estaba crucificado? Se habían ido, no estaban, sólo estaba su madre y otras tres mujeres con el discípulo amado (Jn 19, 25)

El Evangelio de Lucas nos revela cual es la Voluntad de Dios: "Sucedió que, estando él diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer de entre la gente, y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!» Pero él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan.»" (Lc 11, 27- 28) Jesús no niega la felicidad de su madre. Ella es las tres veces dichosa por que se sometió a la voluntad de Dios (Lc 2, 38) Es feliz por que dio a su hijo y es feliz porque creyó que sería madre siendo virgen (Lc 1, 43) Qué le sucede al que escucha la Palabra de Dios y la guarda? Guardar la Palabra equivale a ponerla por obra, a obedecerla. Hace de su corazón la Morada de Dios.

"Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado."(Jn 14, 23) En la escucha y obediencia a la Palabra el discípulo se llena y se reviste de Cristo (Rm 13, 14) Sus frutos son el amor, la paz y el gozo, ente otros (Gál 5, 22) Se reviste con la bondad, la verdad y la justicia (Ef 5, 9) Su vestido es de salvación: la humildad, la mansedumbre y la misericordia (Col 3, 12) El discípulo ama, sigue y sirve a Jesús al estilo de María, la Madre.

Ella fue la primera creyente, la primera discípula, por eso la Iglesia, la llama la Hija predilecta del Padre, la Madre del Hijo y el Sagrario del Espíritu Santo. Ella es figura de lo que nosotros estamos llamados a ser: hijos de Dios, hermanos de todos y servidor de ellos. Esto es posible, si creemos en Jesús, y nos convertimos a él. Para aprender de él a ser mansos y humildes de corazón (Mt 11, 29) Para eso nos ha elegido para estar con él y un día ser enviados como apóstoles, pero sin dejar de ser discípulos para seguir aprendiendo del único Maestro.

La clave para seguir como discípulos de Jesús es la comunión con él. "Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada." Jn 15, 4- 5)

Permanecer en Cristo para aprender de él: "«Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas." (Mt 22, 16) Así hablaban los fariseos de Jesús, pero no creyeron en él. Cómo discípulos que somos de él, ¿Cómo es nuestro Testimonio de Jesús?

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