QUE NADIE OS ENGAÑE SIN MADUREZ HUMANA NO LLEGAMOS A SER MEJORES PERSONAS.

 

QUE NADIE OS ENGAÑE SIN MADUREZ HUMANA NO LLEGAMOS A SER MEJORES PERSONAS.

El camino de la madurez humana está expuesto en la Sagradas Escrituras desde el principio hasta al final. En el Deuteronomio nos dice: “Frente a ti está la vida y la felicidad, la muerte y la desgracia. (Dt 30, 15s) A ti se te dado el libre albedrío para que decidas tu futuro: Frente a ti esta el agua y el fuego, el bien y el mal, decide lo que tú quieras (cf Eclo 15,11)

Ya en Nuevo Testamento Jesús nos dice: “Vengo para que tengas vida y la tengas en abundancia” (Jn 10,10) ¿Cómo hacer para tener vida en abundancia? La respuesta es de Jesús: Creer y convertirse (cf Mc 1, 15) la fe viene de lo que se escucha, la Palabra de Dios (cf Rom 1, 17) Por la fe entramos en comunión con Jesús y por ende con Dios y con todos que crean y amen a Jesús, razón por la que Jesús nos dice: el que conoce mis Mandamientos y los guarde ese es el que me ama… (Jn 14, 21) El que conoce mi Palabra y la guarda… ese es el que me ama… (Jn 14, 23) Los que vivan sus Mandamientos conocen y viven en la verdad… los que escuchan su Palabra viven las Bienaventuranzas (Mt 5, 3s) La fe es la respuesta a la voluntad de Dios manifestada en su Palabra. Palabra que nos invita creer en Cristo, a confiar en Él, amarlo, seguirlo y servirle. La Meta es la madurez en Cristo.

Escuchemos al Apóstol decirnos cuales son los elementos esenciales del Camino  de la Madurez Humana: La unidad en la fe… crecer en el conocimiento de las virtudes, verdaderas armas de luz… hasta alcanzar la estatura del hombre perfecto, Cristo crucificado  dando vida al Mundo desde la cruz (cf Ef 4, 13). Creer en Jesús para aceptar su Palabra como norma para mi vida… para hacerme su discípulo y Él mi Maestro… para luego configurarme con Él, hasta llegar a poseer sus mismos sentimientos de pobre, compasivos, misericordiosos, limpios de corazón, justos… (Mt 5, 3ss). Ante lo cual Pablo nos dice: “Huyan de las pasiones de su juventud.. Dedíquense a buscar a Dios en la verdad, la justicia, la fe y la caridad (cf 2 Tim 2, 22) Para que logren alcanzar la madurez en Cristo.

Para que no seamos niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y de la astucia que conduce al error, antes bien con la sinceridad en el amor, crezcamos en todo hasta aquel que es nuestra cabeza, Cristo…(Ef 4, 14- 15) Lo anterior nos pide tener discernimiento para descubrir la intención de los otros que se nos acercan con malas intenciones o con intenciones no correctas: “Queridos, no se fíen de cualquier espíritu, antes bien, examinen si los espíritus vienen de Dios pues muchos falsos profetas han vendido a mundo” (1 Jn 4, 1) Uno es el espíritu mundano y pagano, hasta diabólico, y otros es el espíritu de que viene de Dios. El Espíritu Santo que busca la gloria de Cristo y del Padre. El otro espíritu busca fama, prestigio, dinero, lujos, comodidad, alcohol, tabaco, drogas, sexo, división, envidias, odio… (Gál 5, 19- 20; busca su propio interés, su propio bien y rechaza el bien de los demás. “El árbol se conoce por sus frutos; el árbol bueno da frutos buenos y el árbol mal da frutos malos” (Mt 7, 15- 20).

Rechaza el mal y haz el bien (Rm 12, 9) Hoy se repiten las palabras del Génesis: No hagas el mal, no comas del árbol de la ciencia del bien o del mal, porque morirás (Gn 2, 16) la primera de Juan Nos dice: “Hijito mío no peques” (cf 1 Jn 2,1) Más bien guarda mis Mandamientos para permanezcas en mi Verdad (cf 1 Jn 2, 4)  Quién permanezca en la Palabra ha entrado en Cristo, la Plenitud de todo (cf Col 2, 9; cf 1 Jn 2, 5) “Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión con otros y la sangre de Cristo Jesús nos purifica de todo pecado (1 Jn 1, 7).

Luz y Tinieblas. Jesús nos dijo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en la obscuridad, sino que tendrá la luz de la vida. (Jn 8, 12) “Yo soy  el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6) El camino es el Amor que nos lleva a la verdad y ésta nos lleva a la vida. El amor echa fuera al odio, al rencor y a la venganza. La verdad echa fuera la mentira y la falsedad. La vida echa fuera a la muerte, expresión del vacío existencial, madre de la frustración que se manifiesta en el aburrimiento, en la agresividad, en los vicios y en el aislamiento, camino que nos lleva la pérdida del sentido de la vida… No hay realización, no hay paz y no hay felicidad… Estamos vacíos de Cristo y de madurez humana, pero llenos de neurosis y de enfermedades psico-somáticas y hasta esquizofrénicas.

Las tinieblas son aquellas realidades que nos deshumanizan y despersonalizan, nos impiden crecer y madurar como personas. El grito de Pablo siempre será “Despojaos” del hombre viejo que está revestido de tinieblas: “Despojaos del traje de tinieblas y revestiros de Luz” (Ef 4, 23- 24; Rm 13, 11- 14) El camino de la madurez humana pide a los cristianos sigan a Cristo para que caminen en la Luz y se revistan de él. Caminar en la luz equivale a tener encendidas las lámparas y a ponerse la túnica, que son las virtudes de Cristo. El camino de la madurez pide no desviarse ni izquierda ni a derecha, seguir a Cristo con los ojos fijos en él (Heb 12, 2).

El hombre maduro tiene dominio propio; posee iniciativa propia, no depende de la opinión de otros; no vive como copia de otros, es único e irrepetible, responsable de sus pensamientos, de su palabra y de sus acciones: es libre  de todo lo malo y es libre para hacer el bien, es libre para amar y para servir. Es capaz de relacionarse como persona con los demás y vivir en comunión con ellos. Se preocupa por los demás, se reconcilia con ellos y se auto comparte, se auto dona y se auto entrega en favor de su Comunidad. No vive para sí mismo, sino para los demás, haciendo camino con ellos… para realizarse como persona y como mejor persona…

Todo al igual que Jesús que nos dijo: “No he venido a ser servido, si no a servir y dar mi vida por muchos” (Mt 20, 28) Servir y compartir equivale a lavar los pies unos a los otros (cf Jn 13, 14)Siguiendo el camino de la madurez terminamos con el Mandamiento regio: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13, 34) Mandamiento que pide para guardarlo tener cierto grado de madurez humana que se va adquiriendo en la Unión y seguimiento de y con Cristo.

El camino de la fe nos lleva con certeza a la madurez humana paraqué seamos personas únicas e irrepetibles, responsables, libres, capaces de amar y capaces de servir. Una persona madura lleva en si tres actitudes fundamentales: la preocupación de los demás, la reconciliación continua para vivir en comunión con los otros y el compartir permanente para ayudar y darse a los más necesitados o menos favorecidos.

El adorno de la madurez humana es la humildad que echa fuera la soberbia. Otro adorno es la sencillez de corazón que echa fuera la doblez de corazón, la hipocresía, es decir, no es una simple fachada. La persona humilde es desprendida y tiene siempre la disponibilidad de servir a los demás. Teniendo presente que existen los amores fingidos (Rm 12, 9) Decimos que también existe la fe fingida, sin obras, vacía y muerta (Snt 2, 14) Razón por la que hemos de saber conocer los frutos buenos y los frutos malos. Para darnos cuenta de que fe estamos hablando. La fe verdadera busca siempre hacer la voluntad de Dios: Guardar su Palabra, guardar sus Mandamientos y practicar las Virtudes cristianas. Siempre en camino, no está terminado, es camino, es proyecto, no está hecho, sino haciéndose.

Tiene como meta a Cristo, todo lo demás, son medios. Con la mirada fija en Jesús, el Autor y Consumador de la fe (Hb 12, 2) La Claves de la madurez humana cristiana es “Ser de Cristo” “Amar a Cristo y “Servir a Cristo” Para “Morir con él y resucitar con él”  (Gál 5, 24) Para poder decir con el apóstol Santiago: "Si alguno se cree religioso, pero no pone freno a su lengua, sino que engaña a su propio corazón, su religión es vana. La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo." (Snt 1, 26- 27)


La contaminación mundana y paga nos desvirtúan, nos deshumanizan y despersonalizan. Huyamos de las pasiones de la juventud y de toda corrupción (2 Tim 2,22; 2 de Pe 1, 4b; 1 de Cor 6, 18) Por eso el grito de Pablo: “Despojaos del traje de tinieblas y revestíos del hombre nuevo” (Ef 4, 23- 24)

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