TU TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA Y NOSOTROS CREEMOS Y SABEMOS QUE TU ERES EL SANTO DE DIOS

 

Tu Palabra es espíritu y vida

Todo empieza con una Promesa. Así, como el cielo está muy alto por encima de la tierra, así también mis caminos se elevan por encima de sus caminos y mis proyectos son muy superiores a los de ustedes. Como baja la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y haberla hecho germinar, para que dé la simiente para sembrar y el pan para comer, así será la palabra que salga de mi boca. No volverá a mí con las manos vacías sino después de haber hecho lo que yo quería, y haber llevado a cabo lo que le encargué. Sí, ustedes partirán con alegría, (Is 55, 9- 12)

 Todo se actualiza en el Cumplimiento. “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14) Jesús se hizo hombre al igual que nosotros en todo menos en el pecado. Se despojó de sus vestiduras sin dejar de ser Dios. Se humilló a sí mismo. Lavó los pies de sus discípulos y se hizo obediente hasta la muerte para hacer la Voluntad de su Padre y salvar a los hombres. (Flp 2, 6- 8; Jn 13, 13)

 ¿Qué hizo Jesús para darnos vida en abundancia? (Jn 10, 10)

A eso viene Jesús a darnos vida en abundancia, de acuerdo a las palabras de san Pablo: “El salario del pecado es la muerte, pero Dios nos da la vida en Cristo Jesús (Rm 6, 23) Jesús vino a instaurar el reino de los Cielos en el corazón de los hombres y de las culturas. Lo primero que hace es darnos su Palabra: “Creed y convertíos” (Mc 1, 14) Anuncia el reino de su Padre y predica su Evangelio para embarazar a los hombres con la Palabra de Dios de manera que puedan llegar al Nuevo Nacimiento y así puedan nacer como hijos de Dios (Jn 1, 11- 12) (Mt 3, 1- 5)

Jesús para instaurar el reino de su Padre, también hace milagros, expulsa a los demonios, y de una manera con su estilo de vida, cautiva a los hombres para que crean en él, y así pueda salvarlos. (Mc 1, 21; 1, 29; 1, 32- 34; 1, 38- 40) Pero de una manera, para darnos vida Jesús nos entregó su vida, murió para que nuestros pecados fueran perdonados y resucitó según las Escrituras para darnos vida y en abundancia: Las palabras del san Pablo son veraces: “Me amó y se entregó Por mí” (Gál 2, 20) “Nos amó y se entregó por nosotros” (Ef 5, 2) “Amó a su Iglesia y se entregó por ella” (Ef 5, 25) Nos ha redimido para qué en virtud de su Sangre nuestros pecados fueran perdonados (Ef 1,7) y nuestros corazones fueran lavados de los pecados que llevan a la muerte (cf Heb 9,14) Hoy podemos decir y creer que la Palabra de Dios, que es Jesús, dio fruto porque murió por amor por todos los hombres.

Y, ¿ahora qué? “Dichosos los que escuchan mi palabra y la ponen en práctica” (Jn 14, 23) “Construyen su casa sobre roca” “Serán mis discípulos por la obediencia a mis palabras” (cf Apoc 3, 20) El que conoce mis Mandamientos y los guarda ese es el que me ama, y a ese lo ama mi Padre y nos manifestamos en él (cf Jn 14, 21) El Señor se manifiesta en nuestra vida liberándonos, reconciliándonos y haciendo de nosotros una Nueva Creación (2 Cor 5, 17) para luego, enviarnos a predicar su Evangelio, nos promueve de enemigos en sus amigos: “Ustedes son mis amigos si hacen lo que y les diga” (cf Jn 15, 15)

El fruto en nosotros de la Palabra de Dios es a la fe, la confianza, esperanza y el amor para que nosotros demos fruto como Jesús lo hizo: En la obediencia a su Padre, así nosotros en la obediencia a Cristo daremos fruto en abundancia (Gál 5,22; Col 3, 12s; 2 Tim 2, 22s; 2 Pe 1, 5-8) En obediencia a su Palabra: “Permanezcan en mis amor, como yo permanezca en el amor de mi Padre” (Jn 15, 9s)

¿Cómo permanecer en el amor de Cristo? San Pablo nos lo dice con palabras llenas de sabiduría: “Los que pertenecen a Cristo Jesús han crucificado la carne con sus impulsos y deseos. Si ahora vivimos según el espíritu, dejémonos guiar por el Espíritu; depongamos toda vanagloria, dejemos de querer ser más que los demás y de ser celosos.” (Gál 5, 24. 26) Le pertenecemos a Cristo si lo amamos y guardamos sus Mandamientos: “Vayan por todo el mundo… Ámense los unos a los otros como yo los he amado” y “hagan esto en memoria mía.” Donde hay fe, hay obediencia, hay amor y, hay pertenecía a Cristo. La fe es Vida, la fe es Amor, es Poder y la fe es un Don de Dios, y es Respuesta de los hombres a Dios que se ha manifestado en Cristo para anunciar el Reino, para reconciliarnos con Dios y con los demás y para salvarnos. Esta es la Voluntad de Dios: Que todos los hombres se saben y lleguen al conocimiento de la Verdad (1 Tim 2, 4) Los hombres llegamos al conocimiento de las verdad mediante la escucha de la Palabra de Dios que engendra fe en nuestros corazones para que creyendo nos salvemos. Y la salvación llega a nosotros mediante la recepción de los Sacramentos (Cf Mt 28, 19s: Mc 16, 16)

A partir de entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y dejaron de seguirle. Jesús preguntó a los Doce: «¿Quieren marcharse también ustedes?» Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.» (Jn 6, 67- 69) Tú tienes palabras de vida eterna: Palabra poderosa que tiene poder para liberarnos, reconciliarnos y para salvarnos. Palabra que nos convence de que Dios nos ama hasta el extremo, hasta darnos a su Hijo… que murió siendo nosotros pecadores (Rm 5, 6) Palabra que nos convence de que somos personas valiosas y de gran valor: “Eres de gran valor y yo te amo” (Is 43, 4) Palabra que nos convence de que nosotros somos pecadores y pecamos, pero, Dios nos ama aún a pesar de nuestros pecados. Si decimos que no tenemos pecado, nos estamos engañando a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Pero si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad. Si dijéramos que no hemos pecado, sería como decir que él miente, y su palabra no estaría en nosotros (1 Jn 1, 8- 10) La Palabra nos convence que Cristo es el Único que puede salvarnos:

Sépanlo todos ustedes y todo el pueblo de Israel: este hombre que está aquí sano delante de ustedes ha sido sanado por el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien ustedes crucificaron, pero a quien Dios ha resucitado de entre los muertos. El es la piedra que ustedes los constructores despreciaron y que se ha convertido en piedra angular.  No hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres ningún otro Nombre por el que debamos ser salvados.» (Hech 4,10-2)  

La Palabra también nos convence de la urgencia necesidad de responder a la Voluntad de Dios manifestada en Cristo Jesús: “El que quiera ser mi discípulo que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y me siga (f Lc 9, 23) La cruz de Jesús para hoy no es de madera ni de metal, sino de una vida que se hace en la escucha y en la obediencia a su Palabra, en acciones concretas para amar a Dios y amar a los hombres como Jesús nos amó a nosotros: Hasta el extremo, hasta dar su vida por todos. (cf Jn 13,1) San Pablo lo confirma al decirnos:

Porque la generosidad del Dios Salvador acaba de manifestarse a todos los hombres; nos enseña a rechazar la vida sin Dios y las codicias mundanas, y a vivir en el mundo presente como seres responsables, justos y que sirven a Dios. Ahora nos queda aguardar la feliz esperanza, la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús,  que se entregó por nosotros para rescatarnos de todo pecado y purificar a un pueblo que fuese suyo, dedicado a toda obra buena. Tú enseña estas cosas, aconsejando y reprendiendo con toda autoridad. No dejes que nadie te menosprecie. (Ti 2,11-14)

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