SI VUESTRA JUSTICIA NO SUPERA LA JUSTICIA DE LOS FARISEOS NO ENTRARÉIS EN EL REINO DE LOS CIELOS.

 

SI VUESTRA JUSTICIA NO SUPERA LA JUSTICIA DE LOS FARISEOS NO ENTRARÉIS

EN EL REINO DE LOS CIELOS.

 

Yo se lo digo: si no se proponen algo más perfecto que lo de los fariseos, o de los maestros de la Ley, ustedes no pueden entrar en el Reino de los Cielos. (Mt 5, 20)

Vino a su propia casa, y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron les dio capacidad para ser hijos de Dios. Al creer en su Nombre (Jn 1, 12)

¿Cómo pueden los fariseos y los escribas alcanzar algo más perfecto de lo que ya tienen y poseen? Pueden lograrlo mediante el “encuentro con Jesús” para que logren alcanzar el designio del Padre: “Sean perfectos como su Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48) y “Sean misericordiosos como su Padre celestial es misericordioso” (Lc 6, 36) Para que entonces los fariseos, escribas y nosotros puedan vivir de “Encuentros con Jesús” podamos todos vivir como discípulos del Maestro, “Creyendo y convirtiéndose a Él (cf Mc 1,15) “Sin fe nadie la agrada a Dios” (Hb 11, 6) Podemos decir que la vida de los Discípulos del Señor Jesús tienen su vida dividida en dos: “antes y después de conocer a Cristo” Y que en su interior existe una lucha entre el “Ego y el Amor” Entre el hombre viejo y el hombre nuevo, entre los vicios y las virtudes. “Entre el pecado y la Gracia” Al reconocer que somos pecadores y  que podemos pecar por nuestras debilidades, reconocemos que en nuestro interior hay un “pequeño fariseito” al que hay negarle el alimento, hay que darle muerte, para poder alimentar al Amor, a Cristo que habita por la fe en nuestros corazones (cf Ef 4, 17)

La justicia de los fariseos hay que superarla por la fe en Jesucristo: Confianza y obediencia a su Palabra, Perteneciéndole, amándolo, siguiéndolo y sirviéndole. Lo que lleva a practicar  las virtudes cristianas que equivale a tener los mismos pensamientos y sentimientos de Cristo (cf Flp 2, 5) Esto equivale a decir: “Conviértanse a Cristo, es decir: llénate de Cristo”

Lo que Pablo llama: “Despojaos del hombre viejo y revestíos del hombre nuevo, en justicia y en santidad” (Ef 4, 23- 24)

 

Los fariseos y los escribas oraban, ayunaban, daban limosnas, pagaban diezmos y conocían la letra de la Biblia al pie de la letra, pero, todo lo hacía para agradar a los hombres, para quedar bien con la gente y esperaban de todos sus alabanzas, su prestigio, su fama y el dinero, algo para decir, esperaban de la gente y su recompensa, pero no la esperaban de Dios, a quien no le daban gloria, honor y alabanza. Sus corazones estaban llenos de malicia, mentira, hipocresía, envidia y maledicencia (cf 1 Pe 2,1) Santiago el apóstol nos dice: “¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: «Tengo fe», si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: «Id en paz, calentaos y hartaos», pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?” (St 2, 14- 16) El Señor Jesús pide a los suyos es “Tener misericordia” como su Padre celestial es misericordioso (cf Lc 6, 36) La Misericordia está en todo lo que hacemos de bueno: la conversión, a liberación, las buenas obras, nuestras ofrendas a Dios y a los pobres. Porque todo lo bueno viene de Dios. Entonces volviendo a Santiago decimos que hay fe donde hay Misericordia y aparecen en nosotros los frutos de la fe: El amor, la paz, el gozo, etc. (Gál 5,22) “La bondad, la verdad y la justicia” (Ef 5, 8) La justicia y la santidad (Ef 4, 24) La humildad, la mansedumbre, la caridad, la paz… (Col 3, 12) A su discípulo Timoteo, el Apóstol le dice: 2 “Evita los deseos desordenados, propios de la juventud. Busca la rectitud, la fe, el amor, y ten buenas relaciones con aquellos que invocan al Señor con corazón puro. (2 Tim 2, 22)

El fin de nuestra predicación es al amor que procede de una mente limpia, de una conciencia recta y de una fe sincera. Por haberse apartado de esta línea algunos se han enredado en palabrerías inútiles.  Pretenden ser maestros de la Ley, cuando en realidad no entienden lo que dicen ni de lo que hablan con tanta seguridad.” (1 Tim 1, 5- 7) La fe de estos escribas y fariseos está vacía, está muerta: Pues así es también la fe; si no tiene obras, está realmente muerta.” (St 2, 17)

Escuchemos a Jesús para que nos demos cuenta de cuál es la voluntad del Padre Celestial: “Yo les digo a ustedes que me escuchan: amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian,  bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los maltratan. Al que te golpea en una mejilla, preséntale también la otra. Al que te arrebata el manto, entrégale también el vestido.  Da al que te pide, y al que te quita lo tuyo, no se lo reclames.”

“Traten a los demás como quieren que ellos les traten a ustedes.  Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? Hasta los malos aman a los que los aman.  Y si hacen bien a los que les hacen bien, ¿qué gracia tiene? También los pecadores obran así.  Y si prestan algo a los que les pueden retribuir, ¿qué gracia tiene? También los pecadores prestan a pecadores para que éstos correspondan con algo.”

“Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, que es bueno con los ingratos y los pecadores. Sean compasivos como es compasivo el Padre de ustedes.”

No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.  Den, y se les dará; se les echará en su delantal una medida colmada, apretada y rebosante. Porque con la medida que ustedes midan serán medidos ustedes.” (Lc 6, 27- 38)

La importancia que los discípulos aprendan a vivir el “Arte de Amar como Jesús, lo vivió y se entregó por amor por nosotros” (cf Gál 2, 20; Ef 5, 1; 5, 25) Jesús formó a los suyos para amar y para el servicio, lo que equivale a Evangelizar. Cuando terminó de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, siendo el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros.  Yo les he dado ejemplo, y ustedes deben hacer como he hecho yo. (Jn 13, 12- 15)

Para lavar los pies a los demás lo primero es dejarse lavar los pies por Jesús, lo que equivale a dejarse amar, perdonar y salvar por Jesús. El “Arte de amar” implica algunos pasos que hemos de ponerlos en práctica: “Amar por primero” (1 Jn 4, 10) Lo primero es dejarse amar por Cristo, Jesús el Señor. Lo segundo es “amar a todos” cómo él lo hizo, vino por todos y murió por todos. Dos cosas: Gratuidad y  Universalidad. Lo tercero es “amar a los enemigos y rezar por ellos” (Lc 6, 27) En cuarto lugar es “ver a Jesús en el rostro de todos” para poder amar a pobres, ricos, buenos y malos. Esta es la clave del “Arte de amar.” El quinto lugar es “amor recíproco” (cf Jn 13, 34) Amarse unos a los otros como Familia, como Comunidad fraterna, solidaria y servicial. Todos somos iguales, todos hijos de Dios, hermanos con todos y servidor de todos.

El camino para conocer el "Arte de Amar" nos pide creer  y convertirse al Reino de Dios (Mc 1, 15) Para poder alimentarse del árbol de la vida que está en el Paraíso de Dios (Apoc 2, 7) para fortalecernos y crecer en el conocimiento de Dios, unidos en la fe, alcanzando la madurez del hombre perfecto Cristo Jesús, (Ef 4, 13) que nos amó y se entregó por nosotros (cf Ef 5, 1-2)

 

 

Publicar un comentario

Whatsapp Button works on Mobile Device only

Start typing and press Enter to search