JESÚS ES EL MISIONERO Y EL EVANGELIZADOR DEL PADRE.

 

JESÚS ES EL EVANGELIZADOR DEL PADRE.

 

Jesús es el Evangelizador del Padre. Para la Iglesia, Jesús mismo, es el Evangelio de Dios, y ha sido, el primero y el más grande evangelizador. Lo ha sido hasta el final, hasta la perfección, hasta el sacrificio de su existencia terrena. Evangelizar para Jesús es darse, es donarse y entregarse hasta el extremo; es sembrar el reino de Dios en el corazón de los hombres y de las culturas. Para Él, evangelizar es anunciar el reino de su Padre, es liberar a los hombres de la servidumbre del pecado y del dominio de Satanás. Para Jesús evangelizar es reconciliar a los hombres con Dios y entre ellos; Para Jesús evangelizar es dar vida y amar hasta el extremo. (Jn 13, 1)

 

Por eso pudo decirnos: “Vengo para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10)  Dentro de la evangelización del Señor Jesús, encontramos la promoción de sus discípulos, a quienes eligió por amor y formó para que continuaran en la historia la Obra realizada y comenzada por Él.

La Misión de Jesús es liberadora. Jesús es el enviado por el Padre, por eso es su Misionero. El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos  y proclamar un año de gracia del Señor (Lc 4, 18).

La Misión de Jesús es liberadora. Nos libera de cargas opresoras que nos deshumanizan y despersonalizan. Nos saca de la esclavitud. La Misión de Jesús es reconciliadora. Jesús muere para reconciliar a los hombres con Dios y entre ellos. La Misión de Jesús es transformadora: Jesús purifica nuestros corazones y en virtud de su Sangre nos saca del pozo de la muerte para transformarnos en Casa de Dios. La Misión de Jesús es sanadora. La Salud que Jesús nos ofrece es Salud Salvífica: De hombres viejos a hombres nuevos. Da sentido a nuestra vida para  que seamos luz y sal de la tierra. La Misión de Jesús es Promotora. Jesús nos ama con amor de promoción, hace que de enemigos pasemos a hijos de Dios; de adversarios en hermanos.  Los promueve de grandes pecadores en amigos y en discípulos suyos.

¿Qué anuncia el Misionero del Cielo? El anuncio del reino de Dios (EN 7). Después que Juan fuese entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios ha llegado; convertíos y creed en la Buena Nueva (Mc 1, 15).

 

¿Qué significa creer? ¿Qué significa convertirse? ¿A qué me invita Jesús? El mismo Señor nos da la respuesta. Para Jesús la conversión es: Ir a Jesús. «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os proporcionaré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.  Porque mi yugo es suave y mi carga ligera (Mt 11, 28- 29. La conversión que exige para entrar en el Reino de Dios pide ir a Jesús para intercambiar con él nuestro corazón lleno de piedras para recibir un corazón nuevo, lavado en la fuente de su Misericordia y revestido de su Amor. Convertirse es dejarse enyugar con Jesús, uncidos con Él para caminar con él, trabajar, padecer, sufrir, morir y resucitar con Él.

 

Para Jesús convertirse es “Un Nuevo Nacimiento:” «En verdad, en verdad te digo que el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios. (Jn 3, 1- 5). Nacer de nuevo, es un nacer de Dios. Nacer de lo Alto (Jn 1, 11) Las condiciones son las exigencias de la fe. Creer en Jesús, el dejarse amar, perdonar y conducir por él. “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya, porque, si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré; y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio” (Jn 16, 7- 8).

 

La Palabra me convence de que Dios me ama incondicionalmente. Me convence de que soy pecador. Me convence de que no puedo salvarme a mí mismo. Me convence que estoy necesitado de ayuda.  y me convence que sólo Cristo puede darme vida eterna (Jn 6, 39- 40; Hech 4, 12). En el encuentro con Cristo mis pecados son perdonados y recibo el Espíritu Santo.

 

Para Jesús la conversión es hacerse como niños. «Os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, el mayor en el Reino de los Cielos será el que se humille como este niño (Mt 18, 1- 5). Hacerse como niños es aceptar la salvación como “Regalo” de Dios, y no como premio o como recompensa. No hay méritos personales. Son los méritos de Cristo los que dan la justificación por la fe (Rom 5, 1- 5; Gál 2, 16).

 

¿Qué significa creer?  Creer es confiar en Jesús.  Creer es obedecer a Jesús. Creer es amar a Jesús.  Creer es pertenecer a Jesús. Creer es seguir y servir a Jesús. El que cree, tiene vida eterna (cf Jn 6, 39)

 

¿Qué enseña el Misionero del Padre? Jesús enseña el arte de vivir en comunión.  Con su predicación y con su estilo de vida, Jesús nos enseña a vivir en comunión con Dios como sus hijos, con los demás como hermanos y como servidores, con las cosas como amos y señores.

 

Jesús enseña el arte de amar. “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros; que, como yo os he amado, así os améis también entre vosotros. Todos conocerán que sois discípulos míos en una cosa: en que os tenéis amor los unos a los otros” (Jn 13, 34s). Para Jesús amar es darse, donarse, entregarse en servicio por amor a los hombres.

 

Jesús enseña el arte de servir. El servicio dentro y fuera de la Comunidad: “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis ‘el Maestro’ y ‘el Señor’, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis lo que acabo de hacer con vosotros” (Jn 13, 13ss).

 

La Hora de Jesús. Toda la vida de Jesús estaba orientada hacia su pasión ya su muerte. Jesús ha venido a establecer en la tierra el Reino de su Padre, para sacar a los hombres del pozo de la muerte, del dominio de Satanás y llevarlos a los dominios de Dios (Col 1, 13) Jesús ha venido a encender los corazones con el Fuego de su Amor (Lc 12, 49). Ha venido a llenar los corazones vacios con su Gracia para darle sentido a nuestra vida. Jesús ha venido a establecer en la tierra un Culto Nuevo. Los sacrificios de toros y de machos cabríos no son agradables a Dios. Jesús ha venido a establecer en la tierra la Nueva Alianza. Todos son invitados a pertenecer a esta Alianza sellada con la Sangre de Cristo.

A los que creen en Jesús son invitados a ser sus discípulos y a seguirlo: "Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame." (Lc 9, 23) "«Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío." (Lc 14, 26) Odiar aquí se entiende como reducir a Jesús a un segundo término.



 

 

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