EL CAMINO DE LA FE: LLAMADOS A SEGUIR A CRISTO


El Camino de la fe: llamados a seguir a Cristo

 

Objetivo: Profundizar en el conocimiento de la vida espiritual, iluminada por la fe en Jesucristo como fundamento de la experiencia espiritual cristiana que se vive, se anuncia y se celebra.

Iluminación. “Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré” (Gn 12, 1-3). “Levántate, ve y te enseñaran lo que debes hacer (Hech 9, 1ss)


1.    El hombre, un ser en proyección

Todo ser humano es un ser en proyección, su vida está orientada hacia algo o hacia Alguien. A todos nos esperan grandes sorpresas. La invitación es a salir para ir al encuentro de… para crecer en la fe… para llegar a la madurez. La Biblia nos narra la aventura de la fe de un hombre llamado Abraham. “Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré” (Génesis 12, 1-3). La fe comienza con Abraham. Dios le invita a salir de su tierra, de su tribu, de su casa, para ir a la tierra que Él le mostrará.


El hombre que no se proyecta, que no sale de sí mismo para ir al encuentro de su realidad, no se realiza, se queda encerrado en sí mismo, languidece y luego muere. Hablemos por eso del  movimiento esencial de la fe.


·       La fe cristiana es “Salir y proyectarse” para ir a lo desconocido, abandonarse en las manos de lo desconocido como María, para quien lo desconocido es Dios.
·       Es romper con un pasado de confort, superficial, de seguridad, de apegos, de amistades, lujos, etc.
·       Es dejar atrás un modo de pensar; una manera de sentir, de ver las cosas y de actuar según criterios meramente humanos. Dejar atrás todo lo que te amarra... para aceptar la invitación de Dios de ir a lo desconocido.
·       La vida en la fe siempre estaré necesariamente orientada hacia Dios, hacia la casa del Padre, hacía Cristo, hacia el Amor, la Vida, la libertad y la Santidad.
·       La fe es la luz que orienta mi vida y es poder que fortalece e impulsa a caminar en los “caminos de Dios. Quien no esté dispuesto a abrazar la “voluntad de Dios” manifestada en Cristo Jesús, no tiene fe, o su fe, está vacía y muerte.

2.    La experiencia de la fe

La fe no revela el destino del viaje. No se sabe lo que va a suceder. No da cartas de recomendación. No existe la garantía que nos va a ir bien o que vamos a quedar bien. Por esta razón la fe exige confianza en Él que llama o en el Aquel que envía. La fe exige largas esperas.

·       Lo que se debe saber
ü  Estar dispuesto a salir, es decir: empaque y vámonos. Lo primero está en obedecer. Arranca y no te preocupes, motores en marcha. Por el camino iremos viendo las maravillas del Evangelio.
ü  La fe no exige cartas de recomendación, ponga su confianza en el Señor que llama.
ü  El Evangelio no garantiza que no habrá tropiezos o problemas, lo que se pide es ponerse en marcha, por el camino se darán las instrucciones.
ü  La fe no hace preguntas, más bien da respuestas: obedece y echar anda. De la misma manera que a la vida no se le hacen preguntas, se le responde.
ü  Para el hombre de fe, sólo Dios basta.


·       Lo que se debe hacer.
ü  Abandonarse en las manos de Dios.
ü  Obediencia a la voluntad de Dios.
ü  Llevar una vida digna del Señor.
ü  Dar frutos de vida eterna.
ü  Una vida de pertenencia y de consagración: ser del Señor.
ü  El hombre de fe no vive para sí mismo, vive para el servicio a los demás.
ü  Luchar contra los enemigos de la fe.

La fe, es muy difícil para el hombre moderno tan acostumbrado a exigir derechos y explicaciones. Busca saberlo todo. Tener todas las seguridades. Exige tener claridad, seguridad, información... gastos pagados, refacciones extras, etc. Quiere saber cuánto le va a producir su inversión... y si no, no invierte, no se arriesga. No así para Abraham, el padre de la fe. ¿Qué se lleva? Una mujer vieja, un burro y un sirviente. Pero además en su corazón, lleva la seguridad y la firmeza que le da su fe en una promesa: "Te haré padre de una gran descendencia".


3.    La vocación de Abraham (Gn 12, 1-3)

Abraham, el amigo de Dios, fue aprendiendo, que Dios no da las cosas hechas, sino que las va realizando por el camino, en la medida de la disponibilidad de aquellos a los que gozosa y gratuitamente invita a participar en la aventura de la fe. ¡Qué manera tan única y genuina de tratar Dios a sus amigos!

Abraham se vio llamado muchas veces... pero... también fue probado muchas veces. Cada momento, cada día, cada hora, cada situación tenía su propia prueba, tenía su propio desafío. Enfrentarse a la vida, responder a las exigencias que la vida cristiana nos presenta, sufrir o padecer la acción del Espíritu es un acto de fe.


4.    La Vocación de David

"Dios le dijo a Samuel: "Ungirás a aquel que yo te diga" (1Sm 16, 1- 13). ¿Qué vemos? Datos incompletos, peligros, desafíos. Samuel llega a la casa y se encuentra con un chorro de jóvenes y para colmo aquel a quien Dios ha elegido ni siquiera se encuentra en la casa. El profeta hizo lo que pudo, hasta equivocarse siete veces,... pero también estuvo atento a nuevas instrucciones. En su interior escuchaba una advertencia: "Ese no es". Una y otra vez, escucha el aviso, hasta que finalmente escucha la voz interior que le dice: "Ese sí es", úngelo y entonces tú misión se verá cumplida. La voz interior es la vocación, la voz de Dios.


5.    La Vocación de Pablo de Tarso

Camino de Damasco recibe instrucciones: “Levántate, ve y te enseñaran lo que debes hacer (Hech 9, 1ss). Por lo pronto tú no lo sabes, estás ciego. A su tiempo se te revelará. Por lo pronto: "Levántate, ve y se te dirá". Esa es la esencia de la fe. Esto me anima a decir que la vocación es una experiencia de fe: Una orden de Dios recibida en el corazón. Dios está empeñado en cumplir su promesa: "Yo te bendeciré". "Yo te haré participe de mis dones, de mis frutos, de mi vida, etc.”.


Amemos la vocación. Amemos la fe: salgamos a la aventura de un futuro desconocido, con la disponibilidad de dejarlo todo. Digamos con San Pablo: “Soy apóstol de Jesucristo por voluntad del Padre”. "Estoy seguro que el Señor me ha llamado". "Y yo sé en quien he puesto mi confianza".


6.    Aspectos que hacen perder la fe

·       Querer caminar sin haber hecho una opción por Cristo

La opción por Cristo es posterior al encuentro con él en la fe: aceptarlo como mi salvador personal y rendirse a su voluntad haciendo de su Evangelio la norma de la vida. Es una opción que puede renovarse muchas veces, las que sean necesarias, ya que somos peregrinos y fácilmente perdemos de vista a Jesús. Lo que sigue es fácil de verlo en nuestra vida y en la vida de los demás: “Hundirse en el lodo” (Jer 36, 6), como Jeremías o como muchos que hoy vemos en las calles dando lástima. Es fácil descubrir el vacío de Cristo en nosotros y en los demás, se nota. Cuando comenzamos a querer llenar el vacío de insatisfacción con caprichos, gustos, sexo, licor, altarcitos, pendejaditas, etc. Más tarde o más temprano aparecerá el vacío existencial.


·       Sumergirse o dejarse arrastrar por un activismo frenético y enfermizo.

Trabajar sin planear, sin descansar y sin oración. Olvidando que el hombre tienen tres dimensiones básicas: la corporal, la mental y la espiritual. Inclinarse por alguna de las tres descuidando las otras dos, nos lleva al vacío existencial. El activismo deshumaniza y despersonaliza.

·       La inversión de valores.

La inversión de valores es la idolatría moderna, contra la cual lucharon los antiguos profetas. Valorar a las personas por lo que tienen, por lo que saben o por lo que hacen. Son más importantes las cosas que las personas, a quienes se les cosifica, se instrumentaliza, se les manipula para desecharlas.

·       La no proyección.
Que es lo mismo que quedarse al margen de la realización humana, por negarse a cultivar las potencialidades como la inteligencia y la voluntad. El cultivo de estas dos propiedades nos lleva al cultivo de los valores humanos y a la práctica de las virtudes cristiana, como la libertad y el amor.

No olvidemos que lo esencial del cristianismo, de la vocación y de la vida se llama Jesús. Lo demás es añadidura. ¿Dónde está la novedad de Jesús? No en sus palabras, no en sus milagros, está en su ser. No se entiende un cristianismo sin Jesús. Cristianos sólo hay uno, se llama, Jesús. Llénate de su presencia, de su amor, de su vida, de su verdad y verás que lo demás es paja, que tan solo sirve para encender el fuego.

7.    Cristiano sólo hay Uno,  y ¿nosotros qué?

El mundo dice que el cristianismo está en crisis. Mentira, el cristianismo nunca ha estado en crisis, quienes hemos estado en crisis somos nosotros los cristianos cuando queremos vivir sin Jesús. Podemos ser cristianos de misa diaria, de algunas devociones piadosas, algo estudiosos, pero la verdad es que mientras no hagamos una opción seria y radical por Jesús, seremos hierba fácil de sacudir, hombres fáciles de manipular, seres engañados, pero a veces también, nos podemos convertir en engañadores y manipuladores del pueblo de Dios.

·       Somos cristianos por aproximación, por participación, por comunicación. Somos cristianos por Gracia de Dios.
·       Soy cristiano en la medida que vivo en Jesús, con Jesús y por Jesús. Soy portador de su Amor para mí  y para los demás.
·       Soy cristiano por mi proyección de vida, por mi opción y mi compromiso por Jesús, sin los cuales me que convertido en simple bosquejo de persona, en un hilacho humano. En un ser al borde del camino.


8.    La deficiente estructura espiritual

"Que el Espíritu Santo fortalezca en ustedes el hombre interior" (Ef 3, 15). Cuando existe la no preocupación por adquirir una fortaleza interior capaz de resistir los vientos, las tempestades y nortes que son muchos y fuertes, fácilmente se cae en la mediocridad, la tibieza o en cualquier modalidad de pecado. La estructura interior podemos equipararla a una estructura espiritual. Pensemos que sería de este edificio si no tuviera buenos cimientos, o tuviera deficiencias en las columnas o en las trabes. Todo se vendría abajo. Lo mismo puede suceder con nuestra vocación sí no le ponemos atención a lo que se llama la estructura espiritual.

La Estructura espiritual es la mezcla de elementos estables que entrelazados entre sí, no dejan caer el edificio. ¿Cuáles son esos elementos? No son los actos de piedad, esos nos engañan; No son las devociones ni los altarcitos, estos también nos engañan; no son los carismas del canto o de la guitarra, eso puede ser pura bulla. Para comprender lo que sí es, hemos de responder a estas preguntas:

¿Cómo es mi espiritualidad? ¿Cómo es la a vida familiar? ¿Cómo son mis relaciones con los demás? ¿Cómo es mi vida de Comunidad? ¿Cómo es mi manera de vivir la vida en Cristo?. La manera de vivir el llamado a la santidad como hombre o mujer, casado o soltero. ¿Cómo es mi respuesta a la Palabra? Nos pudiéramos hacer algunas preguntas: ¿Cómo es la vida sacramental (Confesión, Eucaristía, Matrimonio). ¿La vida de oración, personal y comunitaria? Cuidado con los extremismos: vida de oración sin acción es iluminismo, como también, obras sin oración puede llegar a ser puro activismo, puede llevar a la ideología. Cómo es la vida de reflexión y vivencia de la Palabra? ¿Cómo es mi vida de amor a la cruz y de conversión, de servicio o de caridad al prójimo?


9.    La pérdida de identidad

¿Voy perdiendo mi ser, mi hacer y mi opción primera? No hay coordinación en mi vida y en mi actuar: no soy el que debo ser y no hago lo que debo hacer. Recuerda lo que dice el libro del Eclesiastés: “Hay un momento para cada cosa”. ¿Cómo me presento?, ¿Qué es una crisis de identidad? Es no saber para donde voy. Es confundir las causas con los efectos. ¿Cómo se nota? ¿Cuáles son  los síntomas de una persona alborotada? Son varios, trataré de enumerar algunos de ellos:

·       Cumplir por legalidad, por que toca, eso es fariseísmo.
·       Dedicarse a labores diferentes de su vida consagrada, eso es des-adaptación.
·       La pérdida de convicciones. Decir una cosa y hacer otra, eso es mentira.
·       Un inadecuado estilo de vida. Ej. Casado que sigue de novio.
·       Equivocadas motivaciones vocacionales. Como sacerdote la búsqueda de un mejor estatus social, dinero, comodidad, prestigio. Una vida fácil, poco estudio, poco trabajo, muchas salidas. Que no me molesten, yo quiero dormir mi siesta.
·       La ausencia de un espíritu sacrificado lleva al sacerdote (al cristiano) a perder todo deseo de superación espiritual. Aprendamos a crear tensiones internas.
·       El exceso de trabajo, sin organización de vida. Mucho estudio sin deporte. Mucho trabajo sin estudio ni oración, lleva  a la neurosis.
·       Tener conflictos con la autoridad del plantel: Formadores, obispo, etc.
·       La falta de libertad en mis relaciones o en el trato con los demás, especialmente con la mujer.
·       La incapacidad para perdonar unido al deseo de sobresalir.

Yo no puedo hacer lo que la gente hace, no por miedo, sino por amor al Señor, por amor a mi vocación, por amor a la Iglesia. Necesito mortificar mis gustos, mis instintos mis caprichitos. No puedo ser esclavo de la moda, del alcohol, del sexo; tengo que decir adiós a los bailes y a otras cositas que no son compatibles con mi vocación.

La opción por Cristo en cambio, se expresa con actitudes concretas: Mi vida de oración, mi entrega, mi servicio son para el Señor, y lo que hago, lo hago con alegría y por amor. La opción por Cristo me va ayudando a encarnar mi nueva identidad, me da madurez. En mí hay gérmenes de vida nueva, llamada vocación. Sé fiel, responde al llamado.



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