TOMA TU CRUZ Y SÍGUEME



Toma tu cruz y sígueme.

Iluminación. “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame”. (Lc 9, 23)

1.   Falsas manera de entender la Cruz de Cristo.

V Como un mero objeto ornamental o de lujo.

V Un simple modo de decir, para señalar que hay que aceptar todo sufrimiento, humillaciones o fracasos.

V La cruz de Jesús, hoy día, no es de madera, metal o piedras preciosas para lucirlas en el pecho de los creyentes o en los lugares.

2.   En la enseñanza de Jesús

V Esta expresión no pone en primer lugar la mortificación y la renuncia.

V La cruz, no se refiere al deber de soportar con paciencia las pequeñas o grandes tribulaciones diarias;

V Ni mucho menos quiere ser una exaltación del dolor como medio para agradar a Dios.       


3.   ¿Qué significa la cruz para el cristiano?

Ø El cristiano no busca el sufrimiento por sí mismo, sino el amor.
Ø Y la cruz acogida se transforma en el signo del amor y del don total.
Ø Llevarla en pos de Cristo quiere decir unirse a él en el ofrecimiento de la prueba máxima del amor.
Ø No se puede hablar de la cruz sin considerar el amor que Dios nos tiene, el hecho de que Dios quiere colmarnos de sus bienes.

4.   ¿Qué significa para Jesús  “el niéguese a sí mismo”?

V Jesús no quiere que busquemos la salvación en nosotros mismos. En los placeres desordenados de la vida.
V Para Jesús nadie puede salvarse a sí mismo. Nos invita a no buscar los primeros lugares.
V Jesús nos advierte que una vida centrada en sí mismo nos lleva al “individualismo” o al reinado de los instintos y de los impulsos.
V Jesús nos invita a no creernos amos y señores de las personas para no sentirnos por encima de los demás.
V Jesús nos invita a ser como Él: “mansos y humildes de corazón”. Para Jesús la humildad es disponibilidad para darse, donarse y entregarse en servicio por amor a Dios y al prójimo.

5.   Con la invitación "sígueme"

V Jesús no sólo repite a sus discípulos: tómame como modelo, sino también: comparte mi vida y mis opciones, entrega como yo tu vida por amor a Dios y a los hermanos.
V Así, Cristo abre ante nosotros el "camino de la vida", que, por desgracia, está constantemente amenazado por el "camino de la muerte".
V El pecado es este camino que separa al hombre de Dios y del prójimo, causando división y minando desde dentro la sociedad.

6.   El "camino de la vida"

V Que imita y renueva las actitudes de Jesús, es el camino de la fe y de la conversión; o sea, precisamente el camino de la cruz.
V Es el camino que lleva a confiar en él y en su designio salvífico, a creer que él murió para manifestar el amor de Dios a todo hombre;
V es el camino de salvación en medio de una sociedad a menudo fragmentaria, confusa y contradictoria;
V es el camino de la felicidad de seguir a Cristo hasta las últimas consecuencias, en las circunstancias a menudo dramáticas de la vida diaria;
V es el camino que no teme fracasos, dificultades, marginación y soledad, porque llena el corazón del hombre de la presencia de Jesús;
V es el camino de la paz, del dominio de sí, de la alegría profunda del corazón.
Juan Pablo II.

La  cruz de Jesús es un estilo de vida, “vivir como Jesús vivió”. En comunión con su Padre y con los hombres, a quienes, no se avergonzó de llamarlos hermanos.  Su Cruz está hecha de obediencia, de amor, de verdad, de libertad, de servicio. Para un cristiano aceptar la cruz y abrazarse a ella, es aceptar la “Voluntad del Padre y someterse a ella.


7.   La cruz fuente de espiritualidad.

V  Por amor a Cristo y al prójimo se renuncia al pecado: Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y no hay verdad en nosotros.  Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia.  Si decimos: «No hemos pecado», hacemos de él un mentiroso y su palabra no está en nosotros (Jn 1, 9- 10).

V  Por Amor se guardan los Mandamientos; Estaremos seguros de conocerle si cumplimos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco» y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él. (1 Jn 2, 3- 4)

V  Por Amor guardarse del Mundo: No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo cuanto hay en el mundo —la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la jactancia de las riquezas— no viene del Padre, sino del mundo. El mundo y sus concupiscencias pasan; pero quien cumple la voluntad de Dios vivirá para siempre (1 Jn 2, 15- 17).

V  Practicar el amor recíproco: Queridos, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor (1 Jn  4, 7-8).

V  Practicar la Justicia. En una cosa hemos conocido qué es el amor: en que él dio su vida por nosotros. Así que también nosotros debemos dar la vida por los hermanos.  Si alguno que posee bienes materiales ve que su hermano está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede residir en él el amor de Dios? (1 Jn 3, 16)

La Cruz de Jesús es “humildad, amor fraterno y castidad” que hacen de nosotros una bendición, un regalo de Dios para los demás.

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