MARÍA ES LA PRIMERA EVANGELIZADA Y LA PRIMERA EVANGELIZADORA


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La Primera Evangelizada y la primera Evangelizadora

Iluminación: Llegada la plenitud de los tiempos, Dios envió a su hijo nacido de Mujer, nacido bajo el régimen de la ley, para rescatar a los que se hallaban sometidos a ella y para que recibiéramos la condición de hijos. Y, dado que sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abbá, Padre! (Gál 4, 4- 6).

¿Qué se entiende por evangelizar? Evangelizar es anunciar la Buena Noticia: Dios ama a todos los hombres. Quiere llevarlos al conocimiento de la Verdad y quiere hacerlos partícipes de su naturaleza divina. “Vengo para que tengan vida y la tengan en abundancia” nos ha dicho el Evangelizador del Padre (Jn 10, 10). Pablo el evangelizador de Cristo confirma las palabras de Jesús diciendo: Dios envió a su Hijo, nacido de Mujer. Esa Mujer es María, y el hijo de Dios es Jesús, el Cristo, Emmanuel, el Dios que se hizo hombre para redimir a la humanidad y elevar a los hombres a la condición de hijos de Dios. María, la misma que llena del Espíritu Santo dijo: “El todo poderoso ha hecho obras grandes en mí” (Lc 1, 49). “¿Qué Obras realizo Dios en María?” Ella, la elegida desde la eternidad para ser la Madre de Emmanuel, fue preservada del pecado original, para ser la inmaculada en el amor (Ef 1,4); la llena de Gracia, la favorecida, de la que dice el ángel Gabriel: “Alégrate llena de Gracia, el Señor está contigo” (Lc 1, 28).

María y la Esperanza Mesiánica. María, mujer judía, pertenece a la Alianza del Sinaí. Alianza de la que los profetas anunciaron su fin para dar paso a una Nueva y eterna Alianza (Jer 31, 31; Ez 36, 26ss). La joven de Nazaret pertenece al pequeño resto anunciado por Sofonías: “Dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre; se cobijará al amparo de Yahvé el Resto de Israel. Ya no cometerán injusticias ni dirán mentiras, ya no ocultará su boca una lengua embustera. Se apacentarán y reposarán, sin que nadie los espante” (Sof 9, 12- 13), el resto pobre que esperaba una liberación que sólo podía venir de Dios y no de los poderosos de la tierra que habían oprimido al Pueblo de Israel a lo largo de los siglos. Israel, explotado y oprimido había pasado de mano en mano, por parte de los países poderosos dando muerte, metiendo miedo, explotando a los débiles, que en medio del sufrimiento habían encarnado la “esperanza mesiánica”. Un día, el día del Mesías, la opresión y la explotación llegarían a su término para dar paso a un Nuevo Pueblo, al Nuevo Israel. 

El Diálogo más liberador de la historia, Modelo de Evangelización. Ha llegado el momento de que Dios realice su Designio de amor y de salvación. Dios quiere hacer a los hombres partícipes de su “naturaleza divina”, y envía su Mensajero a una humilde campesina a la que Dios mira con amor desde toda la eternidad (Lc 1, 26- 38). El Ángel anuncia a María el Plan de Dios, su Designio de Salvación. Ella escucha con oído atento y corazón palpitante. Desde su realidad, le responde al Mensajero. “¿Cómo será eso, puesto que yo permanezco virgen?” El Mensajero explica el cómo será la obra perfectísima del Espíritu Santo en Ella: “La cubrirá con su sombra” y María concebirá al “Rey de Israel” “Hijo del Altísimo”. Ella podrá ser Madre siendo Virgen. María cree en las palabras del Ángel y responde a los Cielos con su “Hágase en mí la voluntad de Dios”. “y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14).

Diálogo, modelo de toda evangelización, porque Dios siendo tan poderoso; siendo, el que todo lo puede, no impone, no obliga, no manipula, sino que pregunta, y espera la respuesta libre y consciente por parte de María, la humilde esclava de Nazaret. Por eso, hoy podemos decir con Pablo VI que ella es:

·        La Virgen Oyente. María escucha en su corazón la voz de Dios y también escucha el clamor de su pueblo que invoca justicia.

·        La Virgen Orante. María, es mujer de oración. Ora desde niña, enseñada por sus padres, como lo muestra el canto del Magnificat. Ora por la venida del Mesías, a quien acoge en su seño virginal. Ora en la Presentación de su Hijo, y en las bodas de Caná intercede para arrancarle a su Hijo su primer Milagro. Ora por la venida del reino y ora junto a la cruz de Jesús.

·        La Virgen Madre. María, creyó a las palabras de Dios que sería Madre siendo Virgen; ella es la Madre del Unigénito de Dios y es Madre de todos los creyentes.

·        La Virgen Oferente. Al Dios que se dona y se entrega los hombres, María, responde con “Heme aquí”, “Oh Dios para hacer tu voluntad”. Con su “hágase en mi según tu Palabra” María hace Alianza con Dios en favor de toda la Humanidad. Su compromiso es vivir totalmente entregada a su Hijo unigénito y a su Obra de salvación. Por su “Hágase” será llamada la Virgen Madre, la Medianera de todas las gracias, la Abogada de los pobres.

El Catecismo de María revelado por el Espíritu Santo (Lc 1, 39. 45) En aquellos días, se puso en camino María y se dirigió con prontitud a la región montañosa, a una población de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno; Isabel quedó llena de Espíritu Santo y exclamó con voz fuerte:

a)     «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; María es bendita, su Bendición se llama Jesús. María es Bendición, regalo, don para la Iglesia de la que es Madre y Señora. Que importante es recordar las Bendiciones que Dios derrama sobre la Humanidad en Cristo Jesús, de la carta a los Efesios (1, 3- 11) Somos benditos con María en Cristo Jesús.

b)      ¿Cómo así que viene a visitarme la madre de mi Señor? María es la madre del Señor, su Dios, El Todopoderoso que ha hecho en ella maravillas, Santo es su nombre. A la luz de estas palabra que el Espíritu Santo pone en la boca de Isabel, como negar que María es la madre de Dios y por voluntad de Dios, es Madre de todos los creyentes de su Hijo.

c)      Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.  ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!». María es mujer de fe. Para ella la fe es confianza y abandono en las manos de Dios, es donación, entrega y servicio a la Obra redentora de su Hijo en favor de todos los hombres. 

María, la primera evangelizadora (Jn 2, 1- 11). Caná es la casa del vino, los novios eran conocidos de María y de su Hijo. Ambos fueron invitados, María llegó primero, después Jesús y sus discípulos. Aquello fue un encuentro entre la madre y el Hijo, entre amigos y familiares. Ser invitado a una boda era un honor. La gente se preparaba desde uno o dos años antes para asistir, no ser invitado era una verdadera desgracia. Un banquete de nupcias era uno de los pocos lugares de convivencia y alegría popular. La Boda podía durar hasta nueve días según las posibilidades de los novios. Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús.  Fueron invitados también a la boda Jesús y sus discípulos. Al quedarse sin vino, por haberse acabado él de la boda, le dijo a Jesús su madre: «No tienen vino.»  Jesús le respondió: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.» Pero su madre dijo a los sirvientes: «Haced lo que él os diga.” (Jn 2, 1- 5).

Para Lucas, María evangeliza con su testimonio de vida, compartiendo las Obras que Dios ha realizado en Ella, y cantando  las “Maravillas del Señor”, como sucede en el encuentro con Isabel. Pero ahora san Juan nos entrega el evangelio de María: “«Haced lo que él os diga.»”. Hoy su petición podría ser la misma: No tienen amor, no tienen alegría, no tienen paz. El banquete de las bodas de Caná es símbolo de las Nupcias de Israel con el Dios celebrada en la Alianza del Sinaí. La Ley no les dio el “Vino del Espíritu Santo”, no les dio la Gracia. El Vino Nuevo, reservado para los tiempos Mesiánicos, sólo lo puede dar Jesús. María la mujer que sabe hacer preguntar, primero a Dios: ¿Cómo será eso pues yo permanezco Virgen? Ahora nos pregunta a nosotros: “¿Quieren ser felices?” “¿Quieren tener bonitas familias y bonitas comunidades?” “¿Quieren tener vida eterna y salvarse?”. Su respuesta es el evangelio que ella cree y que ella vive con los pobres de Yahvé, manifestado en las características de la Alianza: Fe y obediencia: «Haced lo que él os diga.». Evangelio dicho en Clave.

En Clave de Humildad. María no se presenta como la solución a los problemas, como la salvadora, como  la respuesta de Dios al pecado de los hombres. Ella presenta a su Hijo, diciendo Él es el que tiene palabras de vida eterna. Él es que llena los corazones y da su sentido a la vida, Yo tan sólo soy su “esclava”.

En Clave de Obediencia. María la Virgen oyente, la Mujer de la escucha, sabe que a la Palabra de Dios hay que responderle en Fe. Para la Madre la fe es obediencia a Dios que se comunica. Lo que María realmente pide a quienes entrega su evangelio es que crean en su Hijo, condición para tener “vida eterna” (Jn 6, 40). Ese es el mandato de Dios: Creer en su Hijo para salvarse (Jn 3, 16; 1 Jn 3, 23). Para la Humilde de Nazaret creer en su Hijo, es confiar en Él y obedecerle. Creer para hacer sus amigos y sus discípulos en la escucha y obediencia a la Palabra de Cristo” “Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les digo” (Jn 15, 14). Una fe sin obediencia está muerta (Snt 2, 14).

En Clave de Alianza. Alianza significa Amor gratuito que se entrega, Amor inmerecido que se recibe, como don y Amor correspondido con libertad. María con su “Hágase” se compromete con Dios, su Señor,  en favor de toda la Humanidad. María se acerca a su Hijo y le dice: “No tienen vino”. Están en problemas, “Mujer” no nos compliquemos la vida, “¿A ti y a mí qué, Mujer?”. “Todavía no ha llegado mi hora”  Estos no tienen remedio. Jesús hace referencia a la religión de la Antigua Alianza que no dio respuesta, el culto viejo, no es grato ni agradable a Dios, tiene que ser removido. “No basta con ponerle un parche al vestido viejo” “El vino nuevo se tiene que echar en odres nuevos” (Mc 2, 22). María escucha las palabras de su Hijo, y con un corazón lleno de confianza da su evangelio a los servidores de la boda: «Haced lo que él os diga.». La hora de Jesús, es viernes de su Pasión.  Con su Sangre abre el camino para que el Espíritu Santo venga a los hombres y los hombres puedan entrar en la presencia de Dios. “No ha llegado mi hora”. Jesús entra en sí mismo, dirige su mirada y su palabra hacia su Padre y pregunta: “¿Qué hago Padre?” La Mujer que me diste como madre tiene puesta en Ti toda su confianza. El Padre le dio a Jesús, el Hijo de sus complacencias “Luz verde” para adelantar su hora.

Había allí seis tinajas de piedra, destinadas a las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Jesús les dijo: «Llenad las tinajas de agua.» Ellos las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora —les dijo— y llevadlo al maestresala.» Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llamó al novio y le dijo: «Todos sirven primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos, el inferior. Tú, en cambio, has reservado el vino bueno hasta ahora.» (Jn 2, 6-11)

Las seis tinajas hacen referencia a la religión de la antigua Ley, la religión de la letra, a la ley mosáica, a la religión de los fariseos rigoristas, legalistas y perfeccionistas. El evangelio de Mateo pone en los labios de Jesús estas palabras: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolirlos, sino a darles cumplimiento” (Mt 5, 17). Para llevar la ley y los profetas a su plenitud Jesús anuncia su muerte y su resurrección, se ofrece como cordero pascual para sellar con su Sangre la Nueva Alianza, y reunir a los hombres y asociarlos con él,  para hacerlos partícipes de su Vida, de su Misión y de su Destino.  Este es el deseo de la Madre.

En la Obediencia de la fe, los hombres entran en la Nueva Alianza y reciben el don del Espíritu Santo. Por lo obediencia de la fe los hombres abrazan las Leyes de Nueva Alianza: “Pertenecen a Cristo” “Aman a Cristo” y “Sirven a Cristo”. María evangelizadora busca que el corazón de los creyentes se transformen en “Manantiales de aguas vivas” (Jn 7, 38) La finalidad de la Evangelización es que los hombres crean en Jesús, para que creyendo se salven, sus pecados sean perdonados y reciban el Espíritu Santo. La finalidad es dar a conocer la Nueva Ley, la Ley Nueva, el Espíritu que es la Ley de Cristo, el don de Cristo a los hombres para que podamos construir el Reino de Dios.




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