LA LIBERTAD ALSERVICIO DE LA CARIDAD A LOS DEMÁS


La Libertad al servicio de la Caridad a los demás.


Objetivo: Mostrar la realidad existente donde se habla de muchas libertades cuando en realidad existen muy pocos hombres libres, para enseñar al hombre el camino de la libertad interior: del amor y del servicio.

Iluminación: Jesús dijo a los judíos que habían creído en Él: “Si permanecéis fieles a mi Palabra, seréis mis discípulos, conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8, 31-2)



.
1.               La libertad al servicio de la caridad.  La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar, de tal manera acciones deliberadas Catic 1731) La libertad hace al hombre responsable de sus actos en la medida que estos sean voluntarios (Catic 1734) La libertad cristiana es una libertad que brinda nuevos vínculos interpersonales. (Rm 6, 16- 23) El hombre nuevo es libre, amable, generoso y servicial. Puede relacionarse con todos, su paz interior no depende del afuera, es decir, no depende de otros, como tampoco, depende del pasado o de las circunstancias que lo rodean. Puede estar rodeado de elementos extraños y adversos, pero en su interior mantiene la paz y la alegría de saberse hijo de Dios, hermanos de los demás y ciudadano del Reino.
Donde no hay caridad no hay libertad; donde no hay libertad no hay hombre. Sólo los hombres libres son capaces de amar. El amor es servicio, es lavar pies, es compartir. Un corazón lleno de apegos, de desorden, de impurezas, está falto de lealtad, honestidad, sinceridad, pero, por lo mismo, está atrofiado, estéril, vacío de libertad interior. Muchos de los comportamientos de algunos hombres, más que de hombres, parecieran de animales.
2.               ¿Qué es la libertad interior?  Es la libertad del corazón. Es la fuerza para salir de sí mismo para ir al encuentro del pobre o de cualquier persona en su situación concreta. El hombre es libre cuando hace las cosas con amor y alegría de manera espontánea, sin tantos pujidos y sin tantos esfuerzos. La libertad interior nos hace ser desprendidos, humildes y puros de corazón; compasivos y misericordiosos con la disponibilidad para amar a Dios y al prójimo; con la capacidad de servir a los demás y la capacidad de morir al egoísmo.
3.               Libertad y conciencia de la dignidad humana. Son dos cosas correlativas, no se oponen una con la otra. Soy libre cuando me trato como un fin en sí mismo. Pero, además, he de tratar a los otros como seres dignos y valiosos, importantes y amados. Los otros son una posibilidad de vivir en libertad. Lo anterior implica tener una nueva mirada; una nueva manera de pensarse y de pensar a los demás; aceptarse, valorarse y amarse como Dios lo hace con cada uno de nosotros. La dignidad del hombre, creado a “imagen y semejanza de Dios” (Gén 1, 26-27), ultrajada y despreciada por las múltiples opresiones culturales, políticas, raciales, sociales y económicas, constituye uno de las más grandes desafíos, para la Iglesia y los gobiernos actuales. Existe una poderosa aspiración en los hombres y mujeres a que se les reconozca su dignidad de personas, esta aspiración es también, aspiración a una vida justa, fraterna y pacífica en la que cada uno encuentre el respeto y el desarrollo de su vida espiritual y material. El hombre no fue creado por Dios para vivir en la miseria, que más bien es una violación intolerable a su dignidad humana.
4.               La libertad y la dignidad humana.  Cada ser humano tiene el derecho a tener los bienes necesarios para vivir con dignidad, como  personas, iguales en dignidad. Vemos la gran brecha entre ricos y pobres, brecha cada vez más ancha y más profunda; vemos la ausencia de igualdades y la falta de solidaridad; vemos el derroche consumista de muchos frente a la situación de muchos pobres que no tienen lo mínimo para vivir dignamente; vemos a muchos, hombres y mujeres que pierden sus empleos, por el solo hecho de pensar distinto a quienes están en el gobierno; vemos un sentido de frustración cada vez más marcado en hombres y mujeres de nuestros días que no encuentran el camino o los medios para responder a las exigencia de la vida; personas marginadas y excluidas de la ciencia y de la técnica.
Si a lo anterior añadimos el creciente número de adicciones, fuente de pobreza para muchos y de riqueza para unos pocos, de familias destruidas, ancianos abandonados, niños de la calle, prostitución de niños, jóvenes y adultos, hemos de decir que todo esto y más, es manifestación de una sociedad enferma, masificada y masificadora, oprimida y opresora.  Frente a esta realidad tenemos el desafío de trabajar en la liberación del hombre para sacarlo de las múltiples formas de miseria en la que se encuentran muchos seres humanos a nuestro alrededor. Lo primero sería el preguntarnos: ¿De qué formas de opresión tendríamos que liberarnos nosotros mismos? ¿Qué tenemos que los demás necesitan? ¿Qué podemos hacer por ellos? ¿Qué valores o virtudes necesitamos para servir a los más pobres? ¿Cuáles son las armas que necesitamos para combatir, no sólo la pobreza, sino y sobre todo, la miseria humana que es mucho más grave?
5.               Jesús, el hombre libre, sede de toda libertad. Un modelo y ejemplo lo tenemos en Jesús que todo lo que hizo lo hizo por compasión y sin compasión no hizo nada. En su trato con mujeres enfermas, marginadas y oprimidas derrochó compasión, misericordia y solidaridad (Mc 1, 29s; Mc 4, 21s; Lc 7,24s; Jn 8, 1ss). Se dejó amar y amó a los más desposeídos de la sociedad: pobres, leprosos, ricos y poderosos. (Mc 1, 40s; Mc 6,35s; Lc 19,s) Su Mandamiento es: “Denle ustedes de comer” (Mc 6, 37) Compartir el pan, es compartir, no sólo lo material, sino todo aquello que hace referencia a la realización humana: valores, desde los creativos, hasta los intelectuales y morales. Es dar el tiempo para ayudarlos a liberarse de los obstáculos que impidan su realización y prestarles los medios que necesitan para ponerse de pie y caminar con dignidad. Esto nos pide ser portadores de una buena porción de libertad, solidaridad, compasión, generosidad y amor a todos, especialmente, a los menos favorecidos. Jesucristo no salvó al mundo con palabras bonitas, sino con su donación, entrega y servicio, hasta las últimas consecuencias: la entrega de su vida en la cruz.
6.               ¿Qué significa ser hombre? Si el Señor Jesús nos amó hasta la muerte, surge una pregunta: ¿Qué significa ser hombre? El hombre es un “alguien”, no es una cosa. Un alguien amado por Dios y pensado por él desde antes de la creación del mundo. (Ef 1, 4) Su grandeza está en “ser imagen y semejanza de su Creador”. Ser hombre significa pertenecerse a sí mismo de una manera intransferible. El ser humano tiene que vivir en continuo proceso de liberación, para que pueda lograr su meta: ser persona, ya que la libertad es una actitud moral de la persona y a la misma vez, es un bien para la sociedad. En cuanto persona, el hombre es un ser original, responsable, libre y capaz de amar. La libertad como toda otra virtud debe de ser amada en sí misma. Quien no ame la libertad no merece ser libre. Al mismo tiempo quienes aman la libertad y entregan sus fuerzas y se gastan en conseguirla, han logrado alcanzar las metas más sublimes y ver los más hermosos frutos en sus vidas.
“Para ser libres nos ha liberado Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud.” “Vosotros, hermanos, habéis sido llamados a la libertad. Pero no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servíos unos a otros por amor.  Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  ¡Entonces cuidado!, pues si andáis mordiéndoos y devorándoos unos a otros, vais a acabar destruyéndoos mutuamente.” ( Gál 5, 1. 13-15) Todos queremos ser libres, optar libremente por lo que nos hace felices, no vivir atados a nada: “Vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche la carne; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor”. Quiero ser libre para la vida. La libertad es compromiso. No es vivir sin compromisos, no significa no tener vínculos. Porque soy libre me comprometo con otros, en favor de otros. Comprometerse es amar, darse y entregarse con la libertad de los hijos de Dios en favor de los menos favorecidos. Es el camino para hacer la “Opción preferencial por los pobres.”

Publicar un comentario

Whatsapp Button works on Mobile Device only

Start typing and press Enter to search