¿QUÉ ES EL HOMBRE PARA QUE TE ACUERDES DE ÉL?




¿Qué es el hombre para que te acuerdes
de él?


OBJETIVO: Ayudar a tener una clara concepción de sí mismo y de los demás a la luz de una  Antropología bíblica, para tener también una adecuada visión de la vida.


1.    Hagamos al Hombre.

“Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra” (Gn. 1, 26). ¿Qué significa ser imagen y semejanza de Dios? Miremos a Jesús, él es la Imagen visible de Dios invisible (Col 1, 15). Jesús es el revelador de Dios y es el revelador del hombre (cf Jn 14, 8). Cuando Dios creó al hombre tomó como modelo a su Hijo. Jesús es lo que todo hombre está llamado a ser. La tarea de todo hombre es descubrir su rostro y el sentido de su vida. Decir que el hombre tiene rostro es decir que existe, que tiene dignidad, que es un fin en sí mismo, que es valioso y es don de Dios a la humanidad. Es descubrir el fundamento de su significado y el sentido de su existencia. Que hermosos es saberse “don de Dios” para los demás.

Lucas 15, 11ss. En la parábola del hijo pródigo encontramos una frase que nos ayuda a descubrir toda la riqueza que se encierra en cada ser humano: “Todo lo mío es tuyo”. ¿Qué significa todo? Significa que el hombre participa de lo que Dios es y de lo que Dios tiene. Él, gratuitamente comparte sus dones con el hombre a quien ha puesto como corona de la Creación; como amo y señor de todo lo creado. Sólo al aceptar esta hermosa verdad podemos comprender que la grandeza del hombre no está en las cosas, sino en lo que realmente es: “Imagen y semejanza de un Dios” que es PADRE,  AMOR,  PERDÓN, LIBERTAD, VIDA, SANTIDAD... Todo ser humano está llamado a ser padre-madre, es decir, está llamado a ser fecundo y lo será en la medida que ame. Todo hombre posee la capacidad para amar, para perdonar, dar vida, ser libre. Podemos decir a la luz de esta verdad que si Dios es amor tú también eres amor, Si Dios es perdón tú también eres perdón y si El es Libertad, tú también eres libertad. A la luz de los Rostros de Dios podemos deducir los rostros del hombre y entender lo que  significa ser imagen y semejanza de Dios.


2.    ¿Qué es el hombre para te acuerdes de él?

La Sagrada Escritura nos da la respuesta tan ansiada y tan buscada: “Eres de gran valor, eres precioso a mis ojos y yo te amo” (Is. 43, 4-5). “Con amor eterno te he amado” (Jer. 31, 3) “En Cristo,  Dios me eligió desde antes de la creación del mundo, y me destinó a ser adoptado como hijo suyo”” (Ef. 1, 4-5) “Cristo me amó y se entregó por mi” (Gal 2, 20) Para Dios el hombre es un ser valioso, importante, amado por Él y llamado a ser una “Plenitud”. Dios tiene proyectos de vida para el hombre y para todos los hombres (cf Ef 1, 3- 14).

  • El hombre. Todo hombre es un ser en relación: “No es bueno que el hombre está solo, démosle una ayuda adecuada”. (Gn. 2, 18) El hombre no se realiza solo, necesita de los demás y ellos necesitan de él. Somos seres en comunión con los demás con Dios, consigo mismo y con la naturaleza. Estamos llamados a vivir de encuentros con la “Realidad” para poder realizarnos como lo que somos.
  • El hombre. Todo hombre es un ser en proyección. No estamos hechos, nos estamos haciendo, nuestra vida está orientada hacia lo que todavía no somos, pero que estamos llamados a llegar. Estamos llamados a salir fuera de nosotros mismos para desplegarnos, desenvolvernos y realizarnos como personas poseedoras de unos valores que estamos llamados a realizar en el encuentro con los demás. Nuestra vida está orientada hacia Dios, hacía la Plenitud (cf Col 2, 9) ;1Ts 1, 9).
  • El hombre. Todo hombre es un buscador de valores, de perlas preciosas. ¿Qué buscamos? ¿Dónde buscamos? Buscamos ser felices, sentirnos bien, agradar a los demás…En el fondo lo que todo hombre busca es a Dios, y lo hace sin darse cuenta…veces lo busca en el poder, otras en el placer o en el tener…La felicidad tan buscada por el hombre no es ajena a él, la lleva en su interior como un anhelo que desea ser descubierto, liberado y realizado.  La felicidad el hombre la encuentra sin buscarla directamente; cuando se proyecta en la vida y se realiza, la felicidad aparece por añadidura.


3.    Los Rostros del Hombre.

Decir que todo hombre tiene rostro es aceptar que todos somos iguales en dignidad. Todos salimos de las manos de Dios. Es aceptar la dignidad de cada ser humano;  su grandeza, su vida interior, sus criterios y su pensamiento. Cuatro son los rostros del hombre que nos ayudaran a conocernos mejor:

a.    El hombre es un ser original

No es fácil comprender lo que significa ser original, ser único, ser irrepetible, cuando en nuestra sociedad reina el conformismo; se vive haciendo lo que otros hacen; vivimos en una sociedad masificada y masificadora, esclava de las modas o de estilos de vida impuestos; maneras de vivir que desfiguran a los seres humanos.

Cada ser humano es único e irrepetible porque Dios lo  hizo original. No fuimos creados para ser copia de otros. Nunca queramos vernos como los demás. No hay otro que piense como yo, que siente como yo, que ame como yo; por eso soy una maravilla; Dios no se repite en sus criaturas. De esto sacamos algunas conclusiones:
·       El ser humano tiene la capacidad de ser creativo. Esto nos exige no ser copias de otros. No querer vernos como los demás se ven, ni hablar como ellos o vivir como otros viven. Tú tienes lo tuyo, sé original, sé tú mismo.
·       El ser humano puede tomar decisiones por sí mismo. La peor ofensa contra ti mismo es dejar que otros            decidan tu vida, o que en cuestiones tan serias como el casarse, sean otros quienes lo decidan.
·       El ser humano está llamado a ser amo y señor de su vida. Y no esclavo de las pasiones, instintos, cosas o personas. No seamos títeres de otros; de nada ni de nadie. Deberíamos  ver  a todo ser humano con respeto, admiración y delicadeza.

b.    El hombre es un ser responsable

Ser responsable en la vida significa vivir de frente a sí mismo y de frente a los demás. Responsable de los pensamientos, palabras, obras y omisiones, es decir, somos responsables por el mal que se hace o por el bien que se deja de hacer. Sin miedo digamos que la responsabilidad es el termómetro de la madurez humana. Hay una persona madura, ahí donde hay responsabilidad, formada por el amor, la verdad y justicia (cf Ef 5, 8). Educar para la responsabilidad tiene dos dimensiones: una positiva y otra negativa.

Veamos la dimensión positiva:

·   Aceptar nuestros deberes y no solo nuestros derechos. Tenemos el derecho a tener una vivienda digna, pero también tenemos el deber de trabajar y administrarnos para un día lograr ejercer este derecho fundamental de todo ser humano. Tenemos el derecho a la educación, pero también tenemos el derecho a estudiar, etc.
·       Ser solidarios con los demás, especialmente con los de casa. Algo que se tiene que aprender desde niños. Papá y mamá pueden y deben compartir con todos los de casa los trabajos, deberes o responsabilidad para que los pequeños no crezcan con la idea de que papá y mamá son sus sirvientes o instrumentos que tienen la obligación de hacerlo todo.
·       Aprender el sentido de justicia. En casa, todos son importantes, los pequeños y los grandes, por lo mismo todos deben ser responsables de la armonía familiar, cada uno según la  capacidad que su edad le permita.

Sin el cultivo de los valores humanos o personales nadie podrá llegar a poseer su Originalidad creativa a favor de sí  mismo y en favor de los demás. Solo entonces se podrá vivir en la “Casa del Padre”, sólo entonces podremos comprender lo que significa ser “Casa de Dios vivo y no cueva de ladrones” (cf Jn 2, 16).

Veamos ahora la dimensión negativa:

·   No cosificar y no instrumentalizar a las personas. No hacer a otros medios a nuestro servicio, o instrumentos de trabajo o de placer a favor nuestro.
·       No desconocer ni negar los valores, cualidades y posibilidades que existen en los demás. Eso significaría ser ciego, sordo y mudo; un ser atrofiado.
·       Nunca manipular a  ningún ser humano. La manipulación es la peor de las ofensas contra la dignidad las personas.
·       No desechar a las personas. Ninguna persona debe ser tratada como cosa. No deseches a tu esposa (o), hijos, padres…

Urge erradicar y eliminar de nuestra vida toda falsa imagen que podamos tener del hombre y de la vida. Urgen cambios profundos en la manera de pensar y de sentir. Urge que nos dediquemos a cultivar actitudes positivas frente a la vida y frente a los demás para no quedarnos como un simple bosquejo de personas al margen de nuestra realización.


c.     El hombre es un ser libre


Muchas son las personas que se autodefinen como hombres o mujeres libres que pueden hacer lo que quieran con su dinero o con sus cuerpos. La frase clásica que se usa: “haz con tu cuerpo lo que quieras que para eso eres libre”, ha llevado a muchos al libertinaje, a la irresponsabilidad. El ser libre tiene sus exigencias:

·       Ser libre significa que el hombre es capaz de elegir bien en cada situación concreta de su vida; saber distinguir entre lo bueno y lo malo. Por malo se entiende todo aquello que impide que nos realicemos como personas, o  todo aquello que impida que el reino de Dios crezca en nosotros. Lo bueno es entonces, lo contrario: todo lo que permite que nos realicemos como personas, o todo lo que permite que el reino se desarrolle en nuestras circunstancias.

·       Cultivar hábitos buenos que nos den la fuerza para rechazar lo malo y la fuerza para hacer lo bueno.
·       Tener la disponibilidad para servir a los demás seres humanos, sin que importe su estrato social, color de la piel, sexo o religión, abrazando todo lo que el servicio desinteresado implica.
·       Tener la capacidad del desprendimiento; desprenderse de personas, ideologías, bienes  o cosas que nos impidan vivir como seres en proyección.

d.    El hombre es un ser capaz de amar.

No sólo debemos reconocer esta hermosa verdad, sino también, hemos de reconocer que fuimos creados por amor, y fuimos creados para amar. Decir que somos seres capaces de amar es aceptar el sentido de nuestra vida y realizarnos con la fuerza del amor.

¿Qué entendemos por amor? Según la Biblia amar es entregarse, es donarse, es acoger al otro en su realidad; es ayudarle a ser lo que debe ser. (cf . 3, 16; 1 de Jn. 4, 7-9). Muchos son las personas que se pasan la vida demostrando que aman mucho; algo que ellas ignoran es que el amor no se demuestra, se ama y basta. No obstante, podemos decir que amar tiene sus exigencias:

·       La renuncia: especialmente a sí mismo; al egoísmo personal, al orgullo, etc. Sin esfuerzos no hay renuncias, y sin renuncias no hay virtud (Lc 9. 23).
·       El sacrificio: éste tiene un sentido oblativo, es como el sello de autenticidad (cf Rom 12, 1).
·       La donación y entrega: expresiones máximas del amor verdadero (cf Jn 13, 13- 14).

A la luz de la Sagrada Escritura, podemos afirmar que conocemos a Dios en la medida que hagamos su voluntad, guardemos sus Mandamientos y amemos al prójimo, acción que exige renuncias, otras veces sacrificios, y otras más, donación y entrega en un servicio al crecimiento personal de los demás.

4.    Una ayuda que no miente.

El mayor acto de amor que podemos realizar a favor de los demás, no es darles cosas, dinero, lujos o propiedades, sino el  ayudarles a levantarse para que se inicien en su proceso de realización humana para que lleguen a ser lo que deben ser. Personas con un grado de madurez y de plenitud que respondan al Plan maravilloso que Dios tiene para cada una de sus criaturas. San Juan en su primera carta nos dice: “Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios” (cf 1 Jn 4, 7). Esta verdad debe ser encarnada, vivida y trasmitirla a los demás; a todo hombre. Sin amor nadie se realiza. Podemos vivir teniendo escasez de cosas; cargando alguna enfermedad, pero nadie puede vivir sin amor.

Cuando san Pablo nos dice en la carta a los Romanos que Dios al justificar al hombre lo capacita para toda obra buena llenando su corazón de vida nueva, de amor, de Espíritu Santo (Rm. 5,5), podemos entender que si es posible ser hombres nuevos, libres para amar, para servir, para hacer el bien. Con el Poder de Dios y con nuestras decisiones. Digamos con san Pablo “Todo lo puedo en Cristo Jesús que me fortalece” (Flp 4, 13).

5.    Visiones inadecuadas del hombre a la luz del Documento de Puebla.

  • Determinista. En esta visión el hombre no es dueño de sí mismo, sino víctima de fuerzas ocultas, o colabora ante ellas o se anonada. Según esta visión los hombres no son fundamentalmente iguales, dándose lugar a la discriminación y a la marginación, realidades que son incompatibles con la dignidad humana.

  • Psicologista. Esta visión reduce al hombre a un puñado de instintos sexuales o como simple mecanismo de respuestas a estímulos pero carente  de libertad. Está visión es cerrada a Dios y a los hombres ya  que la religión es vista como una sublimación sexual o como la negación de sí mismo.

  • Economicista. La persona humana es vista como un engranaje de la máquina de producción. Se le valora por lo que tiene, por lo que produce o por lo que sabe. Cuanto tienes cuanto vales, reza la filosofía  del mundo. En esta visión se desconocen los derechos del hombre, especialmente el derecho a la libertad religiosa.

  • Estatista. Esta visión tiene su base en la teoría de la Seguridad Nacional, que se presenta como un poder absoluto sobre las personas. El estado es dios, por lo tanto, el desarrollo económico y el potencial bélico se superponen a las necesidades de las masas abandonadas

  • Cientista. Según esta visión el futuro y la tarea del hombre es la conquista del universo. Solo se conoce como verdad lo que la ciencia pueda demostrar. El hombre es reducido a una definición científica. En nombre de la ciencia todo se justifica, incluso lo que constituye una ofensa contra la dignidad humana

Todas estas visiones sobre el hombre, no responden a la verdad bíblica, ya que reducen al ser humano a un simple puño de instintos o de impulsos; el hombre tampoco puede ser clasificado o reducido a un instrumento de trabajo o de placer.  Para el cristiano, el hombre no vale por lo que tiene o por lo que hace, sino, por lo que es, “imagen y semejanza de Dios”. Tiene una dignidad que es la misma para todos los seres humanos. Sólo cuando lleguemos a tener la mirada de Dios podremos vernos como Él nos mira, nos piensa, nos valora, nos acepta y nos ama. Sólo entonces conoceremos el arte de vivir en comunión como hijos de Dios, como hermanos de los hombres y como amos y señores de las cosas, de las cuales tan sólo somos administradores.
.



Publicar un comentario

Whatsapp Button works on Mobile Device only

Start typing and press Enter to search