CONOCER EL ARTE DE FORMAR EVANGELIZADORES AL SERVICIO DE LA IGLESIA


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Conocer el Arte de Formar Evangelizadores
al Servicio de la Iglesia.

Objetivo: Resaltar que la Evangelización será eficaz en la medida que los responsables se conviertan en auténticos misioneros, para que no resulten los trabajos estériles.

Iluminación: “Con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación, perseverantes en la oración” (Rm 12, 12).

1.     La Formación Misionera.

La falta de formación misionera es el obstáculo más grande que pueda existir en una Parroquia para que se lleve a cabo la Nueva Evangelización y la Misión Permanente que a Iglesia nos está pidiendo. Lo primero es abandonar la idea de que el presbítero es el único responsable de la Evangelización. Todos somos co-responsables, no solo colaboradores, sino protagonistas con otros, sujetos de la Nueva Evangelización. Por eso es necesario preparar a los laicos para que enamorados de Jesucristo y de su Iglesia, como fruto de una conversión profunda, sean Agentes de Pastoral, testigos del poder de Dios manifestado en Cristo Jesús.

Toda persona que ha sido evangelizada, que ha aceptado a Cristo como su Salvador, Maestro y Señor, se convierte en evangelizador de sus hermanos a quienes busca para compartir con ellos la experiencia de haber encontrado a Cristo y para irradiarlos con la Luz del Evangelio de la misericordia, de la salvación gratuita. Esto es lo que hizo Andrés después de haber estado con Cristo, dijo a su hermano Simón, que luego Jesús le cambiará el nombre por el de Pedro: “Hemos encontrado al Mesías. Y lo condujo a Jesús” (Jn 1, 41s)

Es lo que Pablo recomienda a su hijo Timoteo: “Lo que aprendiste de mí, confirmado por numerosos testigos, confíalo a hombres que merezcan confianza, capaces de instruir después a otros” (2 Tim 2, 2). Entregar un mensaje vivo y eficaz a quien, a su vez sea capaz de entregarlo a los demás. Se trata, según el mandato de Jesús de hacer discípulos que por la acción del Espíritu lleguen a ser apóstoles de Jesucristo (cf Mt 28, 19ss).

Discípulo es aquel o aquella que sigue las huellas de Jesús, participa con su Maestro de la Vida, Misión y Destino. Camina por la vida suscitando apóstoles y enseñando a los demás a hacer lo mismo. Hombres y mujeres fuertes y firmes en la fe, que sean auténticos baluartes para muchas personas que poseen ignorancia religiosa o que se han alejado de la fe. El método a seguir es el mismo usado por los Apóstoles y por san Pablo: Que el Anuncio de la Palabra sea capaz de suscitar una verdadera conversión en los nuevos Agentes de Pastoral (cf 1 Ts 1, 9).

2.     Siguiendo el mandato de Cristo.

“Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio” (Mc 16, 15). Quién ha padecido la acción del Espíritu Santo al escuchar la Palabra de vida, experimenta el deseo de compartir la experiencia. No tiene que tener años de preparación, con la experiencia de sentirse acogido, amado, reconciliado, justificado por la Misericordia de Dios que lo ha convertido en testigo, es ya un candidato para anunciar el Evangelio de paz y llevar la alegría a los hogares. (La formación sistemática y formal viene después).

Al discípulo, su experiencia le ha dicho que sólo Dios es capaz de dar sentido a la vida, y sólo, Él, es capaz de llenar los vacíos del corazón humano y tiene la solución a todos problemas y conflictos humanos, cuando estos son iluminados por la Palabra de Dios. El discípulo de Cristo, es un verdadero testigo que puede gritar con la fuerza de sus pulmones: “He conocido a Dios”-

3.     Llevar el Mensaje a los hogares

Muchos son los hombres y mujeres que esperan con ansia la visita de algún misionero. Son muchos los hermanos y hermanas a quienes se les ha endurecido el rostro y han perdido la capacidad de sonreír antes los chistes o juegos de sus niños. Viven en la pobreza, en la desesperación, en la marginación, en la miseria y en el pecado. Cuando no se conoce la Palabra se vive en la ignorancia religiosa que hace que muchos tomen caminos equivocados de perdición, deshumanización o despersonalización. Buscan la felicidad al margen de Dios y de su Proyecto de salvación.

El misionero de Jesús es portador de una Buena Noticia, por eso propone un nuevo camino, iluminado y trazado por la fuerza de la Palabra de Dios que ama incondicionalmente a todos y cada uno de los seres humanos. El misionero de la fe, con su presencia, con un trato respetuoso y amable llena de aliento los corazones de las personas visitadas y hace nacer en ellas el deseo de un cambio de vida, una renovación profunda de sus vidas.

4.     Discípulos Misioneros

Aquellos que han entrado en comunión con su Maestro y han aceptado pertenecer a Él y a su Grupo. Son enviados como los misioneros de la fe; ellos son los primeros en creer, en vivir y en anunciar lo que creen; son misioneros de la esperanza saben que a pesar de las dificultades y tropiezos es posible sembrar las semillas del amor, de la verdad y de la vida en los corazones maltratados por el pecado.
Son los misioneros del amor, portadores de las semillas del Reino que irradian el amor de Cristo en el rostro sufriente, oprimido y explotado de hombres y mujeres que viven al margen de su realización, para invitarlos a creer en Aquel que no hace acepción de personas, que a todos ama, a todos busca, a todos les propone una salvación gratuita e inmerecida: Creer en Aquel que nos amó hasta el extremo (Jn 13, 1), dando su vida por todos (Ef 5, 1).

Misioneros que llevan la confianza de que uno es el que siembra y otro el que riega, pero es Dios el que hace germinar y crecer (1Cor 3, 5- 6) No se desaniman frente al rechazo o frente al maltrato o frente al posible fracaso, saben que no caminan solos, el Señor, los ángeles y la Iglesia está con ellos. El amor de Cristo los apremia, es su fuerza y su alegría. El poder de la Palabra se manifiesta como servicio al Reino, no juzga, no mete miedo, no divide, no oprime, no explota, más bien, anima, motiva, consuela, libera, salva, enseña y corrige. Esto responde a que Dios manifiesta su Poder liberando, reconciliando, salvando, justificando, promoviendo, etc… La acción de los misioneros de Jesús está cimentada en la Verdad y tiene como alma el Amor. Razón por la que podemos llamarles servidores del Amor.

Todo auténtico discípulo misionero de Cristo Jesús, no es enviado a cosechar sino a sembrar, no busca quedar bien ni que le vaya bien, más bien, busca la gloria de Cristo y el bien de la Iglesia. Conoce la fuerza de  la Palabra por que él mismo la ha padecido.

5.     Forjados por la Palabra poderosa.

Con la fuerza de la Palabra: “Es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios que constituye el sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida perenne de vida espiritual (VD 21). San Pablo recomienda a su hijo en la fe, Timoteo, a usarla con razón o sin ella, pues tiene poder para llevar a los hombres a la salvación por la fe en Cristo Jesús y poder para, llevarlos a la perfección cristiana (2Tim 3, 14. 16).

Los discípulos misioneros de Jesús llevan con ellos la experiencia de que las palabras de su Maestro son “Espíritu y vida” (Jn 6, 68), dan sentido a la vida de quien las escucha y transforman el corazón de quien las guarda en su corazón y pone en práctica: “Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen” (Lc 8, 21; 11, 28).

El Señor Jesús a los suyos los confirma en el  poder liberador de su Palabra: “Permanezcan en mi Palabra y serán realmente discípulos míos, conocerán la verdad, y la verdad los hará libres (Jn 8, 31) “Vosotros estáis ya limpios por las palabras que os dicho” (Jn 15, 3) de la misma manera que decimos que la Verdad es el fundamento de todas las libertades, podemos decir que una vida cimentada en la Palabra de Dios, está cimentada sobre “Roca”, es decir en la Verdad, el Amor y la Vida. Es convertida en fortaleza capaz de salir firme de todas las embestidas del maligno (cfr Mt 7, 24- 28).

6.     Discípulos Misioneros movidos por el Espíritu.

Cristo el Señor fue concebido por obra del Espíritu Santo. En vida El Señor Jesús recibió de su Padre el Espíritu Santo sin medida, después de su resurrección Cristo, es aquel que da su Espíritu a sus discípulos para que continúen en la historia su Obra redentora: “Todo poder se me ha dado, en cielo y en la tierra, como el Padre me envió yo los envió a ustedes. Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo. A quien perdonen los pecados les quedan perdonados” (Jn 20, 21- 22).
La Iglesia sin el Espíritu Santo es un cadáver, del mismo modo que todo discípulo que no sea poseído por el Espíritu de Dios, tanto él como sus acciones apostólicas,  está vacíos de su verdadero contenido: Cristo Jesús. Tanto la Iglesia, como sus Agentes de Pastoral, han de estar siendo movidos por la acción del Espíritu que guió a Jesús el Señor a lo largo de su vida y de su Ministerio, y ha conducido a la Iglesia a lo largo de los siglos. El discípulo es auténtico en la medida que se deje conducir y actúe movido por el Espíritu, de lo contrario serían sus gustos o sus caprichos los conducirían sus pasos. Es necesario ponerse en estado de apertura al Espíritu Santo; es Él quien ilumina nuestro entendimiento, nos ayuda a penetrar con su sabiduría en la voluntad de Dios; llena nuestras palabras con su divina unción, fortalece nuestras débiles voluntades; nos unge y sana nuestras heridas con la alegría de la salvación y con el óleo de la esperanza para que seamos los guerreros de Cristo.

7.     Los guerreros de Cristo.

El Señor Jesús advierte a sus discípulos y a todo aspirante al discipulado: “Las zorras tienen madriguera, y las aves tienen sus nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar su cabeza” ( Lc 8, 58) “No es más el discípulo que su Maestro ni es más el siervo que su señor” (Jn 13, 16) “Sí a mí me persiguen, también a ustedes los perseguirán” . Ya la Palabra de Dios en el libro del Eclesiástico nos lo había advertido: “Hijito mío te has decidido servir al Señor, prepárate para la prueba” (Eclo 2, 1s).

Es Pablo quien nos da tres advertencias para tenerlas presente, si queremos entender el discipulado y la Misión como don y lucha, como don y tarea: “Fortaleceos con la energía de su Poder” (Ef 6, 10) “Comparte las penalidades como buen soldado de Cristo Jesús” “lo mismo un atleta, no comparte la corona si no compite según el reglamento” “el labrador que trabaja, es el primero en recabar los frutos” (2Tm 2, 3- 5) “Todo lo sufro por los elegidos de Dios, para que por medio de Jesucristo, también ellos alcancen la salvación y la gloria eterna” (v. 10).

Guerreros que usan las armas de Dios en su lucha contra el mal; armas de luz, revestidos de Jesucristo (Rm 13, 11;Ef 6, 13- 20). Guerreros que tienen siempre presente la exhortación de san Pablo: “Por tal motivo, te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Piensa que el Señor no nos dio un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza” (2 Tim 1, 6- 7).


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