7. EL HOMBRE ES UN SER PARA EL ENCUENTRO, EL CONFLICTO Y LA CRISIS





El Hombre: un ser para el encuentro, el conflicto y la crisis

Objetivo: Mostrar los retos y desafíos que la vida nos presenta  a lo largo del camino, no como obstáculos, sino como oportunidades para crecer y madurar como personas de lucha y de servicio a la vida.

1.     Cuando la vida se nos descompone.
Como se ha dicho en el capítulo anterior, todo hombre es un ser en proyección, su vida está orientada hacia lo que todavía no es, pero que tiene que llegar a ser: una persona madura, un ser original, responsable, libre y capaz de amar. En su proyección, el hombre está llamado a vivir de encuentros con su Realidad: los otros, el Otro, lo otro y consigo mismo, con unos valores que ha de descubrir y liberar en su interior, para luego realizarlos,yno quedarse convertido en un simple bosquejo de persona, en un hilacho humano.
El encuentro interpersonal puede ser originador de conflictos y de crisis existenciales entre los hombres. Cuando al otro se le ignora como si no existiera; cuando se le cosifica, se le instrumentaliza, se le manipula y se le desecha, se puede estar sembrando en él la semilla de la desintegración, el conflicto que convierte la vida en caos, en vacío, en tinieblas. Esta manera de ver y tratar al hombre está vacía de todo sentido de alteridad. En cambio, cuando el encuentro se da entre dos personas que se saben iguales en dignidad, pueden ayudarse mutuamente, entrando en un diálogo liberador que permite compartir mediante el intercambio recíproco, ideas, palabras, vida, experiencias, valores. Ahí está la verdadera comunicación, ahí está la verdadera alteridad.
Es común escuchar que existen personas inteligentes que poseen varios títulos y maestrías, pero pareciera que tienen algo que dice lo contrario: No saben vivir en comunión con los demás. Fácilmente se llenan de ira, de envidia o de odio o simplemente son indiferentes ante los problemas de los demás. Pretenden ser los amos y señores con autoridad para pensar y decidir por los demás. Quieren imponer sus criterios; buscan que los demás sigan su camino como si fuera el único; no aceptan que los demás tienen  derecho a pensar diferente y a vivir su libertad de otra manera. Sus armas favoritas son la intolerancia y la manipulación. Se sienten los señores y los amos de la libertad cuando al ser corruptos no la poseen.
Todo ser humano tiene el derecho de poseer sus propios pensamientos y criterios, como de la misma manera tiene el derecho a expresarlos, mientras que a los otros les corresponde reconocer, aceptar y respetar incondicionalmente a la persona, no obstante su verdad contradiga la propia o a los intereses personales.
La no aceptación del otro y su realidad es la pólvora que hace explotar la vida en mil conflictos que crean sufrimiento, inseguridad, malestar, rivalidad, y a veces hasta la muerte. Es la causa principal de guerras, divorcios, fraudes, brechas entre ricos y pobres. El otro no es tratado como persona valiosa, importante y digna.

Cuando al hombrese le descompone la vida pierde hasta su capacidad de sonreír y carcajearse con los chistes de sus niños, desaparece el buen humor, le cambia el carácter, se le embota la mente, se le endurece el corazón, olvida la moral, cae en el desenfreno de las pasiones y pierde el sentido a la vida (cfrEf 4, 17ss). Desde esta visión podemos afirmar el proverbio filosófico: “nadie da lo que no tiene”. Creo, a la luz del análisis existencial que el interior del hombre puede ser, a la vez, fuente de negatividad o positividad, de energía positiva o negativa; de vida o de muerte, de paz o de violencia, de gozo o de angustia. El hombre puede a la vez construir o destruir, con sus palabras, con sus obras o con su indiferencia. Podemos decir entonces que existen conflictos sanos y conflictos peligrosos, pero, todos dejan huella.

2.     El origen de los conflictos[1].
El padre Francisco Merlos dice que las causas pueden ser muchísimas, pero a la misma vez, se pueden reducir a una sola palabra: La diferencia entre los seres humanos.Diferencias interpersonales, pensamiento diferente, criterios que se contradicen, comportamientos que defieren frente a la realidad; diferencias generacionales, de raza, sexo, cultura, religión, etc.
Además de las diferencias anteriores, yo me atrevo a resaltar que en la fuente de los conflictos humanos está, además:“La inmadurez humana, la ignorancia religiosa yla falseada idea o imagen que se tiene de Dios y de su Mensaje, del hombre y de la vida. Lo anterior me hace decir que existen hombres que no saben vivir y hacen de su vida un conflicto destructivo y destructor. Inteligente es el hombre que sabe vivir, sabe adaptase a cualquier situación; mientras que hombres que pueden tener dos o más títulos o maestrías, pero, que al llenarse de ira, envidia, odio y venganza, son una amenaza y fuente de conflictos destructivos para los demás.

3.     La no alteridad.
En la “no alteridad”, el otro no es visto como sujeto, como persona, sino como un algo, una cosa, un instrumento de trabajo o de placer; un simple voto al servicio de intereses particulares o de grupo. Al hombre se le valora por lo que tiene, lo que sabe o lo que hace; se le reduce a cosa; se le instrumentaliza, se le manipula y luego se le desecha, para cometer el más grande atropello contra la “Dignidad Humana”. A la luz de lo anterior podemos entender, como fuente de conflictos humanos y de crisis existenciales: “Inversión de Valores”.Siendo el hombre un “Fin” en sí mismo, se le reduce a “simple medio de placer o de trabajo”. En un simple medio que puede ser usado como carne de cañón en las guerras, guerrillasal servicio de los grandes monopolios del poder económico.

4.     La Gran mentira que rige la vida de muchos.
“Cuánto tienes, cuánto vales”. Al hombre se le valora por la ropa de marca, por el modelo de carro, por el lugar donde habita, por los títulos que tiene, por el color de la piel, el cuerpo bonito y atractivo, etc. Mentira que divide a los hombres en clases de personas: de primera, segunda, tercera y más, una sociedad en forma piramidal en la cual, unos están por encima de los otros. Esta manera de pensar, de sentir o de vivir, es la Madre del “Vacío Existencial”. Vacío de valores, de vida, de amor, de paz, de solidaridad, de alegría; vacíos de Dios, pero portadores de “Muerte espiritual”: angustia existencial, agresividad, odio, venganza, deseos de matar, envidia…  en el “vacío del corazón” reinan los instintos, los impulsos, que son de hecho buenos, pero al no estar sometidos a la razón han del hombre un esclavo en su propia casa. En el vacío cohabitan, tanto, el individualismo y el relativismo, como, el fariseísmo y los ateísmos, es decir, los peores enemigos de la emancipación humana[2].
Hoy día ya no se habla de marginados, explotados, oprimidos, sino de excluidos de la sociedad, del patrimonio común. La exclusión camina a todo galope, cada vez son más las personas que no pueden competir dentro de una sociedad consumista en la que los que valen son los que pueden competir al adquirir productos de marca.
Creo que, fruto de lo anterior, fuente de conflictos entre los hombres, las familias y otros grupos humanos esla misma “sociedad masificada y masificadora”, derrochista y consumista. Si usáramos correctamente la inteligencia, evitaríamos muchos de los conflictos negativos que agobian a pueblos enteros. Digamos con toda sinceridad: Nos guste o no, el otro es sujeto, es persona, es un alguien que tiene el derecho a pensar y a manifestar su “verdad”. Podemos no estar de acuerdo con el otro, pero, tenemos el deber de aceptarlo y respetarlo incondicionalmente, y nunca negar su derecho a expresarse, a ser él mismo.
Todo crecimiento humano, toda superación y la misma realización de la persona, es dialéctica, es conflictividad, es pascual: el paso de la infancia a la adolescencia y de ésta a la juventud, trae consigo lucha, rompimiento, renuncias, sacrificios, muerte… lo que permite un continuo parto o nacimiento. Sin renuncias no hay vida, no hay virtud, no hay integridad, no hay valores. El peligro es pretender ser eternos adolecentes… niños crónicos. La experiencia enseña que existen hombres viejos en años, pero, siguen siendo adolescentes trasnochados.

5.     ¿Qué son los conflictos humanos?
Digamos que el “conflicto es una experiencia dolorosa, que también, puede ser liberadora”. Por un lado desgasta y agota, oprime y desequilibra, sacude y rompe la seguridad, desenmascara y aguijonea, chamusca y tatema.Por otro lado, el conflicto, llega como “luz” que al iluminar las tinieblas se descubre el “vacío y el desorden interior”. Se descubren los errores cometidos y la falta de identidad que nace y brota del vacío existencial. El conflicto que viene a quitar máscaras pone al descubierto la falsedad de la vida o la hipocresía frente a ella; puede dar muerte o puede dar vida;  pone de pie y hace caminar, si así se decide.
El rostro bueno del conflicto es la tensión que vivimos, cuando genera“violencia interior”; violencia que nos pide esfuerzos para salir de la mediocridad, de la superficialidad, de la falsedad o de la charlatanería.El conflicto ha de ser visto como vocación, experiencia y reto. Una vida sin conflictos llega a ser estéril e infecunda, recordando las palabras del Maestro Jesús de Nazareth: “Si el grano de trigo no muere, estéril se queda”[3]. La vida humana es don, tarea y lucha, como todos los dones del Señor, son regalo y conquista, el que no lucha, el que no trabaja, el que no se esfuerza, el que no crea tensiones, se queda sin madurar; se queda en la superficialidad, en la mediocridad. Una vida cómoda y sin compromisos o sin conflictos genera personas “light”: palabra que se traduce por una persona vacía de valores.
Los conflictos dejan huella, positiva o negativa, dolorosa o gratificante. Pensemos en las heridas que la vida nos ha regalado: el maltrato intrafamiliar deja miedos, odios, rencores, complejos de culpa o de inferioridad, verdaderas fuentes de comportamientos neuróticos. Las huellas negativas pueden ser de envidia, venganza, crítica, egoísmos, etc. Como también pueden ser gratificantes y dejar confianza, seguridad, amor, serenidad, etc.Hasta las experiencias más tristes y dolorosas nos pueden dejar una enseñanza para la vida.
Frente a un conflicto se reacciona de manera positiva o negativa de acuerdo a los criterios o intereses que se tengan. Se puede estar o no de acuerdo, se puede aceptar o rechazar. Generalmente el conflicto es generador de violencia interior, un verdadero mecanismo de superación personal. Como también puede causar violencia exterior y entonces ser destructivo. Frente al conflicto el hombre tiene la posibilidad de elegir entre la aceptación o el rechazo de recibir una enseñanza para la vida. Destaco enseguida algunas actitudes que se toman frente a los acontecimientos que la vida nos presenta.
a)           Actitud pesimista o negativa. Es común escuchar estas frases: “Nada tiene sentido”, “Para que luchar”, “Ya entró el mal tiempo”. “No hay nada que hacer”. “Todo terminó, empaque y vámonos”. “Esto no es para mí”, “Yo así nací”, “Así me hizo mi Dios”, “Ya no tengo remedio”, “Nací para ser pobre”. Actitud generadora de pobreza y miseria económica, moral y espiritual.
b)          Actitud valedora: “Me vale… A mí nada me quita el sueño ni el hambre…” Por nada se preocupan… No reaccionan… Esperan todo de los demás o del gobierno, o que un milagro del cielo les resuelva su situación. No hay preocupación por la  superación personal y mucho menos por otros.
c)           Una actitud destructiva: Me la hizo, me la paga: Ojo por ojo, diente por diente. “No descansaré hasta que lo vea con las tripas arrastrando”. Actitud vengativa que alimenta las entrañas de la descomposición humana.
d)          Actitud confiada y valiente: la de aquellos que dan la cara al conflicto sin perder la serenidad y ponen en juego sus capacidades, sus talentos, su creatividad y su espíritu de lucha “por los que ellos aman”.
Las manifestaciones negativas más conocidas del conflicto se centran en tres efectos muy perjudiciales que desfiguran la imagen y derrumban las estructuras de la persona[4]:
a)           La tensión, un estado anímico de excitación y ansiedad que pone a la persona en situación de nerviosismo, agitación, perturbación, represión de emociones, debilita la voluntad y lleva a las neurosis biológicas, psicológicas, sociológicas y noológicas.
b)          frustración, fruto de la mentira, la confusión y de la parálisis espiritual (hablamos de una persona atrofiada es incapaz de responder a la vida por sí misma). La frustración aparece cuando las cosas no salen como se había planeado, cuando no se alcanzan las metas pre-fijadas, cuando no podemos manipular a la parroquia, a la familia o a los demás. La frustración es fuente de insatisfacción resentimientos, desilusión, desencantos, tristeza y aflicción.
c)           La agresividad es la fuerza que se desprende de la tensión y de la frustración (de la no proyección), se manifiesta en forma de violencia, rechazo, desprecio, juicios despectivos y destructivos, deseos de matar o de suicidarse.
Mientras que las manifestaciones positivas del conflicto son verdaderas armas para la lucha en la vida, como:
a)           La confianza en uno mismo, pues nadie ha nacido para ser estéril. No te dejes vencer por los que te desprecian o rechazan, diles: “No soy monedita de oro”, acepto que puedo agradar o no agradar. “Si no me quieren ni modo”.
b)          Mirar con esperanza al futuro ya que los cambios pueden ser buenos, saludables y necesarios. (No todo cambio es bueno)
c)           Aceptar los retos y desafíos de la vida para poder crecer como personas responsables y libres.
d)          Estar convencidos que luchar no es perder el tiempo. Perder una batalla no es perder la guerra. Aun el perder una batalla o tener una caída deja experiencia: sé que soy débil.

El conflicto cargado de toda la fuerza destructiva de la tensión, agresividad y frustración, como puede llevar a la persona a la pérdida de valores, a la desintegración de la persona y al aislamiento o la no comunicación; también, puede confirmar a la persona en sus valores; aclararle las ideas,  enderezar la vida, integrarse para que la fuerza destructora del conflicto, se convierta en fuerza positiva, impulsora del servicio del progreso de las personas. (Se requiere de alguien con cierta madurez que le ayude).
Pensemos en la violencia intrafamiliar ejercida por los padres que a su vez fueron maltratados en su infancia. Personas agresivas y violentas cargadas de conflictos como: el miedo, el odio, los complejos de culpa y de inferioridad. La violencia intrafamiliar genera personas enfermas y conflictivas en sentido negativo que serán los delincuentes, alcohólicos, drogadictos, homosexuales y neuróticas del mañana. Para ejemplo miremos al alcohólico, es una persona que arrastra un conflicto interior, no se siente amado, cuando en el fondo él no se ama, por eso quiere destruirse ingiriendo alcohol. Lo mismo podemos decir del drogadicto. Para entender de muchas actitudes y conocimientos de los seres humanos, hemos de conocer su historia, sus raíces, de manera especial, los primero años de su infancia en los cuales se forma el carácter y la personalid
6.           La crisis existencial.
Una vida sin tensiones o sin crisis se estanca, se desvía, se desvirtúa, termina por ser estéril y se puede llegar a la misma pérdida del sentido de la vida. Toda persona que se comprometa consigo mismo a ponerse a servir a los demás ha de aceptar que los conflictos y la crisis existencial son esenciales para la purificación y el crecimiento humano (cfrEclo 2, 1-5).Tanto el conflicto como la crisis tienen sentido y significado, pueden ser una bendición o maldición, frente a ellas, el hombre elige y decide. Cuando se le acepta como bendición el objetivo o finalidad, es: Poner al hombre en camino, realizando los tres valores fundamentales que darán consistencia a todo rostro humano[5]:
Existen crisis personales y colectivas, parciales y generales, transitorias y prolongadas, religiosas y económicas, políticas y culturales, artísticas y otras… La crisis es fuertemente conflictiva y provocadora. Urge reaccionar con una sana inteligencia para que sea encausada de manera positiva y no nos lleve al desgaste o al sin sentido de la vida.En medio de la crisis, la persona  puede preguntar a Dios o la Vida: ¿Qué me quieres enseñar? ¿Qué quieres que yo haga? ¿Qué debo hacer? ¿Con quién y para quién? Toda crisis es llamada, es desafío, es reto, es invitación a comprometerse en la realización propia y ajena.
La crisis existencial nos puede levantar, como también nos puede hundir en la depresión o en la desesperación. La persona siempre será libre para elegir una cosa u otra: la maldición o la bendición, la desgracia o la felicidad, la vida o la muerte (cfrDt 30, 15ss; Eclo 15,11ss). Por amor a algo o por amor a alguien, el hombre decide ponerse de pie, es decir, con domino propio, y caminar con dignidad hacia el encuentro de su “Realidad Personal”, como protagonista de su propia historia, tomando en sus manos las riendas de su propio destino[6]. O por el contrario elige quedarse caído, al borde del camino para que lo sigan pisando, oprimiendo, explotando y manipulando; un ser ahí, dependiente de los demás y culpando a otros por su desgracia; un ser al margen de su propia realización. En la espera de que Dios le haga un milagro o el Gobierno lo salve de su desgracia.
Del horno de la crisis se sale purificado[7]: más original, más responsable, más libre, más solidario, más servicial… más humano… más conflictivo y provocador de cambios, siempre en camino. Sácale una enseñanza al pasado y proyéctate hacia el futuro: hacia nuevas aventuras, nuevas experiencias. El pasado ya pasó, no te aferres a él para que no te conviertas en estatua de la sal[8]; suéltate, camina, dale vuelta a la página, cierra ciclos, busca cambios, no permanezcas para siempre en el mismo lugar ni con las mismas cosas; regala lo que tengas de más, como también abandona lo que no sirve, sé Libre para vivir (Pablo Cohelo).Digamos con valentía y con toda certeza: “la puerta de la felicidad se abre sólo hacia afuera, al exterior” (kierkgaard). Con palabras de la Biblia afirmamos lo anterior: “Hay más felicidad en dar que en recibir” [9].

Conclusión.
Cuando el hombre no se proyecta, cuando no vivede encuentros interpersonales con la Totalidad, su peligro es desviarse a la izquierda a la derecha o estancarse en el hedonismo. Desviarse a la derecha es quedarse el conformismo de una sociedad masificada y masificadora en la que el hombre busca tener identidad haciendo lo que otros hacen, cayendo entonces en la competitividad. Por otro lado, la desviarse hacia la izquierda es caer en el totalitarismo: hacer lo que otros dicen. Otros son los que piensan y deciden que como se debe vivir. Ni el conformismo ni el totalitarismo ayudan al hombre como lo que es o debe ser: persona autónoma, con la capacidad de elegir su propio futuro.

Es una urgente necesidad educar al hombre para la responsabilidad y para la libertad. Se dice que existen muchas libertades, pero la realidad es que son pocos los hombres libres con una libertad creativa que hace al hombre generoso, desprendido y servicial. De frente a la libertad el hombre se puede hacer dos preguntas: ¿Libres de qué? y ¿libres para qué? Libres de la pereza para ser creativos; libres la lujuria para ser castos; libres de la corrupción para ser honestos y sinceros. Sólo los hombres libres tienen la disponibilidad para servir a los otros sin tanto pujido.

Sólo a la luz de la crisis existencial podemos entender la importancia de la purificación de la manera de pensar y enriquecer el sentido de alteridad: todos somos igualmente valiosos, importantes y dignos, poseedores de una igualdad fundamenta, el tener, saber y poder, son accidentales, lo esencial es la igualdad fundamental.







[1]Conflicto humanos en la Pastoral. Palabra Ediciones. Pbro. Francisco Merlos Arroyo, pág. 9- 22)

[2]Monseñor Talavera Ramírez, Carlos
[3]Jn 12, 24
[4] Merlos, Arroyo Francisco, Conflictos Humanos en la Pastoral,  pág. 19.
[5]Xosé Francisco Gutiérrez, ¿por qué comprometerme? Pág. 55
[6] Frankl, Víctor, En el principio era el Sentido, pág. 94.
[7] 1 de Pe. 1, 7
[8]Gn. 19, 17. 26
[9] Hechos 20, 35

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