PEDRO
ELEGIDO POR JESUS PARA SER PASTOR DE SUS OVEJAS Y DE SUS CORDEROS.
Jesús resucitado confirma lo que había prometido en vida: Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.» (Mt 16, 17- 18)-
Ahora quiere sanar a su Apóstol de las tres heridas que le habían
dejado sus tres negaciones.
Jesús el Resucitado, cumple lo que había prometido en vida. No se arrepiente de
haber elegido como su apóstol al mismo que lo había negado tres veces y ahora lo
confirma como el pastor de sus ovejas y de sus corderos.
Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan,
¿me amas más que estos?». Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús
le dice: «Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Él
le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Él le dice: «Pastorea mis
ovejas».
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Se
entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» Y le
contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero». Jesús le dice: Apacienta
mis ovejas.
“En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te
ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos,
otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras». Esto dijo aludiendo a la muerte
con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme.”
El día de
Pentecostés Pedro toma la Palabra en nombre de toda la Iglesia, recién bautizada
con el Espíritu Santo: «Israelitas, escuchad estas
palabras: A Jesús, el Nazoreo, hombre acreditado por Dios entre vosotros con
milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como
vosotros mismos sabéis, a éste, que fue entregado según el determinado designio
y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por
mano de los impíos; a éste, pues, Dios le resucitó librándole de los dolores
del Hades, pues no era posible que quedase bajo su dominio. (Hch 2, 22- 24)-
Y termina su
discurso diciendo: «Sepa, pues, con certeza toda
la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien
vosotros habéis crucificado.» (Hch 2, 36)-
Al oír esto, dijeron con el
corazón compungido a Pedro y a los demás apóstoles: «¿Qué hemos de hacer,
hermanos?» Pedro les contestó: «Convertíos y que cada uno de vosotros se haga
bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y
recibiréis el don del Espíritu Santo; pues la Promesa es para vosotros y para
vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor
Dios nuestro.» (Hch 2, 37- 39)-
A los recién nacidos en la fe les dice: Rechazad, por tanto, toda malicia y todo engaño, hipocresías,
envidias y toda clase de maledicencias. Como niños recién nacidos, desead la
leche espiritual pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la salvación, si
es que habéis gustado que el Señor es bueno. (1 de Pe 2, 1- 3)-
A las Comunidades cristianas les dice: Pero ustedes son una raza elegida, un reino de sacerdotes, una
nación consagrada, un pueblo que Dios hizo suyo para proclamar sus maravillas;
pues el los ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. Ustedes antes no
eran su pueblo, pero ahora son pueblo de Dios; no habían alcanzado su
misericordia, mas ahora les ha sido concedida su misericordia. Amados hermanos,
por ser aquí extranjeros y forasteros, les ruego que se abstengan de los deseos
carnales que hacen la guerra al alma. (1 de Pe 2, 9- 11)-
A los presbíteros les dice: A los
ancianos que están entre vosotros les exhorto yo, anciano como ellos, testigo
de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que está para
manifestarse. Apacentad la grey de Dios que os está encomendada, vigilando, no
forzados, sino voluntariamente, según Dios; no por mezquino afán de ganancia,
sino de corazón; no tiranizando a los que os ha tocado cuidar, sino siendo
modelos de la grey. Y cuando aparezca el Mayoral, recibiréis la corona de
gloria que no se marchita. De igual manera, jóvenes, sed sumisos a los
ancianos; revestíos todos de humildad en vuestras mutuas relaciones, pues Dios
resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. (1 de Pe 5, 1- 5)-
Pedro tenía
bien claro: que el dueño de las ovejas no era él, sino el Señor que murió y
resucitó por sus ovejas, sólo él como todos los ancianos y presbíteros eran tan
solo servidores del Señor y de la Iglesia. Tenía siempre presente la enseñanza
del lavatorio de los pies: “Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú
lavarme a mí los pies?» Jesús le respondió: Lo que yo hago, tú no lo entiendes
ahora: lo comprenderás más tarde.» Le dice Pedro: «No me lavarás los pies
jamás.» Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo.” (Jn 13,
6- 8)-
Para Pedro la Iglesia existe para servir: Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el
Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os
he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. (Jn
13. 13- 14)- Lavar es servir con amor a todos: Os
doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he
amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. (Jn 13, 34)-
Por eso, nunca en su vida olvidó las dos palabras que Jesús le dijo a
él y a todo discípulo: “Ámame y Sígueme,” Serás crucificado como a mí. No tengas
miedo, Yo estaré contigo. (Mt 28, 20)-
En Pedro hubo un crecimiento en fe, esperanza y amor que lo hizo vivir
enamorado de su Señor, lo amó hasta la muerte: Amó a su Palabra, a su Oración y
a su Iglesia, a la que le sirvió con amor: “Apacentad la grey
de Dios que os está encomendada, vigilando, no forzados, sino voluntariamente,
según Dios; no por mezquino afán de ganancia, sino de corazón; no tiranizando a
los que os ha tocado cuidar, sino siendo modelos de la grey.”
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