LA LUZ DE CRISTO ES EL AMOR LA VERDAD Y LA VIDA.

 

LA LUZ DE CRISTO ES EL AMOR LA VERDAD Y LA VIDA.



Jesús les habló otra vez diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.» (jn 8, 12)  El que me sigue no camina en el pecado.

Todos somos llamados a ser luz de Cristo.

Para ser luz de Cristo hemos de escuchar su Palabra y aceptarla pues su Palabra es luz para nuestros pies y lámpara para nuestro camino (Slm 119, 105). Hay que pasar del hombre viejo al Hombre Nuevo, Jesucristo resucitado y revestirnos de justicia y santidad (Ef 4, 23-24)- Lo que significa: Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. (Rm 13. 12)-

Escuchemos a Jesús decir a sus Discípulos: Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. (Mt 5, 13)- Con la sal le ponemos alegría, paz y amor a la vida; ayudamos a encontrarle sentido a la vida nuestra y a la vida de los demás. El sentido de la vida es el amor, padre de todas las virtudes.

«Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. (Mt 5, 14- 15)- Cuando Jesús enciende su luz en nuestros corazones, nos convertimos es dones de Dios para los demás. No escondamos el don debajo de nuestro tapete, ni tampoco lo presumamos, es para nuestro propi servicio y para el servicio de los demás.

 

En san Lucas el Señor Jesús nos dice: «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. (Lc 12, 35)- Sean vigilantes y desiertos, con el ojo abierto y con el corazón palpitante. No duerman para que el Adversario no venga y siembre la cizaña (Mt 13, 25)-

Dios es Luz y es Fuego.

«He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido! Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla! (Lc 12, 49- 50)- Con la Luz podemos ver y distinguir entre lo bueno y lo malo; y con el Fuego nos quema, y nos vuelve a quemar, pero este Fuego no destruye, tan solo purifica y nos sana las heridas del corazón para que podamos morir con Cristo, ser sepultado con él y resucitar con él, para también ascender con Cristo y sentarnos a la derecha del Padre (Ef 2, 4-6)-

Antes de conocer a Cristo éramos tinieblas.

La fornicación, y toda impureza o codicia, ni siquiera se mencione entre vosotros, como conviene a los santos. Lo mismo de la grosería, las necedades o las chocarrerías, cosas que no están bien; sino más bien, acciones de gracias. Porque tened entendido que ningún fornicario o impuro o codicioso - que es ser idólatra - participará en la herencia del Reino de Cristo y de Dios. Que nadie os engañe con vanas razones, pues por eso viene le cólera de Dios sobre los rebeldes. No tengáis parte con ellos. (Ef 5, 3- 7)-

Después de conocer a Cristo somos luz.

Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor. Vivid como hijos de la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad. Examinad qué es lo que agrada al Señor (Ef 5, 8- 10)-

Hemos pasado de las tinieblas a la luz de Cristo y la señal es el amor, la verdad y la vida, es decir, la señal es Cristo que habita por la fe en nuestro corazón:

Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios. A Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar, conforme al poder que actúa en nosotros, a él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones y todos los tiempos. Amén. (Ef 3,17- 21)-

 

Por las tres virtudes teologales somo una Nueva Creación. La fe, la esperanza y la caridad,

Por eso, también yo, al tener noticia de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestra caridad para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros recordándoos en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente; iluminando los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a que habéis sido llamados por él; (Ef 1, 15- 18)-

En todo momento damos gracia a Dios por todos vosotros, recordándoos sin cesar en nuestras oraciones. Tenemos presente ante nuestro Dios y Padre la obra de vuestra fe, los trabajos de vuestra caridad, y la tenacidad de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor.1 de Tes 1, 2-3)- Nosotros, por el contrario, que somos del día, seamos sobrios; revistamos la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de salvación. (1 de Tes 5m 8)-

De las tres virtudes, la más grande es la caridad, pero la más importante es la esperanza, y el origen de las tres es la fe, La fe viene de l que se escucha la palabra de Dios (Rm 10, 17)- La hija predilecta de la fe es la fortaleza que echa fuera la soberbia para que aparezca un corazón pobre, sencillo y humilde para que nazca y crezca la esperanza, que se despliega hacia la caridad. Si hay caridad, hay fe y hay esperanza, pero sin caridad, las otras desaparecen. Donde están las tres hay sencillez de corazón, pureza de corazón; hay santidad, hay dones del Espíritu Santo y reina la Caridad.

 

No apaguemos las velas, las apagamos cuando se acaba la cera o cuando le soplamos para apagarlas, es decir, cuando pecamos y quebrantamos la Ley de Dios. Apagamos las velas cuando abandonamos la Palabra de Dios; la oración, los Sacramentos y las obras de caridad, entonces quedamos en tinieblas y quedamos vacíos de Dios y de los valores del Reino. Y aparecen en nuestra vida la frustración, el aburrimiento, la agresividad, el aislamiento, las ideologías y la pérdida del sentido de la vida. Buscamos la Verdad en los vicios y en las ideologías, en el poder y en las riquezas, y entre más le echemos al costal más pesado se hace, nada de lo anterior nos realiza.

 

Lo contrario a las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad, es la mentira, que es la fuerza del Mal, del relativismo, del individualismo, del totalitarismo, y del conformismo, todos enemigos de nuestra realización, Y que son apoyadas por las Ideologías.

 

 

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