LA
CARNE Y LA SANGRE NO PUEDEN HEREDAR EL REINO DE DIOS.
Iluminación: Os digo esto, hermanos: La carne y la sangre
no pueden heredar el Reino de los cielos: ni la corrupción hereda la
incorrupción. (1 de Cor 15, 40)- Lo que se siembra es lo que se cosecha.
No os engañéis; de Dios nadie
se burla. Pues lo que uno siembre, eso cosechará: el que siembre en su carne,
de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el espíritu, del espíritu
cosechará vida eterna. (Gál 6, 7- 8)-
Jesús
confirma lo anterior al decirnos: Muchos me dirán aquel Día: "Señor,
Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en
tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás
os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!" (Mt 7, 22- 23)-
Y san Juan
nos habla de los mismo: Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente.
¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni
caliente, voy a vomitarte de mi boca. Tú dices: «Soy rico; me he enriquecido;
nada me falta». Y no te das cuenta de que eres un desgraciado, digno de
compasión, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo que me compres oro acrisolado al
fuego para que te enriquezcas, vestidos blancos para que te cubras, y no quede
al descubierto la vergüenza de tu desnudez, y un colirio para que te des en los
ojos y recobres la vista. (Apoc 3, 15- 18)-
No nos cansemos de obrar el
bien; que a su tiempo nos vendrá la cosecha si no desfallecemos. (Gál 6, 9)- El
que no trabaje que no coma ( 1 de Ts 3, 10)-
¿En que hemos de trabajar?
Jesús nos ha dicho: “Mi Padre siempre trabaja y yo también trabajo” (Jn 5, 17)-
Nuestro trabajo es colaborar con Dios en nuestra salvación. En nuestra
liberación, en nuestra reconciliación, en nuestra salvación y en nuestra santificación.
Tal como lo dice el apóstol Pablo: El que
robaba, que ya no robe, sino que trabaje con sus manos, haciendo algo útil para
que pueda hacer partícipe al que se halle en necesidad. (Ef 4, 28)- Dios
quiere que nos ayudemos mutuamente en nuestra salvación, ese es el mandamiento:
“Lávense los pies unos a los otros” (Jn 13, 13)- “Pon tu don al servicio de los
demás” (1 de Cor 3, 7)- Para eso el Señor nos ha redimido, nos ha reconciliado
y salvado para que le sirvamos con amor en la salvación de los demás. “Extiende
tu mano” (cfr Mc 3, 5[um1] )-
El amor brota
de un corazón limpio que se ha lavado en la sangre de Cristo (Heb 9, 14)- El
corazón limpio está abierto a la Voluntad de Dios y a la acción del Espíritu
Santo que guía y conduce a los redimidos a Cristo y da testimonio de que ya somos hijos de Dios,
y si hijos también herederos con Cristo de la herencia de Dios (Rm 8, 14- 17)-
Ahora
podemos decir: Por lo demás, sabemos que en todas las cosas
interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados
según su designio. (Rm 8, 29)- El Señor y los suyos podemos sacar cosas
buenas de cosas malas. Y encontrarle sentido a todo, lo bueno y lo malo. La
razón es porque estamos abiertos a la Voluntad de Dios. Para esto el Señor
Jesús nos ha pedido: “Vigilen y oren para no caer en tentación” (Mt 26, 41)-
Vigilad es
conocerse, despojarse de lo viejo y revestirse de lo nuevo. Vigilad es discernir
entre lo bueno y lo malo, entre lo que nos ayuda a ser de Dios y a lo que nos
aleja de nuestra realidad: Dios y os demás.
“Por tanto,
desechando la mentira, hablad con verdad cada cual, con su prójimo, pues somos
miembros los unos de los otros. Si os airáis, no pequéis; no se ponga el sol
mientras estéis airados, ni deis ocasión al Diablo. El que robaba, que ya no
robe, sino que trabaje con sus manos, haciendo algo útil para que pueda hacer
partícipe al que se halle en necesidad. No salga de vuestra boca palabra
dañosa, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y hacer el
bien a los que os escuchen. No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el
que fuisteis sellados para el día de la redención. Toda acritud, ira, cólera,
gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre
vosotros. (Ef 4, 25 31)-
Huye de las pasiones juveniles. Vete al alcance de la justicia, de la
fe, de la caridad, de la paz, en unión de los que invocan al Señor con corazón
puro. Evita las discusiones necias y estúpidas; tú sabes bien que engendran
altercados. Y a un siervo del Señor no le conviene altercar, sino ser amable,
con todos, pronto a enseñar, sufrido, y que corrija con mansedumbre a los
adversarios, por si Dios les otorga la conversión que les haga conocer
plenamente la verdad, y volver al buen sentido, librándose de los lazos del
Diablo que los tiene cautivos, rendidos a su voluntad. (2 de Tim 2, 26)-
Tú, pues, hijo mío, manténte
fuerte en la gracia de Cristo Jesús; y cuanto me has oído en presencia de
muchos testigos confíalo a hombres fieles, que sean capaces, a su vez, de
instruir a otros. Soporta las fatigas conmigo, como un buen soldado de Cristo
Jesús. Nadie que se dedica a la milicia se enreda en los negocios de la vida,
si quiere complacer al que le ha alistado. (2 de Tm 2, 1- 4)-
No mezclar la luz con la tinieblas,
la carne con la gracia de Dios, no querer estar sentados a la vez en la mesa
del Señor yen la mesa de los demonios (1 de Cor 10, 21)- “Permanezcan en mi
amor como yo permanezco en el amor de mi Padre (Jn 15, 9)- De la mezcla resulta
la tibieza espiritual y a los tibios los vomitaré de mi boca (Apor 3, 16)-
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