EL QUE ME AMA GUARDA MIS MANDAMIENTOS Y MI PALABRA.
Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva - porque el primer cielo y la
primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya. Y vi la Ciudad Santa, la
nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una
novia ataviada para su esposo. Y oí una fuerte voz que decía desde el trono:
«Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y
ellos serán su pueblo y él Dios - con - ellos, será su Dios. Y enjugará toda
lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni
fatigas, porque el mundo viejo ha pasado.» Entonces dijo el que está sentado en
el trono: «Mira que hago un mundo nuevo.» Y añadió: «Escribe: Estas son
palabras ciertas y verdaderas.» (Apoc 21, 1 5)-
“Mira que hago un mundo nuevo.”
¿Qué hace Jesús para hacer un mundo nuevo? Después de su Bautismo es
conducido por el Espíritu Santo para prepararse para su Misión. Al final de su
desierto vence a su Adversario, para luego confirmarse como el Hijo y el Mesías
de su Padre para irse a invadir los terrenos del Diablo y liberar a los oprimidos
por el Mal. (Hch 10, 38)-
Siembra su Palabra en el corazón de los hombres, hace milagros y expulsa
los espíritus impuros para sembrar el Reino de Dios. Llama a los Doce y los
forma para un día enviarlos a predicar su Evangelio. Al final de sus días se
ofrece a Dios como sacrificio vivo, santo y agradable, por el perdón de los
pecados y resucita para dar Vida eterna.
Con su muerte y resurrección saca a los pecadores de las tinieblas y los
lleva al Reino de la Luz. (Ef 5, 7-8)- Para que todo el que crea en él, sus
pecados sean perdonados y en virtud de su sangre sus corazones sean lavados de los pecados que llevan a la muerte
(Ef 1, 7; Hb 9, 14)- Para que todo el que crea en Jesús sea una Mueva Creación;
lo viejo ha asado, el pecado (2 de Cor 5, 17)- Y con alegría podamos decir: “Dónde
abundó el pecado, sobre abunda la misericordia de Dios (Rm 5, 20)- Ahora hemos
pasado de la muerte a la vida; del hombre viejo al hombre Nuevo, Jesucristo
resucitado, incorporado a él por el Bautismo y revestidos de Cristo, le pertenecemos
y podemos amarlo y servirlo. La señal del paso de la muerte a la vida es el amor.
Podemos amar a Jesús,
creyendo en él y guardando sus Mandamientos y haciendo de su Palabra la Noma
para nuestra vida. Esto nos pide romper con el pecado para participar de su
naturaleza divina (2 de Pe 1, 4)- Y entrar en la amistad con Dios en Cristo
Jesús, por el Espíritu Santo que Dios nos ha dado. (Rm 5, 5)-
El que dice
que conoce a Dios y no guarda sus mandamientos es un mentiroso (1 de Jn 2, 3-4)-
En aquel tiempo, Jesús dijo
a sus discípulos: "El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me
ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me
manifestaré a él".
Entonces le dijo Judas (no el Iscariote): "Señor, ¿por qué razón a
nosotros sí te nos vas a manifestar y al mundo no?" Le respondió Jesús:
"El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y
haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. Y la
palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió. (Juan 14,
21-26)-
¿Cómo se manifiesta Jesús en nuestra vida?
El hombre
nuevo no está hecho, sino haciéndose por la acción del Espíritu Santo y por nuestras
decisiones. Por la escucha y obediencia de su Palabra ha entrado en nuestros
corazones (Apoc 3, 20)- Para iniciar el proceso de limpieza y purificación
teniendo en cuenta las Palabras de Jesús: «Si os mantenéis en mi
Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la
verdad os hará libres.» (Jn 8, 31- 32)- Nos libera de todo lo que es incompatible
con el crecimiento del Reino de Dios para que lo amemos y le sirvamos. Nos
libera de la soberbia, de la mentira, de la envidia, de la hipocresía y toda
maledicencia (1 de Pe 2, 1)- Porque del corazón salen las intenciones malas,
asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias. Eso
es lo que contamina al hombre; que el comer sin lavarse las manos no contamina
al hombre.» (Mt 15, 19- 20)-
Nos libera, perdona y nos reconcilia, nos salva y
nos santifica-
Y todo por el sacrificio de Cristo Jesús, perdona nuestros pecados y nos
reconcilia con Dios y entre los hombres, para que seamos hijos de Dios, miembros
del Cuerpo de Cristo y Templos vivos del Espíritu Santo. Somos salvos porque
hemos entrado en la Pascua de Jesús, en su muerte y en su resurrección. Somos santos
por estamos en comunión con Jesús: Habita por la fe en nuestros corazones (Ef
3, 17)- Y su Amor está echando raíces en nuestro corazón, las raíces son el
crecimiento hacia abajo: la humildad, la mansedumbre y la misericordia; hacia
arriba; la confianza, la obediencia y la pertenencia; hacia dentro el amor, la
pureza, la castidad, la santidad, y otras; hacia fuera el amor fraterno, la
piedad, la caridad para servir a los demás.
Pablo le llama a lo anterior conversión cristiana.
La noche está avanzada. El
día se avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y
revistámonos de las armas de la luz. Como en pleno día, procedamos con decoro:
nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de
rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os
preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias. (Rm 13. 12- 14)-
Este es el camino para vencer
el “reinado del Pecado” para que Jesús sea nuestro Salvador, nuestro Maestro y
nuestro Señor, nuestro Rey y nuestro Pastor. Lo que nos pide vivir la “Espiritualidad
de la Palabra”. Lo primero es permanecer en la Luz, que es Amor, Verdad y Vida
(1 de Jn 1, 7; Jn 14, 6)- Lo segundo es romper con el pecado (1 de Jn 1, 8) y
lo tercero es guardar los Mandamientos y la Palabra de Dios (1 de Jn 2, 3- 59)-
Palabra y Mandamientos que nos llevan por la fe a la salvación y a la
perfección cristiana por las buenas obras (2 fr Tm 3, 14. 17)-
La Obra del Espíritu
Santo es actualizar la Obra redentora de Jesús en nuestra vida.
Les he hablado de esto ahora
que estoy con ustedes; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que mi Padre les
enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto
yo les he dicho''. (Juan 14, 21-26)-
En efecto, todos los que son
guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un
espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un
espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! (Rm 8, 14- 15)-
Ánimo, sin
miedo y con valor, caminemos con Jesús.
Por esto te recomiendo que
reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque
no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de
caridad y de templanza. (2 de Tm. 1, 6-7)-
Publicar un comentario