CREO QUE JESÚS HA VENIDO A SALVAR A LOS HOMBRES-

 

CREO QUE JESÚS HA VENIDO A SALVAR A LOS HOMBRES-


 

El relato evangélico.

“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.” (Jn 3, 16- 21)-

 

Dios nos ama a pesar de que somos pecadores. Nos ama con amor incansable, inabarcable, infinito y eterno. La única razón por la Jesús nació como hombre es por amor de Dios a los hombres. La única condición para salvarnos es creer en Jesús. Creer es confiar, obedecerlo, pertenecerle, amarlo servirlo y seguirlo. Es el modo que podemos entender que la fe sin obras es estéril (Snt 2,14)-

 

1.    ¿Quién es Jesús para que tengamos que creer en Él?

Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten compasión de mí, que soy pecador. Examinemos el contenido de esta profesión de nuestra fe cristiana. Lo primero que tenemos que reconocer es la acción de Dios en los hombres para que lleguen al conocimiento de la Verdad: “Nadie puede decir: “Jesús es el Señor, sino guiado por el Espíritu Santo” (1Cor 12, 3)-

 

Jesucristo, un “nombre y una función”. Jesús es el nombre que el Ángel del Señor revela a José para el Hijo de Dios que nacerá de María. Jesús significa Yahveh salva o salvación de Dios (Mt 1, 21)-  Cristo significa “ungido y consagrado” para una misión, para realizar la “obra del Padre” (Lc 4, 18ss): “Arrancarnos de las tinieblas y trasladarnos al reino de la Luz, (Col 1, 13)- mediante el triunfo de la cruz.

 

Sólo en Jesús hay salvación (Hech 4, 12). Su misión es salvar a los hombres de sus pecados y hacernos hijos de Dios. La confesión “Hijo de David”, es el reconocimiento que Jesús de Nazaret es el Mesías prometido al pueblo de Israel, el pueblo de Dios (Mt 21, 1-9).

 

2.    Jesús es el Hijo de Dios.

Jesús es el Dios que se hizo hombre para amarnos con un corazón de hombre. Decir que Jesús es el Hijo de Dios, es afirmar que Él es de condición divina (Flp 2, 7), es Emmanuel: “La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros»” (Mt 1, 23). Es decir que Él es el Verbo eterno del Padre; Pre-existente a su nacimiento en cuanto hombre (Jn 1,1). El Evangelio de Marcos comienza diciendo: “Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios” (Mc 1, 1). El Padre mismo en la transfiguración confirma a Jesús como el “Hijo Amado” en quien tiene puestas sus complacencias” (Mt 17, 5)-

 

 En Getsemaní en una noche de intenso dolor y con el deseo profundo de hacer la voluntad de su Padre Jesús oró diciendo: “Padre, si quieres aparta de mí esta prueba, sin embargo, no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 2, 42). “Padre, Padre santo, Padre justo” (Jn 17,11. 25), “Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre” (Jn 4, 34). “Cuando ustedes oren digan: Padre nuestro” (Mt 6, 9). Cuando el Sumo sacerdote pregunta a Jesús: “¿Eres Tú el Hijo de Dios Bendito?”, Jesús responde: “Tú lo dices” (Mt 26, 64). Jesús tiene conciencia de quién es y a que ha venido: “Viene a traer el don de la vida eterna a los hombres: Viene a traernos el don del Espíritu Santo; es decir viene a traernos a Dios (Jn 10, 10; Lc 12, 49)-

 

 

3.    Jesús es el Cristo de Dios.

“Y vosotros ¿quién decís que soy yo?” (Mt 16, 15). Pedro tomando la palabra en nombre de todos los discípulos y de la Iglesia misma dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16, 16). Mesías es para los judíos; para los griegos Cristo, que significa “ungido”. Pedro con su respuesta confiesa a Jesús como el Mesías esperado. “El Cordero de Dios que quita los pecados del mundo” (Jn 1, 29).  Cuando la respuesta de Pedro se encarna en la vida podemos decir: Tú eres mi Salvador, mi Redentor. El Único que puede darme vida eterna y llenar los vacíos de mi corazón. Pero, no basta, Jesús quiere ser también nuestro Maestro; quiere que su Evangelio sea norma para nuestra vida. Nos llama a ser testigos, amigos y discípulos para que muchos lo conozcan, lo amen y lo sirvan.

 

4.    http://upload.wikimedia.org/wikipedia/en/e/e4/Jesuszeffirelliportrait.jpgJesús es el Señor.

Jesús es Señor de todos los tiempos. “Sepa todo el pueblo de Israel, con toda seguridad, que a este mismo Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo hecho Señor y Cristo” (Hech 2, 36); y “lo ha sentado a su derecha (Hech 7, 56), y se le dado el Espíritu Santo sin medida”. La carta a los Filipenses presenta un Himno a Cristo Jesús: “Por eso Dios le concedió el Nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús todos se arrodillen, en los cielos, en la tierra y entre los muertos” (en los abismos). “Que todos reconozcan que Jesús es Señor para gloria de Dios Padre” (cfr Fil 2, 9-11). Proclamar con las palabras y con la vida que Jesús es el Señor es ausentar al demonio, que se aterroriza ante el señorío de Jesús.

 

5.    “Los profetas quisieron ver lo que ustedes ven, y oír lo que ustedes oyen” (Lc 10, 24).

 

¿Qué vieron y qué oyeron aquellos hombres de Dios? Primero, oyeron las palabras de Jesús. “A los pobres se les anuncia la Buena Nueva” (Mt 11, 5ss), y se les “proclama el año de gracia del Señor” (Lc 4, 16-19). En segundo lugar, los Discípulos miraron los exorcismos, que son interpretados por el mismo Jesús: “Si yo arrojo los demonios por el dedo de Dios, es que el reino de Dios ha llegado a ustedes” (Lc 11, 20); en efecto el enemigo ha sido vencido: “Yo veía a Satán caer del cielo como un rayo” (Lc 10, 18). En tercer lugar, los milagros que dan testimonio que el reinado del mal ha llegado a su término para los que crean en Jesús, y se ha entrado en una nueva era: “Los ciegos recobran la vista, los sordos oyen, los ciegos ven, los leprosos quedan limpios y los muertos resucitan” (Lc 7, 22). En cuarto lugar, ven el triunfo de Jesús. Con su pasión y muerte salvadora, Jesús es el vencedor del pecado. Muere para que nuestros pecados sean perdonados. “En virtud de la sangre de Cristo nuestros pecados son perdonados” (Ef 1, 7), y “nuestras conciencias son lavados de los pecados que llevan a la muerte” (Heb 9, 14). Jesús con su muerte de Cruz es el Vencedor del mundo, del Maligno y del Pecado (Col 2, 14-15) Por último, ven y dan testimonio de la Vida: “No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el crucificado ha resucitado” (Mc 16, 6). “¡Ha resucitado, está vivo!”, “Ha resucitado para nuestra justificación” (Rom 4, 25). 

 

¿Por qué creer en Jesús de Nazareth? Porque Cristo es el Mensajero de las Buenas Noticias, el Predicador del Evangelio, que significa “Buenas Noticias”. Cristo es el Revelador del Padre; la Revelación de los secretos mesiánicos (Cf. Mt 13,16; Lc 10,23ss)- Es Señor y Dios (Jn 20- 28)-

 

Porque Dios nos envió a su Hijo para que nos hablara, nos enseñara y nos redimiera. (Jn 3, 16)- Es decir, para sacarnos del pecado y para poner en nuestros corazones el Espíritu Santo que nos hace hijos de Dios; herederos del cielo. Hijos adoptivos de Dios, a quien podemos llamarle “Abbá”, tal y como Jesucristo le llamaba en sus oraciones. (Gál 4, 6-7)-

 

6.    ¿Qué es entonces creer en Jesús?

Creer en Jesús es aceptar a Dios como Padre que nos ama, que nos perdona, que nos salva y que nos da su Espíritu Santo.

 

1.    Es “aceptar a Jesús como nuestro único Salvador personal”: “me amó y se entregó por mí” (Gál 2, 20). Es mi Redentor (Ef 1, 7): con su sangre me ha comprado para Dios: “Me ha sacado del reino de tinieblas y me ha llevado al reino de la luz” (Col 1, 13). Creer en Jesús implica: reconocerlo como nuestro Salvador personal, Señor de nuestras vidas, consagrarle nuestra persona y nuestra vida.

 

2.    Creer en Jesús es adherirse a su persona: hacerse uno con él, buscando su rostro, su mirada, tener sus pensamientos, sus sentimientos, sus intereses, sus preocupaciones y sus luchas. Para Pablo lo primero es la “justificación por la fe”, pero lo esencial, la meta de su vida es “El vivir en Cristo” (Gál 2, 19s) “Ser de Cristo” (1 Cor 3, 23), para que todo lo de Cristo sea también nuestro.

 

3.    Creer en Jesús es aceptar su Palabra como “Norma” para nuestra vida: Vivir según el Evangelio es vivir como hijo de Dios, hermano de los hombres y servidor de los demás. “Vivan según el Evangelio de Jesucristo (cfr Flp 1, 27)-

 

4.    Creer en Cristo es sin más, seguirlo, configurarse con él en su muerte y en su resurrección para que la obra de la salvación crezca siempre en nosotros (Lc 9, 23)-

 

7. ¿Qué implica el creer en Jesús?

1.    Una confianza incondicional en Dios y abandono en sus manos. “Yo sé en quien he puesto mi confianza”. “Quien pone su confianza en Él, no queda defraudado” (2 Tim 1, 12)-

2.    Obediencia a su Palabra: “Haced lo que os diga” (Jn 2, 5). “Ustedes me aman si hacen lo que yo les diga” (Jn 15, 15)-

3.    Sentido de pertenencia: somos del Señor, de Aquel que nos ha redimido, que ha pagado el precio por nosotros (1Co 3, 21; Ef. 1, 7). “Todos los que son de Cristo han crucificado sus instintos y pasiones para vivir según el Espíritu” (Gál 5, 24- 25)-

4.    Amor a Cristo y a su Iglesia (Jn 14, 21. 23; Ef 5, 25)-

5.    Disponibilidad para servirle: “No he venido a ser servido, sino a servir y dar mi vida por muchos” (cfr Mt 20, 28)-

 

Confianza infinita en Dios es creer que el amor de Dios se ha manifestado en Jesús, su Hijo amado, que se entregó a la muerte por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación (Rom 4, 25). “El hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley” (Rm 3, 28; 5,1; Gál 2, 16). Significa que la salvación nunca es algo debido, sino una gracia de Dios acogida por la fe. De esta manera el creyente nunca puede gloriarse de sus obras o de su propia justicia ni apoyarse en sus obras, sino más bien como lo enseña Pablo: Creer con el corazón y confesar con la boca. “Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo” (cf. Rom 10, 9)-

 

Pero nadie se salva sin la fe, y a la misma vez, nadie se salva sin las obras. La fe sincera es fuente del amor y de la esperanza. (cfr 1 de Tm 1, 5)- Son inseparables (Gál 5, 6)- Sin amor o sin caridad la fe y la esperanza son inútiles, no nos sirven. Las obras de la fe son su Comunidad, su Familia: La fortaleza, la sencillez de corazón, (La humildad y la mansedumbre)-  la pureza de corazón, (la templanza, la castidad y el dominio propio)- la santidad, la ciencia y la caridad. Quien tenga estas cosas abunda en el conocimiento de Dios. Sin estas virtudes lo único que existe es el dominio del hombre viejo, estamos desnudos de la gracia de Dios, pero revestidos de tinieblas.

 

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