PREPARAD EL CAMINO DEL SEÑOR.
"Por aquellos días aparece
Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: «Convertíos porque ha
llegado el Reino de los Cielos.» Este es aquél de quien habla el profeta Isaías
cuando dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor,
enderezad sus sendas." (Mt 3, 1- 3) Jesús mismo siguiendo las huellas de
Juan comienza su predicación diciendo: "Desde entonces comenzó Jesús a
predicar y decir: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado.»"(Mt
4, 17) Estén preparados por que el Señor viene a salvarnos.
"«Estén ceñidos vuestros lomos
y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva
de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos
los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se
ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá."(Lc
12, 35- 37) Rechazando el mal y haciendo el bien. Las lámparas encendidas son
las hijas de la Luz: La Bondad, la Verdad y la Justicia (Ef 5, 9)
El grito para el adviento es:
Convertíos. Preparad el camino para que el Señor se manifieste. Es la llamada
de Dios a salir del Exilio, tierra de servidumbre y de esclavitud para ir en
camino de Éxodo liberándose de todo lo que es incompatible con el Reino de Dios.
Para ir al encuentro con Jesús y reconciliarnos con Dios y con los hombres.
Salir del pecado para llegar a ser una Nueva Creación (2 de Cor 5, 17) Y ser hijos
de Dios, hermanos de los hombres y servidor de ellos. Hoy Jesús nos llama a la
conversión.
¿Qué es la conversión cristina?
Para los judíos es pasarse del judaísmo con la carga de la ley a Cristo para creer
en él, amarlo y seguirlo. Para los paganos es pasarse del paganismo con la
carga de la idolatría para pasarse a Cristo amarlo y seguirlo. Para nosotros,
es pasarse de las Obras muertas de la carne para pasarse a Cristo, llenarnos de
él y aprender a ser como él, hijo de Dios y hermanos y servidor de los hombres.
En aquel tiempo, Jesús dijo:
“Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los
aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde
de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga,
ligera”. (Mt 11, 28-30) Cristo es nuestro descanso, para entrar en ése descanso
hay romper con la corrupción del pecado (2 de Pe 1, 4b) Hay que clavar nuestros
pecados en la cruz de Cristo.
La conversión es ir a Jesús. Es decir,
creer en él, confiar, obedecer amarlo seguirlo y servirlo. Jesús nos pide
entregarle la carga del pecado, la carga de la Ley. Ponerlo tofo a los pies de
la cruz de Jesús como la samaritana dejó su cántaro a los pies de Jesús (Jn 4,
28) En el encuentro con Jesús se da un intercambio: entregamos nuestra miserias
y él nos entrega su misericordia, el perdón la paz y el don del Espíritu Santo.
A lo que él le llama “Yugo” que es suave y ligero, se trata del Amor de Dios
derramado en nuestros corazones juntamente con el Espíritu Santo que habita en
nuestro interior (Rm 5, 5; 1 de Cor 6, 19) Unidos a Jesús por el amor podemos
caminar, trabajar y aprender de él como Nuestro Maestro y Señor. Aprendemos en
el caminar con Jesús a ser pobres, humildes, mansos y misericordiosos. Aprendemos
a dar frutos buenos y abundantes.
La conversión se da en nuestra vida
si estamos caminamos con Jesús, en comunión con él para que sea nuestro
Maestro, nuestro Médico, nuestro Guía y nuestro Huésped. Todo desde dentro: "Que
Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados
en el amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la
longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a
todo conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios.
A Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor
de lo que podemos pedir o pensar, conforme al poder que actúa en nosotros, a él
la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones y todos
los tiempos. Amén."(Ef 3, 17- 21)
¿Qué hace Jesús en nuestro corazón? Se une a nuestro espíritu para realizar
nuestra conversión. Nos libera, nos reconcilia, nos salva y nos santifica hasta
que alcancemos por la acción del Espíritu Santo una “Alabanza de la Gloria de
Dios” (Ef 1, 14) Por la acción de la Gracia de Dios y nuestros esfuerzos y
renuncias vamos alcanzando una “Fe sincera,” un “Corazón limpio” y una “Recta
intención” (1 de Tim 1, 5)
El adviento nos lleva a la Navidad,
Jesús nace en nuestro corazón. Para esto lo primero es estar embarazados con la
Palabra de Dios (Rm 10, 17) La Palabra hace su obra, ilumina nuestras tinieblas
para que reconozcamos nuestra pecaminosidad. Luego nos lleva a Cristo con un
corazón arrepentido para que recibamos el perdón, la paz, la resurrección y el
don del Espíritu Santo. Con el perdón de nuestros pecados se da en nosotros la
Navidad, Jesús nace en nuestro corazón. Y ¿ahora qué?
".Como niños recién nacidos,
desead la leche espiritual pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la
salvación, si es que habéis gustado que el Señor es bueno. Acercándoos a él,
piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios, también
vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio
espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales,
aceptos a Dios por mediación de Jesucristo. "(1 de Pe 2, 2- 5) Denle de
comer al niño.
¿Qué come? La leche espiritual pura
es la Palabra de Dios acompañada de la Oración, de la Eucaristía, para luego
alimentarlo con las Obras de la Misericordia. Para que luego se acerque al
Señor como piedra vida para ser parte de la construcción de la Comunidad de Jesús,
y puede servir ofreciendo oraciones y sacrificios espirituales muy queridos a
Dios por medio de Jesucristo. La conversión no se termina en esta vida, hay que
trabajar y proteger la Fe, aceptando la Voluntad de Dios y sometiéndonos a
ella.
".Os exhorto, pues, hermanos,
por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima
viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual. Y no os
acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de
vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo
bueno, lo agradable, lo perfecto."(Rm 12, 1- 2)
El cristiano que se convierte
siempre está naciendo de Dios. Jesús nace y crece en su corazón. En cada
Palabra escuchada y obedecida, en cada oración bien hecha, en cada sacramento
bien celebrado, en cada lucha de la cual sale victorioso, en cada obra buena
que se hace por amor. En todo lo que se hace para Gloria de Dios, hay un nuevo
Nacimiento y hay una Epifanía.
"Queridos, amémonos unos a
otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce
a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor. En esto se manifestó
el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que
vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación
por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también
nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos
amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en
nosotros a su plenitud."(1 de Jn 4, 7- 12)
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