LA ORACIÓN EN LA VIDA DE JESÚS, EL CRISTO




LA ORACIÓN EN LA VIDA DE JESÚS.

 En el Nuevo Testamento nos muestra la vida de Jesús empapada de oración. Jesús ora como Hijo único de Dios, como hermano y como servidor de los hombres. Jesucristo nos testimonia que está en continua comunicación con su Padre, ora de día de madrugada y de noche. Para Jesús orar es comunión con su Padre, es estar con él, es vivir con él y para él. Ora de noche y predica, hace milagros y exorcismos y en medio de todo su trabajo, sigue orando de día. Jesús dijo “Mi Padre y yo siempre trabajamos” lo que podemos decir: “Mi Padre y Yo siempre oramos”. (cf Jn 5, 17)

Jesús ora en su Bautismo: 

"Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y puesto en oración, se abrió el cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: «Tú eres mi hijo; yo hoy te he engendrado.»" (Lc3,21) Presencia trinitaria, estaban los tres, El Hijo, el Padre y el Espíritu Santo. La experiencia de Jesús es Presencia en su Corazón, es Encuentro es Comunión.

Jesús hace oración en su primera manifestación en Cafarnaún:

"De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración. Simón y sus compañeros fueron en su busca; al encontrarle, le dicen: «Todos te buscan.» El les dice: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido.»" (Mc 1 ,35- 38) “Todos te buscan.” ¿Qué estás haciendo aquí? Ayer les hiciste milagros y exorcismos, vente y hazte famoso. Esto es una verdadera tentación demoniaca, Jesús la vence, con paciencia y tolerancia, nos descubre el sentido universal de su Misión.

Jesucristo hizo oración en la elección de los Apóstoles

"Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios."(Mc 3, 13. 15)


"Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles." (Lc 6,12). Después de hablar con su Padre, los eligió por amor. El apóstol nunca debe dejar de ser discípulo para que no deje de aprender de su Maestro.

Noches enteras pasa el Señor en diálogo de oración con su Padre:

"Su fama se extendía cada vez más y una numerosa multitud afluía para oírle y ser curados de sus enfermedades. Pero él se retiraba a los lugares solitarios, donde oraba." ( Lc 5, 15- 16) La gente tenía una falsa idea del Mesías. Lo querían triunfalista, victorioso, poderoso y rico, Jesús prefiere el Mesías que su Padre le propone: pobre, manso y humilde de corazón (Mt 11, 29) “Siendo de condición divina, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (2 de Cor 8, 9)

En el monte Tabor se transfigura.

"Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías; los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén."(Lc 9, 28- 31) Los apóstoles estaban en crisis, Jesús les había dicho sobre su pasión y muerte en Jerusalén, y esto chocaba con sus intereses y su manera de pensar sobre el Mesías. Jesús para quitarles el miedo de seguirlo, los lleva a la oración para decirles: así como me ven ahorita, así se verán ustedes. “No tengáis miedo”

La alegría de Jesús es motivo de alabar Dios.

"En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»" (Lc 10,21- 22)Es el momento que Jesús escucha el testimonio de los discípulos, hasta los escorpiones y las serpientes (Los demonios) se nos sometían. Jesús les dice: “He visto a Satanás hacer como un rayo” La alegría de Jesús por el trabajo de sus discípulos lo hace estallar en gritos de alabanza y de acción de Gracias.

Jesús enseñará a sus discípulos que han de orar en todo tiempo

"Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer." (Lc 18,1). En Mateo nos dice: “Vigilad y Orad siempre para no caer en tentación (Mt 26, 41) Oren para no caer en tentación y perder la fe y la Gracia de Dios. Por eso Jesús oró por sus discípulos: "«¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.»"(Lc 22, 31- 32)

Y les vuelve a recordar la importancia de la oración.

"«Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.»" (Lc 21, 34- 36) Vigilad es conocerse, despojarse, revestirse y luchar contra el mal para vencerlo con las armas de Dios, las virtudes cristianas (Rm 12,21) El arma poderosa contra el mal es la Cruz de Jesús por eso invita a todos a seguir sus huellas, cargando con su Cruz (Lc 9, 23)


Jesús oraba con lágrimas y con llanto.

"Llegado al lugar les dijo: «Pedid que no caigáis en tentación.» Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» Entonces, se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba. Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra. Levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los encontró dormidos por la tristeza;" (Lc 22, 40- 45) Y decía: "¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú."" (Mc 14,36). Dios guardó silencio y Jesús comprendió  la voluntad de su Padre y se enfrentó a sus enemigos

Lo mismo sucede con las diversas peticiones que formula en la oración sacerdotal:

"Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: "Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo.

Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese.

He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado.

Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti.

Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada.

Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad.

Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo.
Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad.

No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.


Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplan mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo.

 

Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos han conocido que tú me has enviado. Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos." (Jn  17)

Jesús hacer oración poco antes de su pasión:

"Entonces va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.» Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo.» Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú.» Viene entonces donde los discípulos y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo?

Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.» Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: «Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad.» Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados. Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Viene entonces donde los discípulos y les dice: «Ahora ya podéis dormir y descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. ¡Levantaos!, ¡vámonos! Mirad que el que me va a entregar está cerca.»" (Mt 26,36-46)

Jesús, en su misericordia, eleva su oración a Dios en la petición por sus verdugos:

"Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.» Se repartieron sus vestidos, echando a suertes." (Lc 23,34) A sus discípulos le había enseñado: “Amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen (Lc 6, 27- 29) Jesús tiene conciencia que su muerte es ofrecida  por todos los pecadores. Que nadie se siente excluido.

Jesús enseñó el Padre nuestro a petición de sus discípulos:

"Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; 10.venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. 11.Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; 12.y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal." (Mt 6, 9- 13)

El Señor instruye a sus discípulos para que hagan bien la oración, sin charlatanería:

"Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga.

Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo." (Mt 6,5-10);

El Mesías nos enseña a rezar con una postura de humildad, como nos lo señala en la parábola del fariseo y el publicano:

 

"Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: "¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias." En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!" Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado."" (Lc 18,9-14). Uno de los dos se retiró vacío y el otro justificado, revestido de caridad y humildad.

Jesús nos enseña la unión de la fe con el amor y las buenas obras

"Señor dijo: "Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: "Arráncate y plántate en el mar", y os habría obedecido." (Lc 17, 6)  Se trata de la unidad entre la fe y la conversión, entre la fe y el amor, entre la fe y las obras (Snt 2, 14) Plantar árboles en el mar equivale a cambiar la manera de pensar para que podamos conocer la voluntad de Dios (Rm 12,2) Es la determinación de seguir a Cristo, rompiendo las ataduras del pecado.

La fe que mueve montañas es la que está en las manos de Dios. Es confianza, es obediencia, es pertenencia y es amor que se manifiesta en servicio. El primer servicio es la Oración que se hace en Gracia de Dios.





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