DIOS ES AMOR Y NOS AMA INCONDICIONALMENTE

 


DIOS ES AMOR Y NOS AMA INCONDICIONALMENTE

"De lejos Yahveh se me apareció. Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti. Volveré a edificarte y serás reedificada, virgen de Israel; aún volverás a tener el adorno de tus adufes, y saldrás a bailar entre gentes festivas."(Jer 31, 3)


Dios nos ama desde la eternidad, desde antes que el mundo fuera creado Él nos conocía y nos amaba. Así lo dice el apóstol Pablo: "por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, "(Ef 1, 4-5)

Nos eligió en Cristo y nos destinó a ser adoptados como hijos suyos. La primera bendición es la elección. Elegidos por amor desde antes que el mundo fuera creado, según el Plan de Salvación. Elección gratuita, no se compra y no se vende. Brota del amor, del corazón del mismísimo Dios. Elección inalterable, hay que buscarla, encontrarla, y acogerla. Elección funcional, fuimos elegidos por algo y para algo. Este algo es el Amor. Esta es nuestra Misión dar y recibir amor. La segunda bendición es la filiación, ser hijos de Dios en Cristo, el Unigénito de Dios, nosotros somos hijos por participación. De la filiación brota la fraternidad. Los que quieran ser hijos de Dios que acepten también ser hermanos de los demás.

Dios es Amor. Y amar es darse, es donarse, es entregarse, es compartirlo todo como Jesús que se consagró e inmoló por la salvación de los hombres. “Hemos sido redimidos por el sacrificio perfecto que Cristo ofreció a su Padre por los hombres. (Ef 1, 7) La pregunta es ¿Cómo es el amor de Dios para todos y cada uno de los seres humanos? Es Gratuito y es Universal, es Eterno y es Infinito. Es personal, ama a cada uno y ama a todos. No tiene límites y no tiene fondo, no cambia. Nos ama si estamos de pie, si estamos acostados o sentados; no ama cuando hacemos cosas buenas y nos ama a pesar de que hagamos cosas malas. Tal como lo dice el Apóstol: "En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos"(Rm 5, 6) Dios nos ama por lo que somos y no por lo que hacemos o por lo que tenemos. Somos personas creadas a su Imagen y semejanza, redimidas y salvadas en Cristo y por Cristo.

¿Cómo nos ha amado Dios? Dios nos ha amado en la Creación. Todo ser humano, fue pensado desde antes de que el mundo fuera creado. Fue creado por Dios por amor, con amor y para amar. No somos fruto del azar del destino, fuimos creados como seres únicos e irrepetibles. No somos copia de nada ni de nadie. Todos estamos llamados a ser responsables, libres y capaces de amar y capaces de servir.

Dios nos ha manifestado su amor en la regeneración. Nos envío su Hijo para nuestra salvación: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él."(Jn 3, 16- 17) No vino a acusarnos ni a juzgarnos y ni a condenarnos. “Vengo para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10) Lo primero que hizo fue hacerse uno de nosotros. Con su predicación sembró el Reino de Dios en el corazón de los hombres. Luego se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte para redimirnos del pecado (Flp 2,7-8)

En tercer lugar nos envío el Espíritu Santo para que actualizara en nuestros días y en nosotros el Plan de Dios realizado en Cristo. La Obra del Espíritu Santo es hacer que el Mundo crea en Jesús para que creyendo se salve y tenga vida eterna. Él nos lleva a Cristo y todo el que se deje conducir por Él se hace hijo de Dios (Rm 8, 14) El espíritu Santo nos convence que Dios nos ama, nos perdona y nos salva, Él nos convence que somos pecadores necesitados de la Gracia de Dios (Jn 15, 8) Actualiza la Alianza Nueva en nuestras vidas y nos conduce a la Pascua de Jesús para que seamos una Nueva Creación (2 de Cor 5, 17)

En cuarto lugar Dios nos ha manifestado su amor a dejarnos su Iglesia para que continuara la Obra comenzada por su Hijo Jesús. Jesús es el Fundador de su Iglesia, su Cuerpo. "Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada."(Ef 5, 25- 27) Cristo es la Cabeza y la Iglesia es su Cuerpo. Cabeza y Cuerpo no son dos realidades, sino una sola, La Iglesia. Por esta razón el apóstol Pablo nos dice: "Pero si tardo, para que sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y fundamento de la verdad."(1 de Tim 3, 15) La Iglesia existe para evangelizar, para enseñarnos a vivir como Jesús vivió, en el amor, en la verdad y en la justicia.

Otro modo de Dios para manifestarnos su amor fue dejar a la Iglesia los “Dos Denarios, tal como lo dice en la parábola del Buen Samaritano:” “La Palabra y los Sacramentos.” Cómo medio para sanar las heridas del pecado y conducirnos a la Salvación. La Palabra es nuestra guía, es nuestra brújula. Es lámpara para nuestros pies, es luz en nuestro camino (Slm 119, 105) La fe nace de los que se escucha, la Palabra (Rm 10, 17) Nos consagra en la Verdad, su Palabra es la Verdad (Jn 17, 17) Nos guía y nos conduce a la salvación y a la perfección Cristiana (2 Tim 3, 14- 16)

Los Sacramentos, especialmente, el Bautismo, la Confesión y la Eucaristía. Por el Bautismo somos incorporados al Cuerpo de Cristo (Gál 3, 26) Entramos en la Pascua de Cristo y en la Nueva Alianza. De la cual nacen los Sacramentos. Sacramentos de la Misericordia y del Amor. Por el primero nuestros pecados son perdonados y reconciliados con Dios y con la Iglesia. Y por la Eucaristía, sacramento del Amor, Cristo quiso permanecer entre nosotros como Luz, Vida y Amor. Para alimentarnos y fortalecernos con su Gracia. Y así podernos ofrecernos como hostias vivas, santas y agradables a Dios, Que ese sea nuestro culto espiritual (Rm 12, 1) La Eucaristía edifica la Iglesia y nos une con todos los bautizados. Y como prueba de su Amor, Cristo quiso quedarse en la Eucaristía y por ella se encuentra en los Sagrarios para esperar que lo visitemos y lo invoquemos como nuestro Señor y como nuestro Dios (Jn 20, 28)

En el Plan de Dios manifestado en Cristo podemos encontrar los Rostros de Dios. "Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.» Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"?"(Jn 14, 8-9) Jesús es el revelador del Padre y es también el revelador de todos los hombres. Todos estamos llamados a ser lo que Jesús es, el Hijo de Dios, el hermano universal y el servidor de todos.

Jesús nos revela los Rostros de Dios. Su primer nombre es el de Padre. "Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti."(Jn 17. 1) Padre es el nombre de Dios en el Nuevo Testamento. Por eso Jesús enseñó a sus discípulos la Oración del Padre Nuestro. Después de su resurrección Jesús envío a María Magdalena diciéndole: "Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.»"(Jn 20, 17) Padre es el nombre propio de Dios. y a Él le gusta que lo llamemos con ese Nombre. “Abba”

El segundo rostro de Dios que vemos en las palabras, en las acciones y en la vida de Jesús es el Amor. Dios es amor nos dice san Juan: "Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor."(1 de Jn 4, 7-8) Amar es darse, es donarse y entregarse. Dios nos ha amado al entregarnos a su Hijo y al entregarnos al Espíritu Santo Dios se nos donó y entregó a la Humanidad. Así lo entiende el Apóstol Pablo: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que él nos ha dado” (Rm 5, 5) El Amor es paciente, es tolerante y es servicial (1 de Cor 13, 4)

Otro rostro de Dios es el Perdón, conocido como la Misericordia. Dios es misericordioso, es decir el perdona lo mucho y lo poquito, la grande y lo chiquito. A perdonar a Dios nadie le gana. Él es Dios de los perdones y de todas las misericordias. Jesús nos invita a ser misericordiosos: “Perdona mis ofensas como yo he perdonado a los que me han ofendido.” “Amen a sus enemigos y recen por los que los persiguen” (Lc 6, 27) “Sean misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso” (L 6, 36) Y desde la Cruz dijo: “Perdónalos Padre porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34) Para Dios perdonar es amar. "Venid, pues, y disputemos - dice Yahveh: Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán."(Is 1, 18)-

El cuarto rostro de Dios manifestado en Cristo Jesús es la Libertad. Es el más difícil de explicar. Pero recodemos la invitación del Apóstol Pablo: “Para ser libres, nos liberó Cristo. Pero, no confundamos la libertad con el libertinaje (Gál 5, 1. 13) Dios es el totalmente libre. Libre para crearnos de la nada, libre para darnos herencia y permitir que nos vayamos a derrocharla. Libre para ir a buscarnos e invitarnos a volver a la Casa del Padre y libre para hacer a una gran fiesta por haber regresado vivos y sanos. (Lc 15, 11ss) El apóstol Pablo nos recuerda la Libertad:

"Hasta el día de hoy, siempre que se lee a Moisés, un velo está puesto sobre sus corazones. Y cuando se convierte al Señor, se arranca el velo. Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad."(2 Cor 3, 15- 17) La libertad tiene dos dimensiones, una es libres de… y la otras libres para… Libres del mal y libres para amar, para perdonar, libres para hacer el bien… Sin la conversión no veremos los rostros de Dios.

No tengamos miedo a seguir a Cristo y encarnar sus rostros. "Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza."(2 Tim 1, 6- 7) Lo anterior nos hace recordar el Encuentro con Cristo para nacer como hijos de la Luz: "Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor. Vivid como hijos de la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad."(Ef 5, 8- 9)

¿Qué hacer para permanecer en la bondad, en la verdad y en la justicia y permanecer en la Luz? Lo primero es romper con el pecado para ir a la libertad de los hijos de Dios. (1 de Jn 1, 8-10) Para luego crecer en el conocimiento de Dios, guardando sus Mandamientos, guardando su Palabra y practicando sus virtudes (1 1 de Jn 2, 3; Jn 14, 21. 23; Flp 2, 5) Después de lo anterior hemos de guardarnos del mundo y de los falsos profetas (1 Jn 2, 15. 18) Para evitar caer en la idolatría, en el vacío y a la frustración existencial.

Dios es Amor y todo el que ama nace de Dios y permanece en él.



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