PERO TAMBIÉN VOSOTROS DARÉIS TESTIMONIO, PORQUE ESTÁIS CONMIGO DESDE EL PRINCIPIO

 

PERO TAMBIÉN VOSOTROS DARÉIS TESTIMONIO, PORQUE ESTÁIS CONMIGO DESDE EL PRINCIPIO

"Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio" "Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho. «No os dije esto desde el principio porque estaba yo con vosotros." (Jn 15, 26- 16, 1- 4)

Jesús desde la Cruz dio testimonio del Padre, al despojarse de sí mismo y al humillarse a sí mismo para darse, donarse entregarse y ofrecerse al Padre por la salvación de los hombres. Y el Paráclito da testimonio de Jesús amando a los hombres hasta el extremo: con su pasión, con su sufrimiento y con su muerte, el Espíritu Santo está dando testimonio de Jesús, pero sobre todo con su Resurrección, nos dice que Jesús es el Señor, el Cristo, el Hijo de Dios. Con su Muerte y con su Resurrección Jesús ha fundado y sellado la Nueva Alianza para Gloria de Dios y para el bien de la Iglesia, que existe ahora para dar Testimonio de Jesús.

"Él les contestó: «A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad, sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.»" (Hch 1,7-8) Ser testigos de Cristo en tu vida, donde tu familia, con los vecinos y hasta los confines de la tierra. ¿Cómo ser testigos de Cristo? Por medio de la fe, podemos confiar en Él, obedecerlo y amarlo, seguirlo y servirle. El testimonio exige estar con Él para experimentar su amor, su perdón, su paz y su gozo. Estar con Él es el Motor de la vida nueva. Es una experiencia inexplicable, no hay palabras para explicarla. Tan sólo sabemos que Jesús nos ama, nos ha salvado y nos ha reconciliado, y eso nos basta.

Damos testimonio de Cristo cuando obedecemos su Palabra y guardamos su Mandamientos. Cuando lo seguimos tras sus huellas, padecemos y sufrimos por Él, conformando nuestra vida con Él. Un ejemplo de lo anterior lo encontramos en san Pablo: "por él estoy sufriendo hasta llevar cadenas como un malhechor; pero la Palabra de Dios no está encadenada. Por esto todo lo soporto por los elegidos, para que también ellos alcancen la salvación que está en Cristo Jesús con la gloria eterna. Es cierta esta afirmación: Si hemos muerto con él, también viviremos con él; si nos mantenemos firmes, también reinaremos con él; si le negamos, también él nos negará; si somos infieles, él permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo." (2 Tim 2, 9- 13)

El testimonio está cimentado en dos bases: el amor a Cristo y el seguir a Cristo. Es un verdadero discípulo que va encarnando la disponibilidad de hacer siempre y en todo lo Voluntad de Dios. Y la disponibilidad para salir fuera de sí, para ir al encuentro de los demás para sembrar en ellos el Anuncio de Jesús, y con estas dos, está dispuesto a dar su vida por llevar a cabo las disponibilidades anteriores. Es lo que Jesús pide a sus discípulos para que den testimonio de Él: Ámame y sígueme. El que me ama guarda  mis Mandamientos, ama a sus hermanos. Y el que me sigue guarda mi Palabra para que se configure conmigo:

"«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa." (Mt 5, 3- 11)

El que sigue a Jesús se configura con Él, es un Testimonio vivo y viviente, es una Creación Nueva (2 Cor 5, 17) Es propiedad exclusiva del Señor Jesús por eso puede decir con San Pablo: “Estoy crucificado con Cristo” (Gál 2, 19) Lleva una vida orientada hacia Dios, y al estar en comunión con Jesús puede dar frutos de vida eterna:  "En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu. No busquemos la gloria vana provocándonos los unos a los otros y envidiándonos mutuamente." (Gál 5, 22. 26)

El que ama y sigue a Cristo está crucificado con Jesús, ese es su testimonio, Morir al pacado y vivir para Dios. No te bajes de la cruz porque se termina el testimonio y caes en la muerte del pecado. Por eso Jesús nos dice: “permanezcan en mi amor” "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor." (Jn 15, 7- 10)

Cuando los cristianos damos testimonio de Cristo, damos fruto, y al dar fruto damos gloria a Dios y le damos testimonio. El fruto es el amor, y el amor es la madre de todas las virtudes, por eso nos dice san Juan: "Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros." (1 de Jn 4,7- 11)

El testimonio del Padre es que nos ha dado vida, el que tiene esa vida tiene a Cristo (cf  1 de Jn 5, 12) Jesús es el Amor entregado, el Padre nos entregó a su Hijo (Jn 3, 16) y el Hijo se entregó a sí mismo por nuestra salvación (Jn 10, 18) Y así Jesús dio gloria a su Padre, y ahora nosotros, si vivimos con Jesús y para Jesús nos convertimos en su Testimonio, viviendo como Él vivió. "Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma." (Ef 5, 1- 2)

Es la exhortación de san Pablo a todos los creyentes: "Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual." (Rm 12, 1) Toda la vida de Jesús fue un culto espiritual y existencial al Padre: “Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre y llevar a cabo su Obra” (Jn 4, 34) De Tal manera nosotros damos testimonio de Cristo al aceptar la voluntad de Dios y someternos a ella, es decir, aceptar a Cristo como nuestro salvador, nuestro maestro y como nuestro Señor.

El que ama y sigue a Jesús, puede por amor, anonadarse a sí mismo, para que Cristo viva y crezca en nuestros corazones y entremos en la Plenitud de Cristo y alcancemos la madurez humana (Col 2, 9: Ef 4, 13)





 





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