¿QUIÉN ES PARA LA IGLESIA JESÚS DE NAZARET?




¿Quién es para la Iglesia Jesús de Nazaret?

Iluminación. Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.» (Mt 16, 16)

1.               Jesús es el “don de Dios a los hombres” (Jn 3, 16) “Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios vivo.” Marcos comienza su Evangelio diciéndonos: “Comienzo de la buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios” (Mc 1, 1). A la pregunta de Jesús a sus discípulos: “Quién soy yo para ustedes”, Pedro en nombre de la Iglesia responde: “Tú eres el Mesías” (Mc 8, 29) En Mateo, Pedro extiende su respuesta: “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16, 16)Para la Iglesia Jesús es el “Don del Padre a los hombres” (cf Jn 3, 16) el  “Hijo de Dios”, es el Mesías, es decir, el “Ungido” con el Espíritu Santo para realizar la “Obra del Padre”, la salvación de los hombres. Ungido para ser Salvador, Maestro y Esperanza de los hombres. La respuesta de Jesús a la samaritana: “Yo sé que el Mesías, está a punto de llegar; cuando él venga lo explicará todo. Entonces Jesús le dijo: “Soy yo, el que está hablando contigo” (Jn 4, 25).

Para la Iglesia Jesús  de Nazareth es el Hijo del Dios vivo y es el Hijo de María. Es Dios verdadero y es hombre verdadero, engendrado no creado. “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. (Jn 1, 14)

2.               Para el Apóstol san Pablo, Jesús es Hijo,  Señor, Justicia, Sabiduría, Salvación y Redención, (Mc 16, 19; Flp 2,11; Rm 3, 21; 1 Cor 1, 30; Ef 1, 7) por eso puede decirnos: “Pues ya conocen la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el  cual, siendo rico se hizo pobre por ustedes, para enriquecerlos con su pobreza” (2Cor 8, 9) En la carta a los Filipenses nos explica en que consiste la pobreza de Jesús: “Siendo de condición divina, no consideró codiciable el ser igual a Dios. Al contrario, se despojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres y en su condición de hombre se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz” (Flp 2, 6-8). Es la pobreza de Jesús la que nos hace ricos, es decir, hijos de Dios, hermanos de los hombres y servidores de ellos. Para san Pablo la salvación nos llega por la locura de la cruz que nos lleva a la resurrección. A la luz de la Resurrección podemos dar testimonio de la persona de Jesús de Nazaret, dejándonos iluminar por la Sagrada Escritura: “Tanto amo Dios al mundo que le entregó a su propio Hijo” (Jn 3, 16) Jesús es el Hijo de Dios que se hizo hombre para ser Salvador y Salvación de los hombres: “Vengo para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10).Jesús ha venido a traernos a Dios: “He venido a encender un fuego a la tierra y ¡cómo desearía que ya estuviera ardiendo ¡” (Lc 12, 49). Lo que hace decir a Juan el bautista que Jesús es el que bautiza con Espíritu Santo y Fuego (Lc 3, 16)

3.               Jesús es Redentor y Salvador: Es Redentor porque ha vencido al Malo con su pasión y muerte de cruz para alcanzarnos el perdón de los pecados y sacarnos del pozo de la muerte. “En virtud de su sangre derramada en la cruz, nuestros pecados son perdonados” (Ef 1, 7) “y nuestras conciencias son lavadas de los pecados que llevan a la muerte para que podamos dar culto al Dios vivo” (Heb 9, 14). “Cristo murió para que nuestros pecados fueran perdonados, resucitó para darnos vida eterna” (Rom 4, 25). “Por él, Dios nos ha sacado del pozo de la muerte y nos ha llevado al reino de la Luz” (Col 1, 13). Jesús es Salvador  porque es el “Don que Dios ofrece a los hombres, para que todo el que crea en él se salve (Jn 3, 16) Para que tengan vida en abundancia sean bautizados con Espíritu Santo y Fuego (Jn 6, 40; 10,10; Lc 3, 16)

4.               Jesús es Maestro: sabemos que Dios lo ha enviado para enseñarnos, le dice Nicodemo a Jesús (Jn 3, 2) ¿Qué enseña Jesús? Jesús enseña la voluntad de su Padre: “Esto es lo que Dios espera de ustedes, que crean en el que Dios ha enviado” (Jn 6, 29) Para sus discípulos “sólo Jesús tiene palabra de vida eterna” (Jn 6, 69). Jesús es Maestro que enseña el arte de vivir en Comunión, con Dios, consigo mismo y con los demás; Jesús es Maestro que enseña el arte de amar y el arte de servir (Mt 28, 20;Jn 13, 13). Jesús es Maestro que enseña con poder por que él dice lo que él es, y hace lo que él dice; enseña con sus palabras, exorcismos, milagros y de manera especial con su propia vida: “Mi Padre siempre me escucha porque yo hago lo que a él le agrada” (Jn 14, 31). Es un Maestro que hace de la voluntad de Dios la delicia de su vida (Jn 4, 34).

5.               Jesús es Señor. “Sentado a la derecha del Padre” (Mc 16 19) significa que está sentado en el “Trono de su divinidad” En el libro de los Hechos: “Sepan pues, con plena seguridad todos los israelitas que Dios ha constituido Señor y Mesías a este Jesús” (Hech 2, 36) Significa recapitular todo en Cristo (Ef 1, 10) Todas las cosas han de ser puestas bajo los pies de Cristo. Él es la Plenitud de todo (Col 2, 9), Imagen visible del Dios invisible, Primogénito de toda criatura, todo fue creado por él y para él (Col 1,15- 16). Pablo, enamorado de Cristo, está obsesionado por “Llevar a los hombres al sublime conocimiento de Cristo Señor nuestro” (cf Flp 3, 6). La condición para hacer de Cristo el Señor de nuestras vidas, nos es presentada por María en las bodas de Caná: “Hagan lo que él les diga” (Jn 2, 5). Sin la “obediencia de la fe”, Jesús sería un desconocido para los creyentes. El señorío de Cristo en nuestra vida es para servir, para darse y entregarse por amor a los demás para que se realicen como personas amadas y queridas por Dios.

6.               Jesús es nuestra Libertad. “Libres con la libertad de los hijos de Dios, para ser libres nos libertó Cristo (Gál 5, 1) Jesús no exige lo que él no ha dado, pero a los judíos que habían creído en él, les propone: “Sí permanecen fieles a mi palabra, ustedes serán verdaderamente mis discípulos, así conocerán la verdad y la verdad los hará libres” (Jn 8, 31). La palabra de Jesús es espíritu y vida (Jn 6, 67), y es para vivirse, para ponerse en práctica (Mt 7, 24). La obediencia a la Palabra de Dios es garantía de felicidad y de fidelidad: “Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica” (Lc 8, 21) “Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica” (Lc 11, 28).El Señor a nadie le impone la fe; enseña la verdad de manera gradual, desde la libertad, se le acoge o se le rechaza: “El que quiera ser mi discípulo” ( Lc 9, 23) “Si alguien quiere servirme, que me siga: correrá la misma suerte que yo” (Jn 12, 26).

7.                   ¿Qué significa predicar a Cristo crucificado? Significa presentar la salvación como un don gratuito e inmerecido de Dios a los hombres, gratuito pero no barato. La salvación ni se compra ni se vende.  El precio lo ha pagado Jesucristo con su “Vida, Muerte y Resurrección.” Por un acto de obediencia de Cristo al Padre y por un acto de amor de Cristo a los hombres, voluntariamente aceptado, hemos sido salvados. El Señor Jesús,  lo había prometido: “Mi vida no me la quitan, yo la entrego” (Jn 10, 18). Predicar a Cristo crucificado significa anunciar a todos los hombres que en Jesucristo Dios ha redimido al Mundo por medio de la “Obediencia de la cruz” (Flp 2, 8), y está perdonando los pecados a los hombres y cambiando los corazones de piedra por corazones de carne como lo había anunciado desde antaño, y hoy lo está cumpliendo (Jr 31, 31-33; Ez 37, 12; Lc 1, 35). La Obediencia de Cristo al Padre nos ha alcanzado la justificación por la fe (Rom 5, 1-5). “Nosotros estábamos incapacitados para salvarnos, pero Cristo murió por los impíos en el tiempo señalado” (Rom 5, 6).La locura de la cruz nos ha abierto a los hombres el camino de la salvación, se trata de Cristo, fuerza y sabiduría de Dios (1Cor 1, 25).

8.    “No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús.” (2 Cor 4, 5) ¿Qué significa predicar a Cristo como Señor Nuestro? Jesucristo es Señor de los que se dejan lavar los pies por él. De aquellos que aceptan su yugo suave y ligero, (Mt 11, 28-29 para arriesgarse a recorrer con él, el camino de la fe (cf Lc 9, 23). Es Señor de hombres y mujeres que han puesto en él su confianza; lo han obedecido, lo han amado, lo han seguido y le han servido. Hombres y mujeres que han puesto sus vidas y sus haciendas en sus manos, lo han dejado todo para servirlo. Sólo así podremos comprender las palabras del Maestro: “No todo el que me diga señor, señor, entrará en la Casa de mi Padre”, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mt 7, 21-22). “Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque efectivamente lo soy. Pues bien, si yo, que soy Maestro y Señor, les he lavado los pies, ustedes deben hacer lo mismo unos con otros” (Jn 13, 13-14). San Mateo: “De la misma manera que el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir, y dar su vida como rescate por muchos” (Mt 20, 28). Jesús es Señor de aquellos que se dejan lavar los pies por Él, para luego, seguir su ejemplo y lavar los pies de los demás.

9.               Las condiciones para conocer a Jesús. Creer en Jesús es aceptarlo como Salvador personal, como Aquel que amó a su Iglesia y se entregó por ella (eF 5, 25). Todo el que acepta a Jesús como el don de Dios a los hombres se apropia de los frutos de la Redención: el perdón, la paz, la resurrección y el don del Espíritu Santo, posee la Vida eterna (Jn 6, 39-40). Ha sido justificado por la fe (Rom 5, 1) Es por gracia de Dios una nueva criatura (2 Cor 5, 17). Esta experiencia es el “motor” de la vida nueva.

Lo primero es lo primero: creer que Dios nos ama incondicionalmente a todos y a cada uno de los hombres, y por amor nos ha entregado a su Hijo que nos amó y se entregó por nosotros (Ef 5, 2) En la carta a los Gálatas Pablo personaliza el amor de Cristo: “Me amó y se entregó por mí” (Gál 2, 20). 

Lo segundo es aceptar a Jesús como Maestro. Hacer de su Palabra la “Norma” para nuestra vida. Lo que Pablo llama: vivir según el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo (Flp 1, 27) Para llevar una vida digna del Señor, dando siempre frutos y creciendo en el conocimiento de Dios (Col 1, 10). Jesús es Maestro de los que confían en él, lo obedecen y lo aman, le pertenecen y lo siguen. De aquellos que escuchan su Palabra y la ponen en práctica (Lc 8, 21;  11, 28) De aquellos hombres y mujeres que han probado lo bueno que es el Señor y aceptan libre y conscientemente pertenecerle por toda la vida: Aceptan ser propiedad total y exclusiva de su Maestro, a quien siguen para configurarse con Él: “El que me ama, se mantendrá fiel a mis palabras” (Jn 14, 23).

En tercer lugar, Jesús es el Señor. “Jesús es de condición divina” (cfl Flp 2, 6) Es Emmanuel, Dios con nosotros” (Mt 1, 23) “Yo Soy” (Jn 8, 58); Yo soy el Amor, la Luz, la Verdad, la Vida, la Resurrección, el Pan de Vida, la Puerta, es Dios Salvador” (Jn Jn 14, 6; Jn 8, 12; Jn 11, 25; Jn 6, 51; Jn 10, 7)  Jesús es Señor de los que lo aceptan como Salvador y como Maestro, para luego tomar la firme determinación de dar su vida por él y por sus hermanos, siguiendo sus huellas.  “No basta decir que “somos salvados por la fe”, según las palabras del Maestro: “No todo el que me diga Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mt 7, 21) La voluntad de Dios manifestada en Cristo, pide la obediencia de la fe al único que ha sido constituido por su obediencia y por su amor es Señor y Mesías: “Por eso Dios lo exaltó y le dio el nombre que está por encima de todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame que Jesucristo es señor, para gloria de Dios Padre” (Flp 2, 9-11). Todo aquel que cree en Jesús, por su amor, rompe el pecado (1 De Jn 1, 8); guarda sus Mandamientos (cf 1 Jn 2, 3) y se reviste con sus virtudes (cf Col 3, 12-14)

10.     Los Mandamientos de Jesús a los suyos. “El que conoce mis Mandamientos y los guarda ese es el que me ama” (Jn 14, 21) “Ese es el que me obedece (Jn 2, 5) y ese es el que me pertenece (Gál 5, 24) Los Mandamientos de Jesús no son una carga (1Jn 5, 3) Son su yugo suave y ligero (Mt 11, 29) que Jesús derrama en el corazón de los suyos (Rm 5, 5).El sentido de los Mandamientos es el amor y el servicio a Dios y al prójimo. La obediencia a los Mandamientos es garantía de justicia y rectitud, de honestidad y sinceridad.

a)     El Mandamiento regio. “Ámense los unos a los otros. Como yo los he amado, así, ámense los unos los otros” (Jn 13, 34).A la luz de este Mandamiento entra el mandato del “servicio”. “Ustedes me llaman, Maestro y Señor, y lo soy. Pues bien, si yo, que soy el Maestro y Señor, les he lavado los pies, ustedes deben hacer lo mismo unos con otros”. Les he dado ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes” (Jn 13, 13- 14).

b)     El Mandamiento del envío misionero. “Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura” (Mc 16, 15) “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos y bautícenlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que les he mandado” (Mt 28, 19-20).

C.    El Mandamiento de la fracción del pan. “Hagan este en memoria mía” (Lc 22, 19; 1 Cor 11, 25) “Así pues, siempre que coman de este pan y beban de este cáliz, anuncian la muerte del Señor hasta que él venga” (1 Cor 11, 26) “El cual, en la última cena con los Apóstoles, para perpetuar el memorial salvífico de la cruz, se ofreció a ti como Cordero inmaculado, y tú lo aceptaste como sacrificio de alabanza perfecta” (Prefacio II de la Eucaristía).

Oración: Padre Santo, por tu Verbo, dadnos espíritu Santo para que nos ayude a hacer de tu Voluntad la delicia de nuestra vida, y así podaos se una “hostia viva, santa y agradable a Dios, que este sea nuestro culto espiritual” (cf Rm 12, 1)


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