CUIDAD DE VOSOTROS PARA NO PERDER EL FRUTO DEL VUESTRO TRABAJO


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“Cuidad de vosotros para no perder el fruto de vuestro trabajo, sino para que recibáis una amplia recompensa.”

Iluminación. “Huye de las pasiones juveniles. Vete al alcance de la justicia, de la fe, de la caridad, de la paz, en unión de los que invocan al Señor con corazón puro. Evita las discusiones necias y estúpidas; tú sabes bien que engendran altercados. Y a un siervo del Señor no le conviene altercar, sino ser amable, con todos, pronto a enseñar, sufrido, y que corrija con mansedumbre a los adversarios, por si Dios les otorga la conversión que les haga conocer plenamente la verdad” (2 Tim 2, 22- 25),

La recomendación del Señor a los suyos: “Vigilad y orad para no caer en tentación” (Mt 26, 41) “La tentación de perder el sentido a la Misión.” “La tentación de vivir una fe cómoda y superficial, y, por lo tanto estéril.” En la segunda carta san Juan nos dice: “Cuidad de vosotros, para no perder el fruto de vuestro trabajo, sino para que recibáis una amplia recompensa.” (2 Jn 1, 8) Cuidad y cultivar son dos realidades inseparables (Gn 2, 15) Vigilar es conocerse, despojarse, revestirse, luchar y orar para vivir en comunión con Jesús y con los suyos, en servicio y donación, construyendo el “Imperio de Dios.” Razón por la que Pablo nos advierte: “El que no trabaje que no coma” (1 Ts 3, 10) La salvación de Dios es un don gratuito e inmerecido, pero, no barato. La fe es la respuesta a una Palabra que incomoda, sacude e invita a luchar por los intereses del reino.

¿Cuál será la recompensa? En esta vida será el corazón manso y humilde de Jesús, hombre que camina en la Verdad y en el Amor. Un servidor sincero, honesto e íntegro, que con san Pablo se acepta como: un soldado de Cristo que padece, sufre y reina con Él (cf 1 Tim 2, 11s; 2 Tim 2, 1- 4) En este Camino no hay “Guaridas de zorras ni nidos de aves” “Ni piedras para reclinar la cabeza” (cf Lc 9, 58) El gozo brota de la entrega y la donación al servicio al Evangelio. La exigencia fundamental de la fe es caminar en la verdad y vivir en el amor.(cf 2 Jn 1, 3)

¿Cómo vivir en la verdad y en el amor? En comunión en la Fe. (Jn 15, 4) La fe y la verdad son inseparables. Guardando los Mandamientos de Dios y creciendo en el conocimiento de Cristo mediante la práctica de las virtudes. Las virtudes son inseparables de la verdad. (Ef 4, 13) (Jn 14, 21. 23) Con los ojos fijos en Jesús, (Heb 12, 2) para no hundirse en las aguas como le pasó a Pedro; con una vida orientada hacia Él, siguiendo sus huellas y abrazando la Cruz con Esperanza para ir encarnando las “Bienaventuranzas,” para como pobre, servir a la Iglesia. Lo anterior es confirmado con las palabras del Maestro: “Mi alimento es hacer la voluntad de mi Padre” (Jn 4, 34) Con un “Fiat” eterno, con un sí, sí (Mt 5, 37); con el “hágase en mi según su Palabra” (Lc 1, 38) Este es el modo para vivir el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo (Flp 1, 27) El Evangelio de la Verdad que nos hace libres, es el Amor que nos hace ser sinceros, alegres y hospitalarios. (Rm 12, 10) Hasta llegar ser una “Bendición para el Mundo” “Un ser para los demás” La “Humildad es vivir en la verdad” que nos lleva a la “Integridad, a la reciprocidad y a la igualdad fundamental.” La Humildad es lo contrario a la soberbia, a la prepotencia, es más, es lo contrario a todos los pecados capitales, especialmente, es contrario a la mentira, fundamento de conflictos humanos, de luchas internas y de las relaciones humanas. La humildad es la disponibilidad de amar y servir, aún a pesar de nuestras debilidades. Quién es débil reconoce sus debilidades o fragilidades, y a la vez, reconoce que todo lo bueno que tiene es un don de lo Alto, de Dios, es agradecido y lo comparte con los demás. La Biblia lo confirma al decir a todos los creyentes: “De sabios (humildes) es dejarse corregir” Recordando que la corrección fraterna ha de hacerse con humildad, mansedumbre y caridad” (Gál 6, 1- 3).

¿Qué recomienda san Pablo para vivir la Esperanza? “Os pedimos, hermanos, que tengáis en consideración a los que trabajan entre vosotros, os presiden en el Señor y os amonestan.” (1Ts 5, 12) 13. Tenedles en la mayor estima con amor por su labor. Vivid en paz unos con otros. 14. Os exhortamos, asimismo, hermanos, a que amonestéis a los que viven desconcertados, animéis a los pusilánimes, sostengáis a los débiles y seáis pacientes con todos. 15. Mirad que nadie devuelva a otro mal por mal, antes bien, procurad siempre el bien mutuo y el de todos.16. Estad siempre alegres.17. Orad constantemente.18. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros.19. No extingáis el Espíritu; 20. no despreciéis las profecías; 21. Examinadlo todo y quedaos con lo bueno.22. = Absteneos de todo género de mal. = Lo anterior sólo es posible si ponemos la “verdad” como fundamento de las “relaciones humanas.” La verdad es la Luz en nuestro caminar en el amor sincero, honesto íntegro leal y fiel.

Un ojo abierto, oído atento y un corazón palpitante a las palabras del Génesis: “Cultivad y proteger” (Gn 2, 15) Jeremías nos hablará del barbecho del corazón (cf Jer 4, 3) En la teología de san Pablo será siempre: “Despojaos del hombre viejo y revestíos del hombre nuevo” (Ef 4, 23- 24) “morir al pecado y vivir para Dios (Rm 6, 11; Gál 5, 24) Se tata del camino de la fe, de la esperanza y de la caridad: “las cosas de arriba donde está Cristo sentado a la derecha del Padre” (Col 3, 1) La tarea para esta vida es dar muerte al hombre viejo para dar vida al Amor en nuestros corazones. El modelo es Cristo: Así pues, queridos míos, de la misma manera que habéis obedecido siempre, no sólo cuando estaba presente sino mucho más ahora que estoy ausente, trabajad con temor y temblor por vuestra salvación,13. pues Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece.14. Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones 15. para que seáis irreprochables e inocentes, = hijos de Dios sin tacha en medio de una generación tortuosa y perversa, = en medio de la cual brilláis como antorchas en el mundo, (Flp 2, 12- 15)

La Verdad y la caridad son fuente de alegría, cuando lo ponemos en práctica, y a la vez, son el fundamento de la casa construida sobre roca (Mt 7, 24s) Escuchemos a san Juan decirnos: “Me alegré mucho al encontrar entre tus hijos a quienes viven conforme a la verdad, al mandamiento que recibimos del Padre. Y ahora te ruego, Señora —y no te escribo un mandamiento nuevo, sino el que tenemos desde el comienzo - que nos amemos unos a otros.” (2 Jn 1, 5) Lo anterior es posible por  la fe en Cristo Jesús (cf 1 Jn 3, 23) Y el amor consiste en que vivamos según sus mandamientos. Éste es el mandamiento que oísteis desde el principio: que caminéis en el amor. (2 Jn 1, 4- 6)

¿Cuál es la esperanza que Dios tiene reservada para los que creen en su Hijo Jesucristo y aman a sus hermanos? (cf Ef 1, 15; Col |1, 3- 4) ¿En qué está puesta nuestra confianza? Es también san Pablo quien nos presenta la respuesta: “El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados” (Rm 8,16- 17) El que camina en la verdad y vive en el amor vive la “Esperanza” y se deja conducir por ella a la Verdad plena (cf Jn 16, 13). Con la gracia de Dios se va despojando de todo aquello que no es de la verdad para irse revistiendo de Jesucristo; se libera de todas las esclavitudes: del Mal, de los apegos y los vicios, de la esclavitud de la Ley, para con alegría y optimismo conocer y amar la libertad de los hijos de Dios (Gál 5, 1) De esta manera comprendemos las palabras de Jesús: “Permanezcan en mi palabra, serán mis discípulos, conocerán la Verdad que los hace libres” (Jn 8, 31- 32) y en la verdad somos consagrados al Padre de la Gloria (cf Jn 17, 17) y somos conducidos a la salvación por la fe, la esperanza y la caridad (cf 2 Tim 3, 14- 16) Solamente aman y sirven por amor los que son libres con la Libertad del Espíritu que es la Verdad. (cf 2 Cor 3, 18)

Todo lo anterior nos invita a entrar en el combate entre el “Ego y el Amor.” El egoísmo viene del ego, que significa yo, y podemos hablar de egoísmo o de yoísmo. El egoísmo se conforma con dos corrientes, uno es la sensualidad que hace referencia al cuerpo, y la soberbia que hace referencia al alma. La batalla o combate es entre los vicios y las virtudes que alimentan el amor. La sensualidad nos puede arrastrar al cultivo de los vicios, como la pereza (física, intelectual y moral), la avaricia, la lujuria, la comodidad y la intemperancia (sin límites, sin disciplina) nos lleva a la gula, al alcoholismo, a la drogadicción a las adicciones. En cambio la “soberbia nos lleva a los vicios de carácter espiritual como son el orgullo, la vanidad, la autosuficiencia, la susceptibilidad y la rebeldía, que son llevan a la “egolatría” al culto al “Yo”  Los vicios nos deshumanizan y despersonalizan y nos hacer llevar una vida arrastrada, su fuerza se encuentra en la mentira.

El cambio las virtudes que encuentran su fundamento en la verdad, en el amor y en la libertad, nos edifican, nos ayudan a ser mejores personas y más humanos: responsables, libres y capaces de amar. Para crecer en las virtudes hay que primero despojarse de las tinieblas, de los vicios del “hombre viejo” para revestirse de luz y ponerse la armadura de Dios para revestirse de Jesucristo (Rm 13, 11- 14) Revestirse de Jesucristo nos invita a cultivar la fe, la esperanza y la caridad para irnos llenando de Cristo: Prudencia, Justicia, templanza, fortaleza, piedad, amor fraterno y Caridad  (2 Pe 1, 5- 8) El hombre que cultiva la fe llega a conocer la continencia, la sencillez de corazón, la pureza de corazón la santidad, la sabiduría y el amor (según el pastor de Hermas) Pablo nos entrega como fruto de la fe verdadera: la humildad, la mansedumbre, la misericordia, el amor y el perdón. (Col 3, 12s) las virtudes son el fruto de una vida guiada por el Espíritu Santo que nos dan como fruto los valores del reino de Dios: El compartir, la dignidad humana, la solidaridad y los servicios. La exhortación del Apóstol es: “No os dejéis vencer por el mal, al contrario venced, con el bien al mal” (Rm 12, 21) El Señor Jesús nos advierte: “vigilad y orad para no caer en tentación” (Mt 26, 41)



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