ME SEDUJISTE SEÑOR Y ME DEJÉ SEDUCIR



Me sedujiste Señor y me dejé seducir.

1. Introducción. 

“Por eso voy a seducirla: voy a llevarla al desierto y le hablaré al corazón” (Os 2, 16). El desierto geográfico es un lugar inhabitable, mientras que el desierto teológico es el lugar de la victoria de Dios. La literatura rabínica hablaron del desierto como el lugar de los demonios. Al desierto fue Moisés, Elías, Jesucristo y todos los hombres elegidos por Dios para que realizaran una misión, tanto en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento. Al mismo pueblo de Israel, fue llevado al desierto. En vez de llevarlo Moisés por el camino real, por una vía corta, de Egipto a la tierra prometida, Dios lo instruye de llevárselo al desierto, a la tierra inhóspita y hostil donde permanecería cuarenta años. El Plan de Dios era para purificar a su pueblo de una mentalidad servil, oprimida e idolatrizada a una mentalidad de pueblo libre, responsable y capaz de amar. Dios no hace alianza con esclavos, primero los libera para luego hacer una Alianza de amor con los que aceptan el proyecto de que Dios les propone.

2. El Encuentro con el Señor.

 «¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en la estepa y va a buscar la que se perdió, hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la pone muy contento sobre los hombros. Luego, al llegar a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido.’  Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión (Lc 15, 4- 7) Quién la experimentado la experiencia de Dios en su corazón, sabe que esa es el motor de arranque de la vida nueva. Experiencia inolvidable cimentada en el amor, la verdad y la vida. Experiencia que nos introduce a  la “libertad de los hijos de Dios (Cf Gál 5, 1) para responder con prontitud y alegría al llamado de Dios: “Zaqueo, baja enseguida, porque conviene que hoy me hospede en tu casa”(cf Lc 19, 5).

El encuentro con el Señor es libre porque el Señor toma la iniciativa (cf 1 Jn 4, 10.19) Para liberarnos de las cargas opresoras del pecado (cf Mt 11, 28) y para reconciliarnos con nuestra Realidad: Dios, uno mismo, los demás y la naturaleza. Experiencia gozosa porque nos participa del poder de la resurrección. El Señor me sedujo dándome a probar lo bueno que él es y lo que él tiene: “Jesús dijo entonces a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?»  Le respondió Simón Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna,  y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.» (cf Jn 6, 67-69) La experiencia del encuentro con el Señor nos deja el sabor de su bondad, de su misericordia, de su libertad, de su alegría, experiencia que ni siquiera he encontrado palabras para explicarla, sólo sé que a la luz de la experiencia me abrí a la palabra de Dios, a la alabanza y tomé la decisión de quedarme con él para servirlo con amor. El Señor me eligió y me sedujo, me atrajo hacia él con cuerdas de cariño y de ternura (Os 11, 1- 3) “Habló a mi corazón, duro y caótico, para decirme andas equivocado, vuelve al Camino que te lleva Casa de mi Padre” (cf Os 2, 16) “Estoy a la puerta y llamo, el que escucha mi voz y me abre, yo entro y ceno con él, cenamos juntos y nos amamos” (cf  3, 20) Después de experimentar su amor, elegí y acepte la voluntad de seguir sus huellas para hacerme su discípulo. Discípulo de Jesús es aquel que escucha su Palabra y la obedece: Es entonces el que le abre la puerta y lo invita entrar en su vida para que el Maestro realice su Obra redentora y santificadora en nuestro corazón y podamos llevar una vida consagrada a él para la gloria del Padre y el amor y el servicio a los hombres. Nada es a la fuerza. El Jesús el Señor, no se impone, seduce, dándose y entregándose por amor a quien se deje encontrar por él.

3. El Itinerario a seguir.
Cinco verbos para poner atención en nuestro itinerario: uno es tiempo pasado, tres en tiempo presente y un último en tiempo futuro. Es la respuesta amorosa al la experiencia de Dios que ha brotado del Encuentro con Cristo.

1.      Después de la Experiencia viene la respuesta: “Elegí con un corazón agradecido el camino angosto (cf Mt 7, 13- 14) que el Señor me proponía: Camino de bondad, de verdad y de justicia: (cf Ef 5, 8) Con el salmista, hoy podemos responder: “He escogido el camino de la lealtad, me conformo a tus disposiciones” (Sal 118, 30). Justicia a Dios y justicia a los hombres.

2.      Enséñame Señor.  El Espíritu Santo de Cristo resucitado es ahora el Maestro interior que ha tomado al creyente de la mano para llevarlo a  la “educación cristiana” para que venza toda “Ignorancia religiosa”. El salmista con un profundo deseo y esperanza exclama: “Enséñame tus preceptos, Señor”. Indícame el camino hacia tus mandatos y meditaré en todas tus maravillas (Slm 118, 26- 27). “Haz de tu voluntad la delicia de mi vida para que reciba de Ti lo que mi corazón anhela” (cf Slm 36, 4) Para que aprendamos el arte de Amar y de vivir en Comunión, en servicio al Reino de Dios.
3.      Instrúyeme Señor en tus caminos.  “Dame inteligencia para guardar tu ley y observarla de todo corazón”  (Slm 118, 34). Guardar los Mandamiento por amor al Señor y al prójimo es hacer alianza con el Señor. Es el signo de amor, de la pertenencia y servicio a la “Obra del Señor:” “El que tiene mis mandamientos y los lleva a la práctica, ése es el que me ama; y el que me ame será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él” (Jn 14, 21) Dios a todos ama, pero no en todos se manifiesta. ¿El quiénes se manifiesta? En los que escuchan su Palabra y lo obedecen. A estos los libera, los reconcilia, los transforma y los promueve para exclamar con san Pablo: “Dónde abundo el pecado, sobre abunda la Gracia de Dios” (cf Ro 5, 20), A quienes ama, los educa mediante la corrección con la finalidad de purificar el corazón, la mente y cambiar nuestras intenciones (cf Apoc 3, 19). Toda corrección es de parte de Dios un don, una enseñanza para el camino y es crecimiento espiritual. 

4.      Guíame Señor por tus caminos. Llévame por la senda de tus mandatos, que en ella me siento complacido. “Tómame de la mano derecha y llévame a mi destino glorioso (cf Slm 73, 23). Es el Señor que nos guía a la Plenitud en Cristo (cf Col 2, 9) por la fe y la conversión (cf Mc 1, 15) el Espíritu Santo nos guía y orienta nuestra vida siguiendo las huellas de Jesús (cf 1 Ts 1, 9).  El Señor Jesús nos dijo: “Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa” (Jn 16, 13) “Pasando por la unidad en la fe, creciendo en el conocimiento de Dios, hasta alcanzar la madurez en Cristo (cf Ef 4, 13) El hombre que está en Cristo se configura con su Maestro en la medida que pueda decir con Pablo: “Estoy crucificado con Él (cf Gál 2, 19; 5, 25)

5.      Cumpliré Señor tus Palabras (Slm 118, 35) Observaré sin descanso tu ley, para siempre jamás. Es la fidelidad a la Palabra y a la voluntad de Dios (cf 1 Cor 4, 1) Se habla de la Ley Nueva, la Ley de Cristo que es la Ley del Espíritu Santo, la Ley del Amor. Expresada por san Juan: “Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará; y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra no es mía, sino del Padre que me ha enviado(Jn 14, 23) Palabras de Cristo que san Mateo llama “Dichosos” a quien las escuche, las medite, las viva y las encarne: “Dichosos los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de Dios” (Mt 5, 3ss) Es Camino que Dios nos propone, es el Camino de Amor, de la Verdad y de la Vida  (Jn 14, 6)para que podamos reproducir la imagen de Jesucristo (cf Rom 8, 29) “Configuraos con Cristo” es el grito del Espíritu que alcanza hasta las profundidades del corazón como una llamada o invitación amorosa a entrar en la Alianza con Cristo y con su Iglesia: “Te haré mi esposa para siempre; te desposaré en justicia y en derecho, en amor y en compasión;22 te desposaré en fidelidad”.  

Conclusión.
Con la Gracia de Dios y con mi decisión le digo Señor con los grandes de la Biblia: “Heme aquí para hacer tu voluntad” “Aquí estoy Señor” (Ex 3, 4) “Envíame a mi Señor” (Is 6, 8) “Hágase en mi la Palabra de Dios” (Lc 2, 38)  “Mi alimento es hacer la Voluntad de mi Padre” (Jn 4, 34). Con la ayuda de Dios y  nuestros esfuerzos vamos renunciando con alegría a la escoria del pecado (cf Jer 15, 19)  para revestirnos de Cristo Jesús (cf Rom 13, 14) y colaborar con él en la “obra redentora que el Padre le confío, y que ahora el Señor Resucitado pone en las manos de la Iglesia (Jn 20, 21) “Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y estad seguros que yo estaré con vosotros día tras día, hasta el fin del mundo” (Mt 28, 19- 20).




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