lECTURAS DE LA MISA DEL DOMINGO DIA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR-

 

El Bautismo del Señor




Color: blanco

En las orillas del río Jordán, Juan el Bautista predica la conversión de los pecados para poder acoger el reino de Dios que ya está cerca. Jesús baja con la multitud al agua para hacerse bautizar. El bautismo para los judíos era un rito penitencial, en el cual confesaban sus propios pecados. Pero el Bautismo que Jesús recibe no es solamente un bautismo de penitencia. La manifestación del Padre y del Espíritu Santo le dan a este Bautismo un significado preciso. Jesús es proclamado “Hijo amado”, y sobre él se posa el Espíritu que lo invisten de la misión del profeta, anuncio del mensaje de la salvación; del sacerdote, único sacrificio aceptado por el Padre; de rey, Mesías esperado como salvador.

Jesús no toma distancia de una humanidad pecadora, es un hombre entre los hombres, que se ha encarnado en una humanidad pecadora, pero Él no es pecador. Jesús en las aguas del Jordán no confiesa sus pecados porque no los tiene. Él es sin pecado. Él confiesa por cada uno de nosotros. La universalidad de su confesión es la santidad de su existencia, y hace pasar la vieja humanidad a una humanidad nueva.

Nacidos en la fe de la Iglesia, los fieles tenemos la necesidad de redescubrir la grandeza y la exigencia de nuestra vocación bautismal, es paradojal que el Bautismo que nos hace miembros vivos del Cuerpo de Cristo, no esté en el centro de nuestra conciencia explícita de cristianos, y que no sea el Bautismo un momento decisivo en cada una de nuestras vidas.

El Bautismo que hemos recibido en el nombre de Cristo nos pone en comunión con Dios y nos integra a la familia de Dios, es un nuevo nacimiento, es un paso de la solidaridad en el pecado a la solidaridad en el amor, de las tinieblas y de la soledad al mundo nuevo de la hermandad. Se hace necesario que cada uno de nosotros redescubra el Bautismo como un momento importante en nuestras vidas, en la cual Dios, en su potencia salvadora, nos ha comunicado la redención y nos ha hecho sus hijos. El Bautismo nos hace miembros de un nuevo pueblo, el pueblo de la salvación.

Antífona de entrada   Cf. Mt 3, 16-17 

Los cielos se abrieron después del bautismo del Señor, y el Espíritu, en forma de paloma, descendió sobre él. Se oyó la voz del Padre: Éste es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. 

Gloria

ORACIÓN COLECTA 

Dios todopoderoso y eterno, que proclamaste a Cristo como Hijo tuyo muy amado, cuando era bautizado en el Jordán, y el Espíritu Santo descendía sobre él; concede a tus hijos, renacidos del agua y del Espíritu, perseverar siempre en el cumplimiento de tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. 

PRIMERA LECTURA

Se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán.

Lectura del libro de Isaías 40, 1-5. 9-11

¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios!

Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está pagada, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.

Una voz proclama:

¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios!

¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies!

Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor.

Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá:

“¡Aquí está su Dios!” Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede. Como un pastor, Él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las qu e han dado a luz.

SALMO RESPONSORIAL         103, 1b-4. 24-25. 27-30

R/. ¡Bendice al Señor, alma mía!

¡Señor, Dios mío, qué grande eres! Estás vestido de esplendor y majestad y te envuelves con un manto de luz. Tú extendiste el cielo como un toldo.

Construiste tu mansión sobre las aguas. Las nubes te sirven de carruaje y avanzas en alas del viento. Usas como mensajeros a los vientos, y a los relámpagos, como ministros.

¡Qué variadas son tus obras, Señor! ¡Todo lo hiciste con sabiduría, la tierra está

llena de tus criaturas! Allí está el mar, grande y dilatado, donde se agitan, en número incontable, animales grandes y pequeños.

Todos esperan de ti que les des la comida a su tiempo: se la das, y ellos la recogen;

abres tu mano, y quedan saciados.

Si escondes tu rostro, se espantan; si les quitas el aliento, expiran y vuelven al polvo. Si envías tu aliento, son creados, y renuevas la superficie de la tierra.

SEGUNDA LECTURA

Él nos salvó haciéndonos renacer por el bautismo y renovándonos por el Espíritu Santo.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a Tito 2, 11-14; 3, 4-7

Querido hijo:

La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. Él se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.

Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres, no por las obras de justicia que habíamos realizado, sino solamente por su misericordia, Él nos salvó, haciéndonos renacer por el bautismo y renovándonos por el Espíritu Santo. Y derramó abundantemente ese Espíritu sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador, a fin de que, justificados por su gracia, seamos en esperanza herederos de la Vida eterna.

ACLAMACIÓN AL Evangelio  Lc 3, 16

Aleluya.

“Viene uno que es más poderoso que yo”, dijo Juan Bautista; “Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego”. Aleluya.

EVANGELIO

Jesús fue bautizado y, mientras estaba orando, se abrió el cielo.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 3, 15-16. 21-22

Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan

Bautista no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo:

“Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo

ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; Él los bautizará

en el Espíritu Santo y en el fuego”.

Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras

estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre Él en

forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: “Tú

eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”.

Credo


ORACIÓN DE LOS FIELES

Oremos, hermanos, a nuestro Salvador, que quiso ser bautizado para santificar nuestro bautismo y renovar por él al hombre caído, y pidámosle que se compadezca de quienes ha querido que fueran sus hermanos:

-          Para que Cristo, el Siervo de Dios, en quien el Padre se complace, mire con amor a todos los que se preparan para el bautismo o la confirmación o preparan el bautismo de sus hijos, roguemos al Señor.

-          Para que Cristo, el Elegido de Dios para llevar el derecho a las naciones, ilumine a los que buscan a Dios con sinceridad de corazón, les haga oír la voz potente y magnífica del Padre, que los llama a escuchar a su Hijo amado, y los conduzca hacia el bautismo, roguemos al Señor.

-          Para que Cristo, el Enviado del Padre, que no quiebra la caña cascada ni apaga el pabilo vacilante, conceda la salud a los que viven oprimidos por el diablo, roguemos al Señor.

-          Para que Cristo, el Hijo amado, que quiso ser bautizado en el Jordán para dar fuerza a nuestro bautismo nos haga descubrir y amar la grandeza del bautismo cristiano, don del amor de Dios a los hombres, roguemos al Señor.

Padre todopoderoso, que haces resonar tu voz magnífica en las aguas del bautismo y en la unción de la confirmación, escucha nuestras oraciones y concede a los bautizados cumplir fielmente las promesas de su bautismo y ser testigos valientes de la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS 

Recibe, Padre, los dones que te presentamos al celebrar la manifestación de tu Hijo amado, para que nuestra ofrenda se convierta en el sacrificio de Aquél que, misericordiosamente, quiso lavar los pecados del mundo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. 

PREFACIO 

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. 

Tú quisiste expresar, con signos admirables en el río Jordán, el misterio del nuevo bautismo, para que, por tu voz celestial, se manifestase que tu Palabra habitaba entre los hombres, y, por el Espíritu, que bajó en forma de paloma, se reconociera que Cristo, tu servidor, había sido ungido con el óleo de la alegría y enviado a evangelizar a los pobres. 

Por eso, con los coros celestiales, te alabamos en la tierra llenos de alegría, cantando sin cesar: 

Santo, Santo, Santo …

Antífona de comunión  Jn 1, 32. 34 

Juan dio este testimonio: yo lo he visto, y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios. 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN 

Alimentados con el pan del cielo, te pedimos, Padre, que escuchemos con fidelidad a tu Hijo unigénito y así nos llamemos y seamos verdaderamente hijos tuyos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. 

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