JESÚS TIENE PODER PARA EXPULSAR A LOS ESPÍRITUS IMPUROS.

 


JESÚS TIENE PODER PARA EXPULSAR A LOS ESPÍRITUS IMPUROS.

"Bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes voces: «¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.» Jesús entonces le conminó diciendo: «Cállate, y sal de él.» Y el demonio, arrojándole en medio, salió de él sin hacerle ningún daño. Quedaron todos pasmados, y se decían unos a otros: «¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen.» Y su fama se extendió por todos los lugares de la región."(Lc 4, 31- 37)

“Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes voces.” Un hombre que cada sábado estaba presente en la sinagoga. Escuchaba la Palabra, daba culto a Dios y tal vez también servía a la comunidad. Pero la presencia de Jesús y su Palabra lo desenmascara y hace que el demonio impuro se manifiesta. La impureza o la inmundicia hace referencia a las “Obras de la carne” de las que nos habla san Pablo (Gál 5, 19- 21) Son las cosas mundanas se las que nos habla la escritura ((1 Jn 2, 15) Dos cosas dice el demonio: Has venido a destruirnos y sabe, y dice quién es Jesús: el Santo de Dios. Viene a destruir la cultura de la muerte con todas sus manifestaciones: Los Vicios, y todos sus aliados.

Los demonios saben quién es Jesús: el Santo de Dios, el Hijo de Dios, y saben que ha venido a destruir las “Obras del Diablo” (cf Hch 10, 38) Saben que viene a traernos “Vida en abundancia” (Jn 10, 10) Viene a “traernos el Reino de Dios a la tierra (Mc 1, 15) Viene a “traernos al Espíritu Santo” (cf Lc 12, 49; Gál 4, 6) Lo confiesan como el Hijo de Dios y como el Santo de Dios, pero nunca lo confiesan como Señor de todos y de todo. Reconocer el Señorío de Cristo sobre ellos, equivaldría a reconocer sus pecados y arrepentirse, se salvarían. La raíz de sus pecados es la “soberbia y la fuerza de la soberbia es la mentira” Su inmundicia hace referencia a todo espíritu que no viene de la fe, y por lo mismo lleva al pecado (Rm  14, 23)

“Jesús entonces le conminó diciendo: «Cállate, y sal de él.»” ¿De dónde le viene a Jesús esa autoridad sobre los demonios? Viene de lo que pasó en el río Jordán. Jesús fue ungido con el Espíritu Santo para liberar a los oprimidos por el mal, dar vista a los ciegos y anunciar la buena Nueva.(Lc 4, 18) Vine de lo Alto, viene de Dios. Qué el Reino de los cielos está presente en medio de los hombres, y que por lo tanto el reinado del mal ha llegado a su fin. Jesús tiene autoridad sobre la enfermedad, sobre el mal, sobre la muerte y sobre la naturaleza. “Sana a los enfermos, expulsa a los demonios, resucita a los muertos y calma las tempestades.”  Con su Palabra libera y sana: “Cállate y sal fuera” Y el demonio obedeció y sin  mucho ruido salió.

La gente admirada decía: «¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen.» Es el mismo Poder de Dios que actúa en nuestros corazones cuando le entregamos “Nuestra carga a Jesús” y le permitimos entrar en nuestros corazones (Ef 3, 17; Apoc 3, 20) “Sal fuera y al fuego” todo espíritu de inmundicia; todo lo que atenta contra el reino de Dios que ha de crecer en nuestros corazones. Jesús llena nuestros corazones que antes estaban llenos de impureza de amor, de paz, de gozo, de perdón, de confianza y de Espíritu Santo. Para introducirnos en un cambio de actitudes y de comportamiento, nos hace hijos de la Luz para que podamos ver los frutos de la Luz: la Bondad, la Verdad y la Justicia. Para que realicemos las “Obras de la fe, los frutos del Espíritu Santo” (Gál 5, 22)

Qué hermosas las palabras de san Pablo que nos enseñan el de dónde venimos y hacia dónde vamos: "El nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino del Hijo de su amor, en quien tenemos la redención: el perdón de los pecados."(Col 1, 13- 14) y ¿ahora qué? "paraque viváis de una manera digna del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios; confortados con toda fortaleza por el poder de su gloria, para toda constancia en el sufrimiento y paciencia; dando con alegría"(Col 1, 10- 11)

Ha habido un cambio de Padre, de Dueño, de Casa, de Vestido, de Actitudes y de acciones. Ha habido un antes y un después. Antes éramos tinieblas, ahora somos luz (Ef 5,7- 8) Ahora Dios es nuestro Padre, nuestro Dueño y es nuestra Casa, por eso nuestras actitudes y nuestras acciones son bellas y buenas, son amor, verdad y vida (Jn 14, 6)

Ahora podemos entender a san Pablo que nos exhorta a vivir como Cristo: "En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí. No tengo por inútil la gracia de Dios, pues si por la ley se obtuviera la justificación, entonces hubiese muerto Cristo en vano."(Gál 2, 19- 21)

Todo aquel o aquella, que se han encontrado con Cristo queda liberado, reconciliado, perdonado, salvado y santificado (Rm 8, 28-30) Es hombre nuevo lo viejo ha pasado (2 de Cor 5, 17) La Palabra de Cristo es liberadora y sanadora. Su Sacramento es un Encuentro y liberador y reconciliador. Vivamos de encuentros con el Señor y seremos libres del mal y seremos capaces para amar y para servir. El amor y el servicio son medios para liberarnos de los espíritus impuros.

El Demonio venció al hombre en un árbol (Gn, 3,1ss) y ahora la descendencia de la mujer, Jesucristo, ha vencido a su adversario en otro árbol, la Cruz. Para que a la vez sus hermanos, sus amigos y sus discípulos también sean vencedores desde la cruz de Jesús: “No se bajen de la Cruz” y serán vencedores del Mal y del Malo. El Amor es la antesala de la cruz, por eso dice el Señor: El que me ama guarda mis Mandamientos y mi Palabra (Jn 14, 21. 23) para que Dios se manifieste en sus vidas y habite por la fe en sus corazones.

La mejor manera de expulsar los demonios de nuestro corazón es acercarnos a Jesús con un corazón contrito y arrepentido para recibir el perdón de los pecados y recibir el don del Espíritu Santo. Para luego crecer en la fe, la esperanza y el amor, es decir crecer en Gracia de Dios. "Por eso, tampoco nosotros dejamos de rogar por vosotros desde el día que lo oímos, y de pedir que lleguéis al pleno conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que viváis de una manera digna del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda obra buena y creciendo en el conocimiento de Dios; confortados con toda fortaleza por el poder de su gloria, para toda constancia en el sufrimiento y paciencia; dando con alegría"(Col 1, 9- 11)

"Y lo que pido en mi oración es que vuestro amor siga creciendo cada vez más en conocimiento perfecto y todo discernimiento, con que podáis aquilatar los mejor para ser puros y sin tacha para el Día de Cristo, llenos de los frutos de justicia que vienen por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios."(Flp 1, 9- 11)

"Sed sobrios y velad. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos que están en el mundo soportan los mismos sufrimientos. El Dios de toda gracia, el que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo, después de breves sufrimientos, os restablecerá, afianzará, robustecerá y os consolidará. A él el poder por los siglos de los siglos. Amén."(1 de Pe 5, 8- 11)


"Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes. ¡En pie!, pues; ceñida vuestra cintura con la Verdad y revestidos de la Justicia como coraza,"( Ef 6, 10- 13)

Hay un texto de san Pablo que indica y manifiesta la santidad como arma favorita para expulsar a los demonios de nuestro corazón: "El fin de este mandato es la caridad que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera." (1 de Tim 1, 5) La Caridad echa fuera el odio, la Verdad echa fuera la mentira y la Vida echa fuera la muerte. Pongamos a Cristo como “Fundamento y como Muralla de nuestra vida espiritual” Y seremos libres del mal y capaces para hacer el bien. (cf Rm 12, 21)

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