Santiago 11
Respeto debido a los pobres.
2 1 Hermanos míos, no mezcléis con
la acepción de personas la fe que tenéis en nuestro Señor Jesucristo
glorificado. 2 Supongamos que entra en vuestra asamblea un hombre con un anillo
de oro y un vestido espléndido, y que entra también un pobre con un vestido
andrajoso; 3 y supongamos que, al ver al que lleva el vestido espléndido, le
decís: «Siéntate aquí, en un buen sitio», mientras que al pobre le decís:
«Quédate ahí de pie», o «Siéntate a mis pies». 4 ¿No sería esto hacer
distinciones entre vosotros y ser jueces con mal criterio? 5 Escuchad, hermanos
míos queridos: ¿Acaso no ha escogido Dios a los pobres según el mundo como
ricos en la fe y herederos del Reino que prometió a los que le aman?
6 ¡En cambio vosotros habéis menospreciado al
pobre! ¿No son acaso los ricos los que os oprimen y os arrastran a los
tribunales? 7 ¿No son ellos los que blasfeman el hermoso Nombre que ha sido
invocado sobre vosotros? 8 Si cumplís plenamente la Ley regia de la Escritura:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo, obráis sin duda bien; 9 pero si tenéis
acepción de personas, cometéis pecado y sois condenados por la Ley como
transgresores. 10 Porque quien observa toda la Ley, pero falta en un solo
precepto, se hace reo de todos.
11 Pues el que dijo: No adulteres, dijo
también: No mates. Si no adulteras, pero matas, eres transgresor de la Ley. 12
Hablad y obrad tal como corresponde a los que han de ser juzgados por la ley
que nos hace libres. 13 Porque quien no tuvo misericordia será juzgado sin
misericordia; la misericordia se siente superior al juicio. La fe y las obras.
14 ¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: «Tengo fe», si no tiene
obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe? 15 Si un hermano o una hermana están
desnudos y carecen del sustento diario, 16 y alguno de vosotros les dice: «Id
en paz, calentaos y hartaos», pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de
qué sirve?
17 Pues así es también la fe; si no
tiene obras, está realmente muerta. 18 Y al contrario, alguno podrá decir:
«¿Tienes tú fe? Pues yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin obras y yo te mostraré
por las obras mi fe». 19 ¿Crees que hay un solo Dios? Estupendo. Pero también
los demonios creen, y tiemblan. 20 ¿Te enterarás de una vez, insensato, que la
fe sin obras es estéril? 21 Abrahán, nuestro padre, ¿no alcanzó la
justificación por las obras cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? 22
¿Ves cómo la fe cooperaba con sus obras y, por las obras, la fe alcanzó su
perfección?
23 Así alcanzó pleno cumplimiento
la Escritura, cuando dice: Creyó Abrahán en Dios y se le consideró como
justicia, y fue llamado amigo de Dios. 24 Ya veis cómo el hombre es justificado
por las obras, y no por la fe solamente. 25 ¿No ocurrió lo mismo con Rajab, la
prostituta, que quedó justificada por las obras al dar hospedaje a los
mensajeros y hacerles marchar por otro camino? 26 Porque así como el cuerpo sin
espíritu está muerto, también la fe sin obras está muerta. Contra la
intemperancia en el hablar. 3 1 Hermanos míos, no queráis ser maestros muchos
de vosotros, pues habéis de saber que te
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